A veces nuestro lenguaje corporal habla más que nuestras palabras. (Foto: Pixabay)
A veces nuestro lenguaje corporal habla más que nuestras palabras. (Foto: Pixabay)

¿Cómo sobrevivir a los terribles lunes?  Que en realidad puede ser martes, miércoles, jueves o el día que sea. Todos tenemos ese día en el que no queremos despertarnos, ni atorarnos en el tráfico o en el sentimos que simplemente “todo se alineó” y que nuestro día será fatal.

Los seres humanos funcionamos en tres dimensiones: cuerpo, emociones y lenguaje, lo que debemos buscar es un equilibrio entre estas tres, considerando que al modificar una de ellas, tendrá impacto en las otras dos.

Según Carla Devoto, coach Ejecutiva de Kater, a veces nuestro lenguaje corporal habla más que nuestras palabras. ¿Aprendemos a escucharlo?

1. Flexibilidad.  Quítale el peso a todo lo que te puede arruinar y afectar el día. Facilita la creación, el soñar y el juego. Si estás en el trabajo y tu computadora se colgó, o no funciona el Excel, y te estás poniendo tenso, estresado, podrías practicarla.

Lo primero que debes hacer es mover tu cuerpo de manera libre, como si estuvieses bailando levanta los brazos, las piernas, mueve el cuello, siempre hay algo original y lugar para hacerlo. ¡Déjate llevar!

2. Resolución.  Permite empoderarte, avanzar, tener una relación activa con las demás personas.  Si es que tienes una exposición súper importante ante tu jefe o en tu área y estás nervioso,  

Coloca un pie delante del otro y alza las manos sobre tu cabeza como si tuvieses un objeto entre ellas y hacer como si lo lanzaras hacia adelante exhalando el aire fuertemente. Repítelo durante dos minutos.

3. Estabilidad.  Nos lleva a la permanencia, a contactar con la tierra, a conectar con el “aquí y ahora”. Si estás distraído, o tienes alguna preocupación personal que no tiene que ver con el trabajo, sientes que estás desconcentrado, desenfocado. 

Coloca tus pies separados, a la misma altura, luego tus manos con las palmas hacia abajo a la altura de tu cadera. Dobla ligeramente las rodillas y realiza pequeñas sentadillas (no hasta abajo sino a media altura) con respiración suave.

4. Apertura.  Desde aquí te permites escuchar, observar, esperar, guardar silencio, ceder, conectar con el otro, aceptar. Por ejemplo: Tu compañero de trabajo te busca porque quiere comentarte un problema personal y te cuesta conectar pues estás muy enfocado en el trabajo; este ejercicio te podría servir para aplicar la empatía con él y luego continuar con tus labores. 

Coloca tus pies separados a la misma altura, tira el cuerpo ligeramente para atrás o coloca tus manos frente al pecho y ábrelas formando un circulo de adelante para atrás, luego elévalas y realiza el circulo hacia arriba como si estuvieras bailando ballet. Tu respiración que sea profunda y calmada o realízala esbozando una sonrisa.

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