Los primeros días del verano llegaron con cielos nublados y temperaturas moderadas, pero esa calma climática ya es cosa del pasado. Con la llegada de días de intenso calor, es fundamental estar alerta a los efectos que estas altas temperaturas pueden tener en nuestra salud, especialmente en el corazón.
Conoce en esta nota el plan de desvío.
Según un informe del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la exposición prolongada al calor puede desencadenar una serie de problemas relacionados con la salud cardiovascular, incluso llevar a consecuencias fatales.
Ante este panorama, los expertos subrayan la importancia de no minimizar las señales de alerta que da el cuerpo y actuar rápidamente en caso de emergencias cardiacas.
El estrés por calor es una de las principales afecciones vinculadas al verano, ya que incrementa las exigencias sobre el corazón y el sistema cardiovascular.
La deshidratación, los coágulos sanguíneos y los desequilibrios hidroelectrolíticos son condiciones que pueden surgir con las altas temperaturas, y todas ellas están asociadas a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Los estudios del CDC destacan que el calor extremo puede exacerbar afecciones preexistentes, como la insuficiencia cardíaca, y precipitar emergencias como el síndrome coronario agudo, el infarto agudo de miocardio, las arritmias e incluso accidentes cerebrovasculares. Las temperaturas extremadamente altas han sido vinculadas directamente con un aumento de muertes relacionadas con insuficiencia cardíaca.
Factores de riesgo asociados al verano
Los especialistas advierten que otros comportamientos y condiciones comunes durante el verano pueden aumentar los riesgos para el corazón:
- Consumo excesivo de alcohol: Puede deshidratar el cuerpo y elevar la presión arterial.
- Dietas desequilibradas: Alimentos ricos en sal, grasas o azúcares pueden aumentar el esfuerzo del corazón.
- Omisión de medicación: Durante las vacaciones, algunas personas tienden a descuidar su rutina médica.
- Falta de sueño: El insomnio o el descanso inadecuado pueden afectar el ritmo cardíaco y la salud en general.
Prevención
Para minimizar los riesgos de enfermedades cardiovasculares durante el verano, los expertos recomiendan:
- Mantenerse hidratado: Consumir suficiente agua para prevenir la deshidratación.
- Evitar la exposición directa al sol: Especialmente entre las 10:00 a. m. y las 4:00 p. m., cuando las temperaturas suelen ser más altas.
- Adoptar una dieta saludable: Optar por alimentos frescos, como frutas y vegetales, evitando el exceso de sal y grasas.
- Respetar las prescripciones médicas: No interrumpir el tratamiento habitual y seguir las indicaciones del médico.
- Reconocer las señales de alerta: Estar atentos a síntomas como mareos, palpitaciones, dificultad para respirar o dolor en el pecho, y buscar atención médica de inmediato si se presentan.
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