Las relaciones de pareja cambian con el tiempo y mucho de ellos ha variado en torno al clásico “quién paga la cuenta” tras una cita. Ahora es muy usual el llamado fifty-fifty o cada uno paga la mitad. Sin embargo esto llegó a un nuevo nivel para una pareja colombiana.
Una tiktoker de este país contó la historia de su amiga, quien se enfrentó al “más tacaño”, según describió en su video viral. Y es que el saliente de su amiga llevaba los pagos equitativos a un extremo.
Y claro está, ningún extremo es bueno. “Yo no sé qué estaba pensando”, indicó la creadora de contenido Stephani C. (@cestepha17).
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Para Stephanie, su amiga debió intuir que algo andaría mal desde un comienzo, ya que el hombre demostró una clara preocupación desde que empezaron a salir.
“Yo no sé qué estaba pensando cuando se metió con él, porque el man (hombre) desde primera cita le dijo: ‘Bueno, ¿cómo vamos a pagar?’, comenzó explicando.
Si bien no tiene nada de malo que exista esta igualdad respecto a los pagos, lo llamativo y alarmante para ella era el gusto excéntrico del hombre en cuestión.
“El man ganaba tres veces, casi cuatro veces más que ella, y le gustaban las saliditas y las citas a ese nivel. Entonces mi amiga en su enamoramiento se dio la tarea de seguirle ese ritmo”, detalló la joven colombiana.
Y no solo era que el joven ganara más, sino que prácticamente obligaba a su pareja a pagar lo mismo para sus salidas de “nivel”, algo que ciegamente siguió la amiga de la historia.
“¿Y ustedes qué creen que hizo el man? Le ofreció la solución de su vida. Uno pensaría que el man le dice: ‘Bueno tranquila, no te preocupes, yo te invito esta salida y tú, cuando estés en una mejor situación, me invitas a algo’”, contó la usuaria, pero la verdad fue muy diferente a lo que esperaban.
Lo que ocurrió fue que el tipo pagaba las citas, pero también creo un Excel en el que detallaba todos los gastos de la salida, para que la joven después se los depositara.
El nivel de detalle era sorprendente, en los pantallazos que se aprecian en el video se puede ver que el hombre apuntaba el agua que tomaba, el dulce del kiosco que le compró (mekato) y hasta el motel que compartieron. Una historia inverosímil.