Lunes, 30 de noviembre del 2020

Mariana Edery Migone

Estudió Administración y Gerencia, es dueña de la conocida marca de zapatos Canchita y una exitosa emprendedora.

Mariana Edery Migone
Lo que más le gusta a nuestra egresada es la adrenalina de los negocios.

Su historia en los negocios comienza antes de terminar su carrera en la URP. Ella estaba haciendo sus prácticas en una compañía auditora cuando, allá por el 2007, decidió abrir su propia empresa. “Me encantaban los zapatos. Yo hacía los míos mientras practicaba. Después mis amigas, me los pedían porque tenían ciertas características que no encontrabas en el mercado, y me di cuenta de que allí había un nicho”, comenta Mariana.

Ella es una gran consumidora de zapatos y sabía qué marcas no le acomodaban, no le duraban, le hacían doler el pie y las rodillas, resbalaban o provocaban un mal olor. Con esa información creó sus propios diseños.

“Tenía que ser un zapato que no fuera sintético, con un buen acolchado para no quitártelo después de ir a una discoteca o que te obligue a llevar tus sayonaras a un matrimonio. Entonces, preparé un PPT —porque por esos años aún no se usaba Facebook en el Perú— con la foto de un solo modelo, en 6 colores y puse: “¿Quién quiere?”, con mi correo de Hotmail. Se lo envié a mis amigas —éramos como 10 en el grupo— y ellas me apoyaron enviándolo por correo a sus bases de datos. El primer día me cayeron más de 100 pedidos y en tres días hice 15.000 soles. ¡Me sentía millonaria! Claro, después de ganar unos 700 soles mensuales recibir eso en tres días era un montón”, comenta.


El sistema era simple: la persona le pagaba por adelantado, ella mandaba a fabricar los zapatos y luego los entregaba. Esa fue parte de la clave de su éxito, pues trabajaba con el dinero del cliente. Sin embargo, al crecer las ventas, sus proveedores le dijeron que ya no era posible seguir así porque cada solicitud contenía características distintas, con diferentes colores y agregados que complicaban la producción. Había que empezar a fabricar por docenas.

Sin embargo, esta decisión la obligaba a invertir dinero de su bolsillo y cambiaba el modelo de negocio. Sus zapatos seguían siendo exclusivos, aunque no personalizados. Pero no se amilanó. “Empecé a hacer colecciones y tuve que marketearme más. Hice mis volantes y los llevaba siempre conmigo. Si viajaba a otro país, me subía primerita al avión y los metía en todas las revistas de los asientos; si iba a un Starbucks, pegaba mis flyers en todos los baños, incluso en los de los hombres”, subraya Mariana Edery Migone.


COMIENZA OTRA ETAPA

Justamente, uno de los flyers pegados en el baño de un establecimiento originó que la llamen para su primera entrevista por televisión. Se trataba de un programa de nombre Boda y Estilo. Todo salió tan bien que vinieron muchas entrevistas más. De allí saltó a la Fundación Romero como expositora en el concurso Para Quitarse el Sombrero.

“Iba por las diferentes universidades de Lima y Provincias a exponer mi experiencia, porque me querían como ejemplo para el concurso. Luego me nombraron embajadora y todo fue creciendo como una bola de nieve. Me prepararon un video bien bonito a raíz del cual me llamaron de América Noticias, Perú 21, El Comercio, Trome. Después el Congreso me premió en el Día de la Mujer; una cadena de radio y televisión me reconoció como persona destacada del Perú y hasta la Municipalidad de Miraflores me hizo su expositora oficial. Yo nunca he pagado por publicidad, todo se dio de manera natural”.

¿Y de dónde salió la marca para sus zapatos? Mariana explica que primero intentó ponerle las siglas de su nombre, pero fue rechazado por Indecopi. Entonces, visitó a unos amigos muy cercanos que criaban un perro peruano que se llamaba Canchita. Esto redondeó su idea, pues a ella le encanta su país, su cultura, los colores, la comida. La propia palabra “canchita” que es un peruanismo. Además, su papá fue un marino que le inculcó desde pequeña ser superpatriota. Entonces, nació la marca de zapatos “Canchita”.

