Viernes, 8 de abril del 2022

Pan y rosa ante la deuda del Estado con las mujeres

El 8 de marzo se celebró el Día Internacional de la Mujer, en conmemoración de una lucha que no ha terminado.

Pan y rosa ante la deuda del Estado con las mujeres
El 8 de marzo de 1857, las mujeres que trabajaban en la industria textil de Nueva York llevaron a cabo la huelga que daría fecha al Día Internacional de la Mujer.

Dra. Ada Gallegos Ruíz Conejo

Directora

Instituto de Investigación y Estudios de la Mujer

El Día Internacional de la Mujer tiene como antecedente histórico el final del siglo XIX, período donde se transformó la economía y el modo de trabajo. Muchas mujeres eran explotadas, no tenían protección legal y eran víctimas de vulneraciones a sus derechos en la relación obrero patronal. Se fue acumulando el descontento en las trabajadoras madres de familia que tenían que sostener económicamente sus hogares.

El 8 de marzo de 1857, las mujeres que trabajaban en la industria textil, llamadas “Garment Workers” en Nueva York, organizaron una huelga exigiendo salarios más justos y condiciones laborales más humanas, pero los agentes de la policía las detuvieron. Dos años más tarde, las manifestantes crean su primer sindicato para luchar por sus derechos. 51 años después, el 8 de marzo de 1908, 15.000 mujeres toman las calles de Nueva York exigiendo aumento de sueldos, menos horas de trabajo, derecho al voto y prohibición del trabajo infantil. El slogan que utilizaron fue Pan y Rosas. El pan representaba la seguridad económica y las rosas, una mejor calidad de vida. El acontecimiento más doloroso durante esta lucha se refiere al incendio en la fábrica COTTON de Nueva York, un 8 de marzo de 1908, donde murieron 129 mujeres luego de que se declararon en huelga, con permanencia en su fuente de trabajo.

Las Naciones Unidas celebraron por primera vez el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo del año 1975. Se evidencia que la lucha de las mujeres estuvo orientada a reivindicar derechos de orden económico social, salario justo, mejores condiciones laborales, estabilidad laboral y seguridad social, denunciando la discriminación de género, violencia doméstica, acoso laboral, sexual o político. A través de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, 189 Estados miembros de las Naciones Unidas se comprometieron a tomar medidas protectoras hacia la Mujer, conteniendo un fuerte compromiso para defender la igualdad de derechos y poner fin a la discriminación.


Esta plataforma de acción incluye los derechos humanos de la mujer como una de 12 esferas de especial preocupación, indica medidas para lograr una aplicación plena de todos los instrumentos de derechos humanos, especialmente los principios establecidos en la Convención CEDAW. La realización de los derechos de las mujeres es fundamental para lograr avances en todas las esferas de preocupación de la Plataforma de Acción de Beijing, ésta confirma el principio de que la protección y promoción de los derechos humanos es la primera responsabilidad de los gobiernos, apoya la consecución de la igualdad de género y formula una declaración explícita sobre la responsabilidad de los Estados de cumplir los compromisos asumidos. Por su parte, la Carta de las Naciones Unidas garantiza la igualdad de derechos de mujeres y hombres. Todos los principales instrumentos internacionales en materia de derechos humanos estipulan que se debe poner fin a la discriminación por razones de sexo.

Casi todos los países han ratificado la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW). Sin embargo, en la actualidad todavía existen importantes brechas y violaciones de derechos en todas las regiones del mundo. En pleno siglo XXI, cuando se ha generado una normativa internacional que enarbola derechos de las mujeres en varias dimensiones, se comprueba una abismal distancia entre lo que establecen las normas protectivas de la mujer y lo que acontece en la realidad fáctica, escenario en el cual observamos de forma cotidiana constantes violaciones a los derechos de las mujeres, atropellos que además se mantienen en la impunidad, frente a la pasividad del Estado y la dejadez de los gobiernos.

Según investigaciones de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos y ONU MUJERES, más de 65.000 mujeres y niñas son asesinadas anualmente. América Latina muestra crecientes índices de violencia contra las mujeres, resultado de la trata de personas, narcotráfico y proliferación de armas ligeras. Las entidades antes mencionadas elaboraron un modelo para la investigación de los asesinatos por razones de género perpetrados contra las mujeres en el continente, documento que aún no es tomado en cuenta por las autoridades respectivas.

De acuerdo a la investigación del Foro Económico Mundial, aún faltan 170 años para cerrar completamente las brechas de género en todo el mundo. Es más, un estudio de la investigadora Caren Grow confirma que a las mujeres apenas les reconocen tres cuartas partes de los derechos legales que gozan los hombres, lo cual limita su capacidad para conseguir empleos o empezar un negocio. Ella dice que “eliminar la desigualdad de género nos ayudará a crecer más económicamente”.


En el tema de la violencia añade que ésta tiene un costo económico muy alto, porque la mujer que la sufre no sólo debe acudir a servicios médicos o de salud mental, sino que también puede empezar a ser menos productiva, lo cual afectará sus ingresos. De acuerdo a estimaciones previas, la violencia contra las mujeres y niñas puede tener un costo entre 1% y 4 % del Producto Interno Bruto (PIB) en los países. Respecto a la situación de la mujer peruana, en el rango de edad de 18 a 76 años, 78% son gestoras de su hogar, 76% son madres y 68% trabajan fuera de su hogar. Se muestra la función múltiple que cumple en un escenario complejo donde la violencia sexual, el acoso sexual y la violencia física resultan ser los tres problemas principales que éstas deben afrontar, en una situación de peligrosa indefensión y desprotección ciudadana.

No obstante que el Estado peruano es suscriptor de importantes instrumentos internacionales sobre los derechos de la mujer, en la práctica se advierte distancia entre lo que consagra la norma nacional e internacional y lo que acontece cotidianamente contra ellas a través de la violencia física o psicológica, la misoginia, la discriminación de género o las diversas modalidades de acoso. Esa realidad que ubica a la mujer peruana en situación de vulnerabilidad nos interpela a todos, para asumir un compromiso firme en aras de lograr verdaderos cambios que pongan fin a esta injusta forma de convivencia que continúa sometiendo a las mujeres a una condición de ciudadana de segunda.

Este 8 de marzo, el mejor homenaje a las mujeres del mundo, antes de felicitarlas, es unificar nuestras luchas, consolidar un mundo mejor y un país donde la igualdad y la vigencia de derechos deje de ser una simple norma legal para convertirse en una verdadera realidad.

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