ilusión frustrada. Úrsula Letona ve difícil que se concrete alguna vez el Plan Perú.
ilusión frustrada. Úrsula Letona ve difícil que se concrete alguna vez el Plan Perú.

Hace 41 años, con cuatro kilos de peso y sin un pelo (de tonta) aterrizó en el hospital Rebagliati (ex Empleado). La quinta de siete hermanos, la última por mucho tiempo; la engreída, la niña de mamá. Por ello, era lo contrario de todo lo sociable que hoy parece ser. “Fui muy introvertida, no hablaba, era chinchosa al punto de poner el codo para que no se copien en los exámenes”, confiesa.

Era chancona, porque además su madre –quien la tomó por fiel compañera tras la ruptura con su padre– era profesora en los colegios donde ella estudiaba. “Así que todo el día leía, escuchaba clase y en los recreos hacía gimnasia rítmica, pero sola”, subraya.

Preocupada, su familia consultó a un psicólogo y este recomendó matricularla en algún deporte en equipo, como el vóleibol. “Mi vida dio un vuelco cuando ingresé a la Liga de Pueblo Libre. Eran casi todas morenas, yo era un lunar entre ellas y formábamos la ‘pirañada’. Me enseñaron a bailar salsa ¡y bailo espectacular! Y así cambié todo, a mi mamá y a mi familia, por el vóley”, recuerda.

Era dedicada para todo. Buena alumna, buena competidora y cuando ingresó a la Universidad de San Marcos no tardó en comenzar a trabajar como asistente del decano de la facultad. “Comencé a ver temas legales sin ser abogada y así me enamoré del Derecho”. Fue en las aulas, hace 19 años, que conoció a su esposo, quien era profesor adjunto. Le revolucionó la vida cuando le pidió a nombre del resto de los alumnos que abandonara el salón un día que intentó tomarles examen y asegura que ‘él se dejó’ porque, según confesó años después, ‘ya le había tirado lente’.

Úrsula Letona, madre de cuatro hijos –de 15, 12, 8 y 5– confiesa ser permisiva al ciento por ciento. Pareciera que no mide lo que dice y que habla sin filtros, y durante la conversación en su despacho se parece muy poco a la legisladora tozuda que hemos visto defender, hasta hace una semana, las ideas de Fuerza Popular. Tras 14 años en el sector público, donde conoció a Keiko Fujimori en su etapa de congresista, terminó trabajando con ella. “Yo me acerqué al partido por el reto de hacer el ‘Plan Perú’, que era una idea distinta. Era salir a viajar, recoger los problemas y, sobre la base de esa experiencia, recién plantear soluciones. La verdad es que fue enamorador”.

De ahí a ser congresista, no obstante, había un largo trecho. “¡Tú estás loca… si yo los odio!”, asegura haberle respondido a la lideresa del partido cuando se lo propuso. Pero luego su esposo, en una comida donde también estuvo Mark Vito, terminó siendo el convencido: “Keiko agarró el pretexto de que ambos, estudiantes de colegio y universidad públicos con éxito, debíamos devolverle al país lo que habíamos logrado”. Así comenzó la aventura en el Parlamento.

Hoy, Úrsula Letona está alejada de Fuerza Popular y es consciente de que cada vez es más difícil que se ejecute el plan de gobierno que concibió al lado de Keiko Fujimori: “Confieso que ya ni lo pienso. Ahora solo puedo ayudar a que ella salga libre. Si después se recupera y logra tener la aceptación que en algún momento tuvo, eso es otra cosa. Hoy creo que tiene que dedicarse a su defensa, a sacar adelante a su familia y a ella misma”, remata.

“Creo que Fujimori debería denunciar a Yoshiyama”

La ilusión de Úrsula Letona por hacer el ‘Plan Perú’ junto a Keiko Fujimori la llevó a ser parte de la bancada de Fuerza Popular. Desde el 2014 se comprometió en ‘cuerpo y alma’ por el sueño de llegar a ser gobierno; sin embargo, la semana pasada, en el momento de mayor crisis del partido y con su lideresa en la cárcel, la parlamentaria decidió renunciar. ¿Qué pasó en realidad?

¿Realmente Úrsula Letona deja el partido por la denuncia de Yeni Vilcatoma?
-Yo no renuncio por la denuncia de Yeni. Yo renuncio porque siento que hay cierta pugna por el poder en la interna de Fuerza Popular y ella puede pretender utilizarme para decir que se va creando una división en la bancada. Si se quiere ir que diga, tal cual, por qué lo hace.

