El amor por nuestros gatos muchas veces se desborda hasta la exageración. A mí me ocurre todo el tiempo. Mi adoración es Micholito, el gato rubio con el que comparto habitación y que presumo en mis redes sociales todo el tiempo porque simplemente no puedo dejar de pensar lo hermoso que se ve cada vez que me topo con una foto suya en mi celular.

Micholito en su casa de San Miguel.
Micholito en su casa de San Miguel.

Así como yo, somos varios 'cat-lovers' los que compartimos esta locura y que hemos transformado a nuestras mascotas en 'gatijos', una palabra que se usa popularmente para denominar a los mininos que ocupan un lugar privilegiado en el hogar y la familia de sus dueños.

¿Se lee perturbador, no? Para las personas que tenemos 'gatijos' no. Y es que la tenemos clara: nuestros gatos siempre serán nuestros eternos 'bebés', están bajo nuestro total cuidado, son la razón por la que a veces nos endeudamos, por la que en ocasiones no salimos a 'juergas' y nuestro mayor orgullo.

Si todavía no entiendes de lo que hablo o si estás comenzando a sospechar que también tienes 'gatijos', te doy 10 señales de que te está pasando lo mismo que a mí.

'Gatijos'

1. Tienes la galería del celular repleta de fotos de tu gato y cada vez que puedes se las muestras todas a todos tus amigos para que quede bien claro que es una criatura bella. Además, lo más probable es que tu fondo de pantalla sea su rostro.

2. Cuando vas a una reunión o una fiesta, siempre terminas hablando de tu gato y de tooodas las anécdotas que tienen juntos: Desde cómo llegó a tu vida hasta cuando fue la última vez que se puso de mal humor.

3. Te la pasas mirando en las tiendas en línea artículos para gato y te imaginas todo lo que le comprarás cuando cobres tu sueldo: Desde ropa hasta un nuevo arenero. No hay límites para fantasear  todos los regalos que podrías hacerle porque se lo merece.

4. Tienes amigos que también tienen gatos y cada vez que se reúnen se actualizan sobre la crianza de sus mininos: sus últimas travesuras, qué les dijo el veterinario en su último chequeo, etcétera. Obvio no falta el momento en el que todos muestran las fotos de sus gatos. Esto me pasó hace poco y no exagero cuando les cuento que invertimos al menos una hora de la reunión conversando sobre nuestros "hijos".

5. Te sabes toda la información concerniente a tu gato de memoria: Cuánto pesa, cuánto mide, su edad, la fecha de su última vacuna, de su último baño, su paté favorito, cuál es su lado de la cama, etcétera.

Micho Alberto Calderón. Sí, tiene dos nombres.
Micho Alberto Calderón. Sí, tiene dos nombres.

6. Tienes el número de su veterinario anotado en el celular por si sucediese alguna emergencia, porque mejor es prevenir que angustiarte por la salud de tu gato. Lo más probable es que esté en la lista de contactos "favoritos" o que le hayas escrito al menos una vez al WhatsApp.

7. Tu año tiene dos fechas especiales: el día de tu cumpleaños y el día que llegó a casa tu 'gatijo'. No hay recuerdo más bonito que el momento en el se conocieron. Incluso algunas veces te preguntas cómo podías ser feliz antes de conocerlo.

8. No importa lo malcriado o travieso que pueda portarse a veces, siempre será perdonado y todo lo que hace tiene justificación. No puedes molestarte más de unos minutos con él porque es imposible. Su carita es irresistible.

9. Las personas de tu entorno saben el nombre de tu gato porque no dejas de hablar de él. Familiares, amigos de colegio, amigos de la universidad, compañeros de trabajo y hasta tu jefe: todos están al tanto y preguntan de vez en cuando cómo está tu "hijo".

10. Piensas que tu gato es el ser más perfecto y nadie que valore su vida puede atreverse a decir lo contrario delante tuyo. Es más, nadie puede criticarlo ni cuestionar sus actitudes. Y, ¡ay de quien se atreva a tocarlo sin tu permiso! Puede considerarse muerto.

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