(Perú21/ Mario Zapata)
(Perú21/ Mario Zapata)

Estamos en medio de una enorme sala, rodeados de unos siete mil libros sobre derecho, apilados en bibliotecas que cubren totalmente las paredes. También hay retratos de quienes fundaron y le dieron continuidad al estudio Olaechea y a la viña Tacama. Más de un siglo de historia, desde Pedro Carlos Olaechea, quien firmó el acta de la Independencia del Perú junto a San Martín, hasta José Antonio Olaechea, quien hoy es socio gerente del estudio y uno de los directores de la viña. Una entrevista que transita entre la nobleza de nuestra bebida y la complejidad de lo jurídico.

Parte de la historia del derecho en el Perú tiene que ver con el apellido Olaechea.
El estudio Olaechea va a cumplir 140 años. Y lo importante es que nos mantenemos vigentes, actualizados y con un posicionamiento líder.

En empresas con tantos años, ¿cómo influye el apellido?
La innovación es la columna vertebral y revitaliza la firma. Prima la meritocracia y no el apellido. Mi caso es una casualidad. Tenemos clientes de hace 140 años.

En su familia, ¿qué fue primero: el derecho o una botella de pisco?
Han caminado juntos y muy unidos. Mi familia siempre ha sido de agricultores y abogados, que han unido los dos extremos: lo jurídico y la tierra. Hay un refrán español antiguo que dice: quien tiene tierra, tiene guerra. Creo que por eso somos abogados, pues ha habido siempre muchos procesos alrededor de la tierra.

Entonces, probablemente, primero fue el pisco.
El iqueño Manuel Pablo Olaechea Guerrero empezó (todo) y su padre, iqueño también, participó en la firma de la Independencia del Perú, firmó el acta con San Martín. Te hablo de Pedro Carlos Olaechea. Manuel Pablo fundó el estudio, el hijo de él –Manuel Augusto, mi abuelo– hizo una parte importante del Código Civil de 1936, fue el primer presidente del Banco Central de Reserva. Luego mi padre fue un gran abogado y hombre de empresa. Tacama empezó en 1889.

¿En qué se parecen el pisco y el derecho?
Hay que ejercerlos honestamente. La honestidad en la prestación del servicio como en la elaboración del pisco son importantes.

Ambos han sido puestos a prueba, de alguna forma y de manera especial, en el último tiempo, desde la lucha por la denominación de origen hasta los hechos de corrupción vinculados a la justicia.
Para nosotros, como estudio, siempre ha sido importante proceder correcta y profesionalmente. La incertidumbre que genera la poca predictibilidad del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional es un sobrecosto para los negocios. En el tema del pisco, hay que cumplir con las leyes de denominación de origen. El Perú solo debe exportar pisco y no aguardiente. Esta denominación no es negociable y ahí acabas de cruzar el derecho y el pisco.

¿En algún momento pensó no seguir la tradición familiar?
Somos una familia grande y ha coincidido, por cuarta generación, que tenemos que ver los temas del estudio, la viña, la bodega y el pisco. Tuve la suerte de trabajar con un hombre ejemplar como mi padre. A los 14 años, lo vi litigar y me impresionó cómo podía defender una posición.

¿Y qué circunstancia marcó su conexión con el pisco?
Me caí a una cuba de vino cuando tenía cuatro años. En los veranos, cuando todos se iban a la playa, nosotros nos íbamos a Ica, al campo. Veíamos la cosecha. Mis primeros trabajos remunerados han sido en la bodega, pegando timbres.

Volvamos al derecho. ¿Por qué aún es importante elegir esta carrera, pese a que parece saturada de profesionales?
No es un tema de cantidad sino de ser los mejores. La excelencia se aplica a todo lo que uno haga.

¿Cómo ser el mejor?
Como dice Warren Buffett, hombre de negocios norteamericano, tenemos que luchar por la integridad y ahí le agregamos conocimiento, experiencia, destreza, etc.

¿La integridad cómo la adquirimos, dónde se ‘compra’?
(Risas). Tiene que venir de los lineamientos en los que uno ha decidido llevar adelante su vida. Las esencias son las que persisten en el tiempo. Cuando hablamos de 140 años, es que algo ha sido hecho correctamente. La visión es hacer cuando no nos ven lo mismo que hacemos cuando nos ven.

¿Se elige a quién defender?
Por supuesto. Tenemos un comité de conflicto de interés, que determina si algún caso o cliente no está alineado con nuestra visión.

¿Cómo llegaremos al bicentenario en ambos planos: el pisco como bebida bandera y la integridad en la justicia?
La oportunidad que tiene hoy el Perú, a raíz de los audios, es para nivelar los desequilibrios que se han venido produciendo en el Poder Judicial. Este nos debe llevar a una revisión no solo de las personas sino de la estructura en la que se reformulará. El Poder Judicial está, lamentablemente, devaluadísimo. Este es un momento refundacional. Y no hay que olvidar que esto viene después del escándalo de Odebrecht.

¿Y con el pisco cómo vamos?
Las exportaciones cada día aumentan. El consumidor internacional, cuando descubre el pisco, halla una bebida singular, con características especiales. Es un producto diferenciado y diferenciable. El pisco tiene magia, embrujo y una gran calidad. Estamos en los albores de un gran desarrollo. En Tacama, exportamos a España, Francia, Italia, Alemania, a los países nórdicos.

¿Dónde quieren más al pisco?
Se está aprendiendo a beber no solo en coctelería sino también puro. No solo se reconoce al quebranta sino también al acholado, moscatel, albilla.

¿Chilcano, pisco sour o pisco puro?
Capitán (risas).

AUTOFICHA
- “Nací en Lima, pero mi corazón es iqueño. Estudié derecho en la Pontificia Universidad Católica. Soy socio gerente del estudio Olaechea y director, junto con mis hermanos y hermanas, de la viña Tacama. Somos seis hermanos, pero uno falleció. Tengo pasión por el Perú, el derecho, Ica, el vino y el pisco”.

- “Los caballos de paso son mi otra pasión. Hoy tenemos un evento en la viña: el Festival Tacama de la Raza y la Función del Caballo de Paso. Queremos rescatar sus condiciones viajeras. Con un grupo de amigos, desde hace 10 años, salimos a caballo, de Ocucaje al mar”.

- “También me enorgullece la geografía. Me encanta el desierto de Ica. Dentro de esa uniformidad, hay una belleza sutil. Cuando uno baja por la quebrada de Ica y entra a Ullujaya, ves toda esta zona horadada por el océano que existió, y por ahí uno se encuentra dientes de tiburón; es como andar en un museo”.