Los resultados preliminares indican que existirá una mayoría del fujimorismo en el Congreso. Las proyecciones indican entre 60 y 65 legisladores. Si les sumamos los cerca de 25 de PPK, el Legislativo se habrá convertido en la principal muralla política y constitucional en contra de cualquier aventura o ensayo.
Quizá el fujimorismo haya encontrado la gran oportunidad histórica de convertirse en guardián de la institucionalidad política y económica, y en el promotor de las reformas que permitan transformar el Estado para que el crecimiento llegue a todos. El voto del sur a favor de Mendoza revela el descontento de las provincias frente al fracaso estatal pese a los ingentes recursos fiscales de la última década. Si el fujimorismo no es gobierno, desde el Congreso no solo podrá defender el orden institucional, sino también convertirse en soporte de un eventual gobierno no fujimorista. La mayoría fujimorista también puede transformarse en argumento para el adversario. En la segunda vuelta, el rival dirá que no debe elegirse un gobierno fujimorista porque en el Legislativo ya tiene mayoría naranja y en democracia hay "balance de poderes". Sin embargo, al margen de cualquier especulación, una verdad maciza: no hay gobernabilidad posible sin el fujimorismo.