“Por eso, la característica de mis zapatos es que siempre tienen colores chicheros. A veces, adentro les pongo un poquito de telar peruano para que los identifiquen. Toda mi temática y la decoración de mis tiendas, así como las cajas son bien modernas y representan lo peruano”, explica nuestra egresada.


Y LLEGÓ LA PANDEMIA

Tuvo tres tiendas, pero las fue cerrando según terminaba cada etapa y comenzaba un nuevo crecimiento, porque el emprendimiento es así. Ella recuerda que el día de la inauguración del último local, el más espectacular, el mejor diseñado, el país sufrió un remezón político tan fuerte que casi nadie asistió. Todo un contraste con la primera tienda, cuyo primer día fue tan exitoso que sacó lo suficiente para pagar tres meses de alquiler.

“Allí te das cuenta cómo impacta la política en los negocios. Habíamos preparado unas proyecciones que en el peor escenario aún eran positivas, pero lo que sucedió no fue nada de lo esperado. Durante esa semana no fue nadie, parecía que el Perú se había estacionado, y habíamos invertido un montón de dinero. Luego la tienda empezó a marchar lentamente y fuimos creciendo. Llegó Navidad, Año Nuevo, los gastos de colegio y subieron las ventas, parecía que finalmente todo iba a ir bien, pero en marzo llegó la pandemia”, cuenta.


Como todos, ella tuvo que reinventarse. Bajó los precios y empezó a vender por medio de las redes. “Fue una locura”, comenta. La siguiente semana parecía que se iban a agotar todos los zapatos en el mundo. La primera impresión fue que los siguientes meses serían todo un éxito, hasta que pasó el tiempo y la gente no quiso más zapatos, solo pantuflas y sayonaras.

Claro, ya en esta etapa Mariana no solo tenía su marca, sino que fabricaba también para otras empresas; lo cual le resultaba más rentable. Además, lo que a ella le gusta son los negocios en general y esa adrenalina tan particular que conlleva. Por ello, en ese interín no solo nació su hijo, sino que creó un negocio de venta de hierbas naturales.

“Es un té para bajar de peso, con antioxidantes, limpiador hepático, regula los triglicéridos y el colesterol malo. Fue un golazo. Mi año de facturación de los zapatos lo realizo en dos semanas y todo se vende por Internet. Se salió tanto de control por Instagram que tuvimos que contratar a dos, tres, cuatro, cinco personas para responder en las redes. También contratamos una empresa de logística para que se encargue de la distribución. Además, tienen una aplicación de la que nos colgamos y por ese medio las personas hacen los pedidos”.

Comenta que le ayuda en las ventas el ser más o menos influencer en sus redes, por lo que la gente consume lo que ella utiliza. Ahora está en Brasil, de donde es su novio, abriendo la empresa también por allá.


¿Qué recuerdos guarda de su paso por la URP? “Sigo teniendo a mis grandes amigos de la universidad, los frecuento hasta el día de hoy. Nos reunimos una o dos veces al año y siempre estamos en contacto. Recuerdo también a varios profesores, pero al que más rescato es a mi profesor de Negocios Internacionales, Iván Oblitas, que le ha hecho seguimiento a toda mi carrera, a mis emprendimientos. Siempre me ha apoyado, y lo hace así con todos sus alumnos. Me ha invitado a su clase para exponer varias veces. Me encanta”.

Subraya que, si bien los zapatos fueron su negocio más mediático, a ella lo que le gusta es hacer negocios. Y ahora que el mundo ha cambiado y la gente se va más por lo natural y el cuidado personal, se seguirá enfocando en productos relacionados con el bienestar del cuerpo. “Esto ha sido muchísimo más exitoso y en tiempo récord, más que los zapatos”, finaliza.

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