PARALIZADOS. Muchos peruanos debían subir a camiones para ir a trabajar y estudiar debido a los paros armados de Sendero Luminoso. (GEC ARCHIVO HISTÓRICO)
PARALIZADOS. Muchos peruanos debían subir a camiones para ir a trabajar y estudiar debido a los paros armados de Sendero Luminoso. (GEC ARCHIVO HISTÓRICO)

, entre los 80 y 90, no solo cobró numerosas vidas y violentó sanguinariamente a la población peruana. A través de los paros armados, la toma de carreteras y la persecución a los trabajadores y emprendedores, una gran cantidad de pequeños negocios fueron perjudicados drásticamente.

Así como se menciona en la “Colección del Bicentenario: 200 años de Economía en el Perú”, de Perú21, las herramientas intimidatorias aplicadas por los terroristas tenían el objetivo de forzar la población a acatar sus medidas. Esta situación y la desconexión vial generaban pánico entre los habitantes de las zonas vulneradas. Además, durante esos años, los militantes de Sendero perpetuaron varios asesinatos contra funcionarios de empresas privadas y líderes sindicales, que se negaban a unirse a esta agrupación.

“Esperaban el fin de los turnos en las fábricas para reclutar obreros. Los que se resistían eran asesinados. Incluso, por información de los mismos trabajadores reclutados que denunciaban maltrato de sus jefes, estos eran asesinados”, resalta José Luis Gil, exintegrante del GEIN de la PNP.

PAROS ARMADOS

En el mismo sentido, Gil recuerda que, durante los paros armados, los terroristas aprovechaban para perpetuar más acciones contra la comunidades con las que se ensañaban.

“Era la combinación de sus cuatro formas de lucha: sabotaje, aniquilamientos selectivos, combate guerrillero y la propaganda armada. Todo se llevaba a cabo en los paros. Obligaban a los negocios a cerrar. Se quería doblegar a la sociedad y, a su vez, detener el abastecimiento y servicios”, asevera.

Gil rememora que, él y excompañeros vivieron en carne propia dichos paros. “Viví uno en Ayacucho en 1988. Estuvimos una semana comiendo latas de atún. Ninguna bodega abría, ni siquiera la que estaba frente a nuestra jefatura. Tuvimos que racionar nuestras latas”, destaca.

“Sendero hacía cerrar los negocios y nadie podía salir. Aprovechaban para aniquilar personas, atacar comisarías locales y volar torres de alta tensión. Demostraban así su poderío”, agrega.

Sobre las consecuencias que dejaron estas prácticas terroristas, Gil señala: “Se sembró un espíritu de desconfianza y eso aún permanece en las zonas más afectadas”.

BODEGAS Y COMERCIOS

Andrés Choy, presidente de la Asociación de Bodegueros del Perú, destaca que el terrorismo tuvo un gran impacto negativo en los pequeños negocios, como las bodegas. “Era muy difícil conseguir productos. Existía miedo de salir para abastecerte en otro pueblo más grande. Era un riesgo, porque no sabías qué podía ocurrir. Se vendía lo que se tenía”, precisa.

Estas vicisitudes para el abastecimiento, según Choy, generaron que en muchas provincias se optara por un comercio local y el desarrollo de productos en esas mismas zonas. “Fue por necesidad. que comenzaron a faltar muchos insumos necesarios que llegaban de la capital. Así nació AJE de la familia Añaños”, explica.

Además, recuerda que, debido a los constantes apagones, muchas bodegas aumentaron el precio de las bebidas heladas y productos que necesitaban refrigeración, práctica que aún se conserva en algunas tiendas. “Cuando se iba la luz, los productos congelados se malograban. Nos obligó en invertir en hielo y otras fuentes de energía. Ahí quedó la costumbre de cobrar algo más por las gaseosas heladas”, señala.

“Las bodegas tenían que atender, porque muchas veces eran los únicos puntos de abastecimiento de los vecindarios. En esa época, no había supermercados, solo bodegas o mercados”, concluye.

Al respecto, Julio Pardavé, expresidente de la Asociación PYME Perú, resalta que la industria comercial se retrasó varios años. “Los emprendimientos no pudieron crecer con los paros armados y la violencia. Varios negocios quebraron”, manifiesta.

A su vez, indica que los toques de queda, impuestos por el Estado por seguridad, limitaban la competitividad de los negocios, mientras que los paros armados no solo perjudicaban a los pequeños negocios que necesitaban abastecimiento en provincias, sino también a los que distribuían productos en las mismas regiones.

Hoy, después de tanto retraso, dolor y violencia, aún persisten organizaciones vinculadas a Sendero Luminoso, como el Movadef, que está relacionado con el partido Perú Libre, del candidato presidencial Pedro Castillo.

TENGA EN CUENTA:

-A propósito de la costumbre de elevar el precio de las bebidas heladas en las bodegas , en el censo de 1993, se indicó que solo el 27% del país tenía una refrigeradora.

-De las carreteras bloqueadas con mayores problemas ocasionados por Sendero, resaltó la ruta entre Ayacucho y Andahuaylas, en la vía de Los Libertadores, que comunica la Panamericana Sur con Ayacucho.

-Las regiones más golpeadas por el terrorismo fueron Ayacucho, Lima, Junín, Huánuco, Huancavelica, Apurímac y San Martín.