¿No será un pretexto lo de Vilcatoma para salir de la Bancada en este momento de crisis?
-Es un cúmulo de cosas. Todos los días me sacan algo. Primero que tuve algo con Mauricio Mulder y publicaron incluso la foto en Expreso. Decía “un piquito”. Imagina que tuve que explicarle a mi hija de 12 años porque un niño del grupo de Whatsapp del colegio mandó la foto. ¡Casi me muero!
Luego, era yo con Miki Torres y después fue con Miguel Castro. Y claro, ellos son hombres y no les dicen nada, pero a mí, un poco más y me tildan de ‘cualquiera’ para abajo. Por suerte mi esposo lo ha tomado con mucha tranquilidad, pero en realidad lo que más me ha dolido fue que dijeran, desde la bancada, que yo tenía una relación lésbica con Leyla Chihuán. Nosotras somos amigas, nos llevamos súper bien y a veces nos hacemos bromas. Pero ¡por Dios! soy madrina de su hija.

Tenerme que parar en la bancada para pedir que tengan cuidado, porque tengo hijos –y Leyla también- ha sido doloroso. Duro. Nunca en mi vida he tenido que hacer estos descargos y a mi no me han elegido para que todas las semanas me dedique a defenderme de una nueva acusación.

¿Qué esta pasando entonces?
-Creo que el Congreso transforma a la gente. ¿Cómo es posible que a la gente se le ocurra decir que una persona es poco proba o insinuar chismes de alcantarilla sin más? Pero además, en general lo que yo veo es que ser mujer, ser congresista y ser fujimorista es un estigma de que somos brutas, tolerantes, que no luchamos contra la violencia contra la mujer o que somos obtusas, machistas y que blindamos a la corrupción. Entonces hay un prejuzgamiento por el hecho de que concurran esas condiciones y yo me he sentido muy vejada, incluso por mujeres que dicen defender los derechos, cuando en realidad son posiciones políticas. Yo veo que hay un desprecio por la mujer política y eso tiene que cambiar. Hay un acoso muy duro.

Pero esta renuncia es un golpe, sobre todo, para Keiko Fujimori.
- Keiko sabe muy bien que esto es mi alejamiento del partido y de su bancada, pero no de la amistad que tengo con ella. Con ella no he hablado sobre la congresista Vilcatoma ni pienso pedir que la sancionen. Esto debe resolverse por el conducto regular y darle vuelta a la página. La relación que tengo con Keiko es personal; de hecho hoy la visité en el penal y creo que ella ahora necesita apoyo legal y yo seguiré ayudándola hasta que salga de la cárcel. Es una condición sine qua non.

¿Está colaborando con la defensa a Fujimori?
-De cierta manera opino en la estrategia legal que se está haciendo y todos los días hablo con su abogada, Guiliana Loza. Algo sé de derecho penal y estoy yendo mucho a verla también a la cárcel.

Esta renuncia coincide también con lo revelado por Jaime Yoshiyama. ¿Qué opina de la versión de que el dinero lo entregó Juan Rassmuss?
-Personalmente, y se lo he dicho a Keiko, creo que ella debería denunciar a Jaime. Es ella la que se esta ‘comiendo’ casi 40 días en prisión por una mentira que creo que no conocía. De hecho se lo he preguntado directamente. Por ello, pienso que debería denunciarlo. No sé si lo hará, pero desde luego yo lo haría.

Ahora, la versión legalmente confirmaría que no hubo delito y que no hay relación con Odebrecht. En lo jurídico, si se acredita que esta fue la razón por la que Jaime mintió, podemos dar con el derrotero de este caso pero, claro, tiene que ser corroborado. Jaime [Yoshiyama] está en Miami esperando una cita médica, cuando sería el responsable directo. Sin embargo, ya hay un daño hecho, no sólo a Keiko, sino también al partido, a Pier [Figari], Ana [Herz], Adriana [Tarazona] a Carmela [Paucará]. A todos los que han sufrido una prisión injustamente porque él hizo algo incorrecto.

¿Qué piensa Keiko de la versión de Yoshiyama?
-Esta con mil sentimientos. Que no te hayan dicho las cosas y por ello tengas que celebrar el cumpleaños de tu hija en la cárcel, como ha sido el domingo pasado… no hay derecho. Y ¿por qué? ¿Porque a una persona se le ocurrió mentir? Yo creo que sus disculpas no bastan. Yo no le voy a creer hasta que él pruebe lo que ha dicho. Me parece que su versión tiene alguna consistencia débil que él debe acreditar.

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