Acabamos de ver la cuarta ‘Toma de Lima’, no la tercera. Porque, cuando Aníbal Torres pidió que cada dirigente “trajera a Lima 50 personas cada uno” para hacer “arrodillar a los golpistas”, estaba convocando a la primigenia marcha de protesta, la misma que se realizó el jueves 10 de noviembre de 2022. Sus demandas fueron las esperables: rechazar la tercera moción de vacancia, cerrar el Congreso e instaurar una nueva Constitución. Fue una protesta explícitamente pro-Castillo porque para eso fue creada. Basta con ver el afiche de la convocatoria, con las figuras de Antauro y el propio Aníbal, a medio camino entre la tipografía de ‘Asu mare’ y la línea gráfica de ‘Al fondo hay sitio’. Es por ello que la que acabamos de ver el pasado miércoles 19 de julio realmente ha sido la cuarta ‘Toma de Lima’, considerando que la del 7 de diciembre fue la segunda y la del 1 de marzo de 2023 fue la tercera.

Más allá de su nombre, sin embargo, la marcha del 19 de julio fue ilustrativa. La ‘Toma de Lima’ siguió teniendo un núcleo castillista, pero alrededor convocó a colectivos evangélicos, universitarios, reservistas, antauristas, fans de Betssy Chávez, militantes de Perú Primero, morados, caviares y hasta hinchas del Cristal. La paleta de colores fue amplia y las siglas incluyeron al Conulp, Fenatep, CUL, CUNARC-P y una larga lista que iba desde la Coordinadora Distrital de Puente Piedra hasta el Comité por la libertad y restitución del presidente Pedro Castillo. Además, se dejaron ver algunas personalidades como la congresista Flor Pablo, el economista José de Echave, el caricaturista Alonso Núñez y su hija la cantante La Lá, el crooner Richard Swing y un tipo disfrazado de Spiderman. Desde la academia, el sociólogo de turno afirmaba —esquema incluido— que la aparente contradicción de demandas fortalecía la protesta, a pesar del evidente sinsentido entre algunas (si se van todos, ¿quién conducirá las elecciones?). Martín Vizcarra, acaso buscando capturar ese esquizofrénico bolsón de votos, marchó junto a los militantes de su flamante partido, Perú Primero. El expresidente que cerró el Congreso, se vacunó a escondidas y manejó la pandemia protestó por los fallecidos, marchó por la democracia y se indignó por la corrupción. Y, mientras su partidaria se atornillaba en Essalud, pidió la salida del gobierno de turno.

“La principal consecuencia del 19J es que se comienza a reunificar la coalición antifujimorista”, dijo el sociólogo entrevistado por La República, olvidando que varios exfujimoristas hoy caviares deambulaban por la plaza San Martín. Un analista político que siempre rechaza las carteras que no le ofrecen añadió en Canal N que, más allá de la digna convocatoria de algunos pocos miles, la multiplicidad de banderas evidenciaba una saludable pluralidad, algo que volvía a la ‘Toma de Lima’ en un inapelable triunfo. El punto en común entre la miríada de reclamos, dice, era el llamado a elecciones generales. Casi de forma simultánea, la congresista Kelly Portalatino exigía en televisión nacional el adelanto de elecciones exclusivamente presidenciales, enmendándole la plana y añadiendo un enésimo clivaje para el posterior análisis de la ciencia política. Ya lo dijo un filósofo esloveno que se casó con una modelo argentina: la política es el arte de lo imposible.

En ese sentido, fue elocuente la agresión a la periodista Tifanny Tipiani, ahora en Panamericana TV, por parte de un grupo de seguidores del reservista con antecedentes Willy Montoya. El incidente parecía imitar el ataque que sufrió la misma reportera cuando estaba en TVPerú, fina cortesía de las huestes castillistas. Una prueba de que los membretes pueden cambiar y multiplicarse, pero el vandalismo sigue siendo el mismo.

