Redacción PERÚ21

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Hoy, el Leoncio Prado no quiere parecerse al espacio que describió en La ciudad y los perros. Sus autoridades se encargan de enfatizar que lo narrado por el novelista es pura ficción. Sus ex alumnos y sus actuales cadetes hacen lo mismo, pero es inevitable sentir que algo hay de verdad en la novela, más aún cuando quienes hoy lo dirigen nos dicen que el famoso bautizo –esa 'bienvenida' ritual y un tanto salvaje de los 'perros' o nuevos alumnos– no existe desde la llegada del nuevo siglo, pero los cadetes de quinto año –llegados al colegio en 2013– nos cuentan con orgullo que pudieron superar esa prueba iniciática. "Teníamos miedo, pero lo vencimos", nos dicen todos.

Más allá de esta circunstancia, autoridades, profesores, ex alumnos y cadetes muestran un orgullo que, por ejemplo, ya quisiéramos oír de nosotros mismos cuando hablamos del país: "El Leoncio Prado me hizo líder", nos dice César Ramírez Vizcarra, alumno de la promoción 26 (1969-1971) y dirigente de la Asociación Leonciopradina. "Tan fuerte es nuestro vínculo que hasta los masones nos admiran", prosigue este ingeniero de sistemas que, apenas regresó al Perú después de una estancia gaucha de 34 años, buscó a sus compañeros del colegio y se hizo dirigente de su asociación. El Leoncio Prado es, sin duda, uno de los motores de su vida.

Y este orgullo, este sentido de pertenencia, uno lo siente cuando conversa con los cadetes Jherson Rojas Guillén, Guillermo Román Felipe y Christian Manco Herrera, tercer, segundo y primer puesto de la promoción 69, la que egresará en 2015.

Manco es el brigadier general del colegio. Entró al Leoncio Prado para formar su carácter, pues era muy irascible: no optó ni por una Iglesia o un psicólogo, ingresó, sin que sus padres lo supieran, al colegio militar; hoy se siente un hombre controlado, listo, con sus 16 años, para enfrentar la vida y convertirse en un médico respetable, prestigioso.

Guillermo Román, su compañero de promoción y amigo, se reconoce hoy como mejor persona. "Aquí las diferencias desaparecen, sea uno rico o pobre, costeño, andino o selvático, todos somos iguales". Román también quiere ser médico; sabe que cumplirá su sueño: al ingresar al Leoncio Prado era un poco relajado, hoy es el segundo de su promoción.

La familia de Jherson Rojas tiene una tradición leonciopradina: su hermano mayor, hoy oficial de la Policía, estudió en el colegio y su hermano menor acaba de ingresar en el quinto lugar. Esto lo compromete con la institución. Asimismo, en el colegio ha ganado confianza, autoestima. Es pequeño, estudioso, provinciano: en una escuela de palomillas hubiera resultado la víctima perfecta para el bullying, aquí no. "En el colegio nos enseñan a respetar a los demás y a ser humilde. Además, es verdad que somos una síntesis del Perú. Acá conocemos a nuestro país y aprendemos a quererlo", concluye.

El Leoncio Prado acaba de ser remodelado y muestra un nuevo rostro. Los bautizos continúan, pero, como el país, eso también cambiará.

Por: Gonzalo Pajares C. (gpajares@peru21.com)

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