Tras la sustentación de Villanueva inició el debate de la cuestión de confianza. (Mario Zapata/Perú21)
Tras la sustentación de Villanueva inició el debate de la cuestión de confianza. (Mario Zapata/Perú21)

Lo que hemos vivido ayer es un pulseo entre dos poderes del Estado. Hasta el martes, el presidente era el gran ganador. Primero, el domingo con su mensaje confrontacional, directo, emplazando al Congreso a sacar las reformas constitucionales. El lunes con la reunión con los voceros. El martes parecía que había una salida política.

Pero qué sucede, el presidente del Consejo de Ministros va ayer al Congreso con un discurso elaborado como si nada hubiera pasado en los días anteriores. Como si el discurso hubiera sido redactado el mismo día en que el presidente anunció la cuestión de confianza.

Villanueva va y confronta abiertamente al Congreso: amarra la confianza a los cuatro proyectos de reforma y les pone plazos.

Incluso, llega un momento en que habla de la magia de Vizcarra que logró que el Parlamento trabaje con celeridad. Todo ello generó una reacción multipartidaria de rechazo al discurso de César Villanueva.

El premier y el presidente se convirtieron en dos peleadores de box. Hasta el domingo lo entiendo, pero lo que ha hecho Villanueva ya es innecesario; eso revela que hay un asesor o un grupo de asesores con poco conocimiento de las políticas institucionales que lo rodean.