Redacción PERÚ21

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La tierra es una bendición, dice Eugenio Ricce, un hombre de 54 años apasionado por la agricultura. "Gracias al café hemos logrado salir adelante", dice, al lado de su esposa Agripina. Esta familia cafetalera vive en el poblado Santa Rosa de Kiatari, en Pangoa, donde cada vez más personas han abandonado los cultivos ilegales para aprender todo sobre el café y entregar a paladares exigentes un producto de alta calidad. En el fundo San David, Eugenio muestra su cosecha. Está orgulloso.

"Agradezco a DEVIDA por el apoyo. Nos ha permitido sacar adelante nuestra familia", dice Eugenio.

Los productores como Eugenio y Agripina recibieron asistencia técnica del Programa de Desarrollo Alternativo en Satipo (DAS) de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA) logrando que sus cultivos sean más eficientes, respetando el medioambiente. 

El café que producen se comercializa a través de cooperativas que han logrado ser implementadas con equipos de laboratorio, tostadora, despulpadora, entre otros, para mejorar el proceso de post cosecha.

Recorrer la zona es descubrir una serie de experiencias edificantes, pero lo que más te impacta es la pasión de estas personas por el café, un producto que consideran bandera y que quieren llevar al mundo entero.

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