Conforme avanzaba la tarde, una mirada a las redes sociales confirmaba que la narrativa sobre la ‘Toma de Lima’ iba cambiando en tiempo real. Hacia las 2 p.m., y ante la rala convocatoria en la plaza San Martín, ya quedaba claro que la ‘Toma de Lima’ nunca se había tratado realmente de Lima, sino de las protestas en las regiones. Pero, aunque la Defensoría del Pueblo enumere 95 eventos de protesta en 24 regiones, poco dice eso de la magnitud real que se vio. Siendo expertos en framing, sin embargo, los opinólogos de izquierda saben que, así como nadie ve el debate, sino el análisis del debate, nadie ve la marcha sino el análisis de la misma. Quizás por eso los castillistas llenaron la plaza de ‘prensa independiente’, ‘reporteros alternativos’, ‘periodistas autoconvocados’, prestos a contar la historia de la gesta desde su imparcial punto de vista. Al cierre de edición, el balance de la ‘Toma de Lima’ en la prensa castillista más tradicional provoca palabras como ‘potente’, ‘digna’ e ‘interesante’. Y cualquier psicoanalista lo sabe: hablar de dignidad y potencia es una elocuente forma de eludir el espinoso tema del tamaño.

LAS MUÑECAS DE LA MARCHA

Verónika Mendoza, Sigrid Bazán y Gahela Cari protagonizaron su propio microclima de exigencias. La primera pedía que se vayan todos, como quien canta ‘quítate tu pa’ ponerme yo’. La segunda incidía en la salida de Dina Boluarte. La tercera se tomaba fotos. En general, y sin darse cuenta, o quizás dándose, estas representantes de la izquierda limeña fueron utilizadas como pantalla por el castillismo para sus propósitos: liberar y reponer en el cargo al golpista ex presidente Pedro Castillo. Después de todo, la ‘Toma de Lima’ venía con marca registrada.

Por su lado, Alfonso López Chau marchó con su portátil universitaria, ofreciendo su figura como la encarnación de una nueva propuesta. Otro candidato que maneja una universidad, para mayores señas. Tras comparar a Rosa María Palacios con María Parado de Bellido, cual galante Ken, el rector de la UNI habló de un solo punto en su pliego de reclamos: el adelanto de elecciones.

Pero quien se robó las cámaras fue la periodista aludida. Palacios se quitó el clavo de no haber marchado contra Fujimori participando en esta marcha junto a defensores de Castillo. Un memorioso recordó que, en su programa de La República, ella explicó por qué las marchas contra Castillo no funcionaban, allá por mayo de 2022: porque del 85% de limeños que en ese entonces desaprobaba su gestión solo marchaban algunos miles. El mismo razonamiento podría aplicarse ahora para explicar el fracaso de la última ‘Toma de Lima’. Si el 79% del país desaprueba a Dina Boluarte, ¿por qué solo fueron a marchar 21 mil? Una cifra muy generosa que incluye provincias y algo más. ¿Dónde está el 85% de personas que desaprueban al Congreso? Vista a la luz de la marcha, la mención al clásico del fútbol por parte del primer ministro Otárola ya no parece tan risible. Queda claro que las principales instituciones del país están desacreditadas. Pero también es evidente que la gente está harta de estar harta. Tanto así que la anomia se refleja en las pequeñas cifras que obtienen los voceados precandidatos frente a la aún inexistente campaña electoral. Y que un partido de Alianza Lima o el estreno de la película de Barbie despiertan más entusiasmo en la opinión pública.

Basta con preguntárselo a Wendy Sulca, quien llamó a sus fans a marchar mientras ella se vistió de rosado para el avant premiere del filme sobre la muñeca más famosa del mundo. En las redes sociales, los críticos subrayaron su inconsecuencia. Sin embargo, una mirada más aguda sobre el pasado 19J bien podría encontrar en aquella película la metáfora perfecta de lo que pasó en la ‘Toma de Lima’. Y es que, mientras Lucio Ccallo Ccallata y algunos exmiembros del Movadef manejaron la agenda política desde el inicio hasta este cuarto episodio de la saga (con análisis de la marcha incluido), un grupo de limeños con buenas intenciones pusieron su rostro amable como punta de lanza. No solo se juega con muñecos en el cine. Veamos si la saga tiene secuelas este 27, 28 y 29 de julio.