Redacción PERÚ21

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Dueña de una personalidad única y alegría desbordante, Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz Alfonso de la Santísima Trinidad, o simplemente , es una de esas cantantes que siempre recordaremos por su enorme talento en el escenario pero sobre todo, por sus exuberantes pelucas.

Hoy se conmemora un año más de su partida desde 2003 y las pelucas, fueron -y serán- una de sus características principales de la cubana que nos hizo bailar al ritmo de sus pegajosos temas pero sobre todo, sacarnos una sonrisa en el momento que más lo necesitábamos.

De su gran colección de cabellos postizos, hay una que quedó en nuestra mente y es la famosa peluca blanquiazul, la cual utilizó en los premios Latin Grammy 2002 y rápidamente se convirtió en la más representativa de la intérprete de "La negra tiene tumbao".

Esta es una de las películas más emblemáticas de la cubana. (Foto: AFP)
Esta es una de las películas más emblemáticas de la cubana. (Foto: AFP)

Y no es para menos, pues era un gran copete blanco salpicado con pelos azules que combinaban perfectamente con el vestido azulino que llevó en esa ocasión y que la actriz caribeña, Aymeé Nuviola, quien interpretó a la Reina de Guaguancó en su bioserie de 2015, calificó como “emblemática”.

“Fue una peluca que dio mucho trabajo peinarla porque, digamos, es una peluca emblemática de ella. Es imagen de ella que con esa peluca dio la vuelta al mundo”, declaró la actriz en una entrevista al portal de telenovelas NovelasLounge.

Otra de las características de las pelucas de la gran Celia Cruz son los colores, pues un día podíamos verla con el cabello naranja, luego morado y más tarde, verde limón. Tonalidades que combinaban con los cabellos lacios, rizos, cortos, largos y un largo etcétera.

Una explosión de colores que la hacía brillar más que nunca y que comenzó a usar para cuidar su cabello, pues antes de llevarlas se lo alisaba seguido con una plancha caliente: craso error.

Junto a sus coloridas pelucas, los accesorios también eran característica de la cantante. (Foto: AP)
Junto a sus coloridas pelucas, los accesorios también eran característica de la cantante. (Foto: AP)

“En Cuba en los años cincuenta, Celia usaba una plancha caliente para alisarse el pelo. Lo hizo tanto, que empezó a caérsele un poco el pelo entonces cuando llegó a Nueva York, un peluquero le dijo: 'debes empezar a llevar pelucas'”, declaró en una entrevista a un medio estadounidense Omer Pardillo, último representante de la cantante.

A ciencia cierta no sabemos cuántas pelucas adornaron la cabeza de una de las hijas más queridas de Cuba, pero Pardillo agregó que desde el momento que empezó a utilizarlas no paró hasta sus últimos días, pues eran muy cómodas para ella.

“Así se sentía más cómoda, porque así no tenía que pasar tanto tiempo en la peluquería. Empezó con pelucas negras, normales, y más tarde empezó a ponerse ‘funky’ con colores. En la última parte de su vida, se puso todos eses colores locos: verde, amarillo, rosa. Antes de que esas pelucas se pusieran de moda, ya las llevaba Celia”, detalló el empresario musical.

Luego de apagarse la melódica voz de Celia, sus –también- extravagantes vestuarios fueron donados al museo Smithsonian (Estados Unidos) donde se lucen imponentes y a otras instituciones como el Centro de Investigación y Archivo del Proyecto Legacy de Celia Cruz (también en Estados Unidos), donde se atesora todo el legado de la cubana.

Aquí tienen una variada cantidad de pelucas de Celia Cruz, 150 vestidos y 35 pares de zapatos, los cuales se caracterizan por tener el taco invertido. Estas piezas están en constante exhibición para los amantes de la salsa y fieles de Celia Cruz quienes tienen en mente su recordado “Azúúúcar”.

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