El personaje del académico justifica la aparición de Sendero como algo natural, aludiendo a la pobreza y al racismo, que, sin embargo, no son exclusividades ayacuchanas ni peruanas. El ‘pensamiento Gonzalo’, en cambio, sí es creación local. Como Sendero, comandado por la clase media ilustrada provinciana, lejos de las despreciadas ‘mesnadas’.
El personaje del académico justifica la aparición de Sendero como algo natural, aludiendo a la pobreza y al racismo, que, sin embargo, no son exclusividades ayacuchanas ni peruanas. El ‘pensamiento Gonzalo’, en cambio, sí es creación local. Como Sendero, comandado por la clase media ilustrada provinciana, lejos de las despreciadas ‘mesnadas’.

La piel más temida no politiza el terrorismo. El senderista es pétreo, impenetrable, condenado al ostracismo. Un fantasma sin discurso político. Son “robots sin alma ni sentimiento” que surgieron de la nada y se levantaron en armas.

Como si ‘la cuarta espada’ no fuese la continuidad de una doctrina marxista. Como si el Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso no fuese el último eslabón rojo de una evolución de décadas, la escisión más radical de una larga lista de agrupaciones de izquierda.

Según la película, Sendero aparece por factores individuales y estructurales. Por un lado, seres que no hablan, “cuadrados y dogmáticos”, robots programados para la revolución. Por el otro, el racismo a la piel más temida: la andina. Pero no se habla del elefante en medio del filme, el factor determinante para el surgimiento de Sendero: la ideología. Abimael despreciaba lo indígena y superponía su ideología ‘científica’ a la religiosidad andina. Sendero jamás pretendió una reivindicación étnica. Pero la izquierda insiste en el manido racismo para soslayar el rol de la ideología y su propia responsabilidad.

En una escena, la madre del senderista dice “eran personas, ¿acaso tú nunca te has equivocado?”. Lo que recuerda al mote de “compañeros equivocados”, como la izquierda llamaba a Sendero. Pero lo que la izquierda no dice —y tampoco la película— es que los senderistas no eran compañeros equivocados, sino comunistas consecuentes que, a diferencia de sus camaradas, llevaron la teoría a la praxis.

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