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Redacción PERÚ21

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Desde que lo vio, no pudo sacarlo de sus pensamientos. Averiguó su nombre e hizo todo por acercarse a él y convertirse en su amiga. Poco a poco se ganó su confianza. Raúl era un chico alegre, bailarín, inteligente y, además, todo un caballero, como esos con los que Rebeca siempre soñó.

Ella se sentía en las nubes cuando estaban juntos. Lo escuchaba con mucha atención y en su mirada reflejaba una total admiración. El tiempo pasó y, entre salidas en grupo al cine, a la discoteca y a comer, una noche llegó la propuesta esperada: muy temeroso, Raúl le pidió que fuera su enamorada.

Ella sintió que su corazón se le salía por la boca. Era lo que quería escuchar desde el primer día y, con la voz temblorosa, le respondió que también le gustaba. Él se acercó lentamente y le dio un beso. En ese momento, Rebeca fue la mujer más feliz del planeta.

Para ella, Raúl era el hombre perfecto. Todas sus amistades le decían que era una mujer afortunada. Sin embargo, con los meses, los problemas salieron a la luz porque la familia de él empezó a tomar protagonismo.

Casi medio año después de relación, Raúl comenzó a pasar mayor tiempo con sus padres, hermanos, tíos y sobrinos. En sus días de descanso, Rebeca se veía obligada a compartir el tiempo con los familiares de su enamorado.

Los momentos que antes pasaban juntos, y que eran solo para ellos, se redujeron a un 50% y, luego, en un 80%. Ella no le decía nada porque sabía que, para él, su familia era muy importante. Sufría en silencio pues estaba muy enamorada.

Pero lo que Rebeca no soportó fue que, en su aniversario de 10 meses, su enamorado cambiara la romántica cena que habían planeado por ir al cumpleaños número 65 de su tío. Ese mismo día, ella dio por terminada la relación.

Raúl la buscó y ella se negaba a verlo y escucharlo. Lo amaba, pero estaba segura de que él no iba a cambiar.

CONSEJOLa psicóloga Carmen Sánchez, especialista en terapia de parejas, recomienda que, en situaciones como esta, lo mejor es que la relación se acabe porque alguno de los dos podría salir dañado. Existen muchos casos en los que él o ella aún no supera el vínculo con su familia.

Algunas personas tienen mucha necesidad de estar con sus parientes, cuya presencia las hace sentir más seguras. En estos casos, la otra parte también sufre porque se siente relegada.

DATOS

- Una relación es importante y, si bien la pareja se convierte en una prioridad, hay que separar los vínculos familiares para que todo marche bien.

- Siempre es bueno tratar a la familia de la pareja desde el inicio de la relación, especialmente a los padres. Sin embargo, no es recomendable participar en todas sus reuniones.