Un grupo de limeños avanza en fila por un tramo de 200 metros que simula ser la Gran Muralla China —que, en realidad, tiene 21 kilómetros de largo. Hace calor, el clima es seco y el sol apunta en la cara. Estamos ante las maravillas del mundo pero en tamaño miniatura. El camino de concreto serpentea y la gente se detiene a descansar en una de esas típicas torres con acabados orientales. “Ya pa’ qué vamos ir a la China”, dice una señora y se mata de risa con un grupo de amigas. Un poco más allá, un pequeño Cristo Redentor de Brasil se asienta en la punta del cerro con los brazos extendidos. 

Muralla China en Quilmaná
Muralla China en Quilmaná

La Gran Muralla China termina de manera abrupta y lo que sigue en adelante es un estrecho camino de tierra donde hace unos meses, , un colegial se cayó y sufrió una fractura. El camino es más fácil de atravesar de lo que parece, pero no hay que confiarse: no tenemos dónde afirmarnos y una caída desde acá te garantiza, al menos, un par de semanas en el hospital. Un niño de unos 4 años le dice a su padre que quiere llegar hasta donde está diosito. Juntos atraviesan por este peligroso camino de tierra para llegar al Cristo Redentor.

Ya situado en lo más alto, un padre de familia con gorra y cámara al cuello le dice a su esposa que desde la altura la ciudad parece Siria antes de ser bombardeada. Las casitas de Quilmaná se ven a la distancia como cajas de fósforos ordenadas minuciosamente una al lado de la otra, y divididas por una ancha avenida principal que es la única pista que está perfectamente pavimentada. Un poco más allá, está el estadio de Quilmaná; al lado opuesto, un cementerio con diez grandes nichos y numerosos mausoleos de personajes ilustres que aún desconocemos. El resto es tierra. Tierra y polvo, mucho polvo.

mirador
mirador

Quilmaná es un distrito de la provincia de Cañete con 13 mil habitantes. Un concierto de Bruno Mars convoca a dos pueblos de Quilmaná juntos y un poco más que eso. En el trayecto, desde el centro de Lima, la carretera se convierte en un desierto llano y no se ve ni una sola alma: lo único que se repite son algunos cactus resecos, rocas amontonadas y basura en el camino.

Tras casi dos horas de viaje, pareciera que a este lugar solo se puede llegar por accidente. Y es que muy poca gente conoce Quilmaná y su única gran atracción, el Parque Zonal Chavín de Huantar, a pesar de que fue fundado hace más de 10 años, en el 2004. En su último año como alcalde, Celestino Yactayo que un día vio en la página central del periódico las siete maravillas del mundo, y que entonces miró los cerros y la naturaleza de este lugar y se le ocurrió crear un parque pintoresco lleno de esculturas extravagantes. Extraña ocurrencia.

Parque Zonal Chavín de Huantar
Parque Zonal Chavín de Huantar

Cerca de la entrada del Parque Chavín se Huantar se instalan tres puestos de venta de dulces y gaseosas. Los mototaxistas esperan sentados en sus vehículos bajo el sol. Un señor que vende helados en un carrito entrega dos barquillos a dos niñas que luego corren desaforadas. Dos señores cobran 5 soles por adulto y 3 por niños. Somos de prensa, le digo, queremos escribir sobre este lugar para que la gente lo conozca. El señor entiende mi intención y me cobra 5 soles. Yo no insisto.

Nos reciben dos estatuas de jinetes montados a caballo y un señor llamado Luis Alberto Llanos de 54 años –gorra gris, mirada triste y manos ásperas– que dice ser el administrador del parque. Alberto Llanos nos da un breve paseo por las réplicas de la ciudadela de Machu Picchu. En la entrada, nos recibe una escultura de un inca que toca su quena. Más allá, otra escultura de un inca carga un jarrón. Hay muchas esculturas más. Al final, Manco Cápac espera sentado en su trono y la gente se toma fotos junto a él. Una señora de Huancayo me dice que le parece lindo conocer la ciudadela, aunque sea en tamaño escala.

