Sarah Cummings planeaba casarse con su prometido, Logan Araujo, el pasado 15 de junio. Ambos se habían preparado para una noche inolvidable: la fiesta de bodas, con un gran banquete, ya estaba en marcha.
Y se realizaría en el lujoso hotel Ritz Charles de Carmel, en Indiana, Estados Unidos. Según el diario Independent, habían invertido casi 26.000 dólares.
Sin embargo, el matrimonio se canceló pocos días antes y Cummings, en medio de los sentimientos encontrados, decidió usar la reserva y comida para invitar a comer a gente sin hogar. De no hacer eso, la comida la hubieran tirado a la basura.
La decisión fue tomada junto con su novio, quien comprendió de inmediato. Para eso, tuvieron que llamar al establecimiento y cancelar el banquete (previsto para 70 invitados).
La respuesta fue negativa: no aceptaban cancelaciones con una semana de anticipación, así que de todos modos deberían pagar la boda. Por ese motivo, Sarah invitó a 170 personas sin techo para que disfrutaran del buffet.
Según contó a la prensa local, fue "devastador" llamar a los invitados para explicarle que cancelaría la boda, pero peor aún fue enterarse de que el establecimiento planeaba tirar a la basura toda la comida.
Los invitados —provenientes de albergues de Indianápolis y Noblesville— fueron vestidos para la ocasión: con terno y vestidos. Hasta contrataron una empresa de buses para que los recogiera.
"Me ha conmovido la forma en la que Sarah ha convertido una experiencia dolorosa para ella en algo feliz para muchas familias con necesidades", señaló Cheryl Herzog, la directora de uno de los centro de acogida.
Esta no es la primera boda que termina de esta manera: hace un tiempo, otra mujer dejó a su novio en el altar y convirtió la fiesta en un regalo para 60 niños sin hogar.