Machu Picchu a escala en Quilmaná
Machu Picchu a escala en Quilmaná

Las réplicas de las Pirámides de Egipto son tres: Keops, Kerfén y Micerinos. (El cartel de Micerinos está en el suelo). Un grupo de jóvenes se sube a una pequeña esfinge con cara de oso y se toman una foto. Otro señor monta la estatua de un camello y una señora dispara. No hay mucho más que hacer aquí, pienso, que detenerse en una escultura y posar para una foto. Actúan como si creyeran realmente que están frente a una de las maravillas del mundo. Es como si por un minuto quisieran creer que no están en el Perú, sino en el verdadero Egipto. 

Mientras caminamos, el señor administrador nos cuenta que el parque de Quilmaná fue construido en una zona de cuatro hectáreas donde se iba a instalar un penal que luego se trasladó a Cantera, en Cañete. “La gente se opuso por miedo a que llegue la delincuencia”, dijo con voz baja, como quien no quiere que lo escuchen. El señor administrador se despide, nos dice hasta luego y no lo volvemos a ver. 

Luego aparece Rubén Vicente, un fotógrafo de 38 años que trabaja hace cuatro años en el parque Quilmaná. Dice que este lugar fue construido para atraer a la gente de la zona y los alrededores –de Lima, de Chincha, de Pisco– para potenciar el turismo en el distrito. Dice que desde que se produjeron los huaicos el año pasado el turismo ha bajado. Por eso nos agradece que le demos cabida a este lugar en el periódico. “Ustedes están haciendo bien”. “Qué bueno que lo hagan”. “Sigan haciéndolo”, insiste. Entonces me ofrece una foto instantánea por cinco soles. 

ok
ok

Un señor bajito, de gorra roja, proveniente de Cerro Azúl, cerca de Cañete, hace de guía turístico de un grupo de diez limeños que llegaron en moto hasta este lugar. En el camino este señor les cuenta a sus ‘pupilos’ que Quilmaná debe su nombre a la primera tienda que se instaló en el caserío en la década de 1930, que exhibía un rótulo que decía “las afamadas llantas y cámaras ‘KILL’" (que en inglés, significa matar). Tras una serie de sugerencias, escribieron la palabra ‘Quill’ y sugirieron combinarla con ‘manesa’, con ‘macero, entre otras opciones, hasta que un ingeniero propuso ‘mana’. Supuestamente, según un informe del Indeci, las personas entonces se referirían así a este lugar por una serie de peligros a los que estaban expuestos, aunque no señala cuáles.

Hoy, casi 90 años después, los riesgos en esta zona del pueblo persisten. Tras visitar al Cristo Redentor, debemos bajar unos escalones y deslizarnos por un camino empinado con tuberías que no es realmente un camino, sino la alternativa menos peligrosa

Pa
Pa

La zona de los restaurantes está al final de esta bajada empinada. Por 15 soles, nos dice un vendedor, arroz con pato o sopa seca con carapulcra y una buena presa. Hay unas siete mesas contiguas con sus quitasoles de paja: cuatro están repletas de gente que come encantada junto con sus familias. Hay, además, otras atracciones como una loza deportiva, un pequeño lago para pasear en bote, cuatrimotos, juegos inflables, una piscina municipal y un mini zoológico que bordea algunas partes el parque.

Y hay esculturas, muchas esculturas raras e inexplicables que podrían formar parte del Museo del Terror. De Mickey Mouse y sus amigos. De Bugs Bunny y Silvestre. Del Chavo del 8 y la vecindad. De Shrek y Fionna. Del último round de dos ranas boxeadoras. De dinosauros. De Adan y Eva. Del Puma Carranza del Universitario y Waldir de Alianza Lima. Todo en este parque llama la atención y es como si ese fuera, tal vez, su único y principal objetivo: llamar la atención y que la gente se divierta.

No importa que el coliseo romano, que se construye desde hace al menos 2 años, sea un pedazo de muralla y fierros oxidados. Lo importante no es eso. Lo importante es que la gente se divierte. Se divierte y sueña que puede recorrer el mundo sin salir de su país.

¿Cómo llegar?

- En Jr Montevideo 561, en Av. Abancay, tomar el transporte San Pedro de Mala con dirección a Imperial. S/ 10 el pasaje.

- En Imperial, ir a la Plaza de Armas y en una de las esquinas tomar las combis que llevan a Quilmaná. Son 15 kilómetros de distancia, unos 20 minutos de trayecto por S/ 1.50.

- Las combis te dejan en la misma puerta del Parque Zonal Chavín de Huantar.

COSTO: 3 soles niños | 5 soles adultos