Prefiere no dar su nombre pero la llamaremos Sandra. Es mujer, madre de familia y tiene 28 años en la institución. Es técnico de segunda de la Policía Nacional y, desde mediados de noviembre, siente que la gente la mira con desconfianza. “Nos han bajado la moral, en las redes nos atacan; estamos golpeados como institución”, dice, en alusión a las duras críticas que provocaron las muertes de dos jóvenes en el marco de las protestas contra el efímero gobierno de Manuel Merino.
En medio de esta situación, el relevo de 17 generales, apenas iniciado el gobierno de Francisco Sagasti, ganó titulares. ¿Los afecta? “Muy poco. Nos da igual porque al final nunca se acuerdan de nosotros los subalternos”, responde un suboficial técnico de tercera con 30 años en la PNP. Él presta servicio en unidades operativas. Tampoco puede dar su nombre. “Podría haber represalias”, advierte. Lo nombraremos Julio.
Y es que, efectivamente, tras la crisis política y la mentada remoción de una parte de la cúpula de oficiales, es muy poca la atención que se le viene dando a las necesidades de los más de 140 mil policías de a pie.
DEMANDAS
Para Sandra, las demandas son innumerables, pero es consciente de que es poco lo que puede hacer un gobierno con siete meses y medio por delante.
“Necesitamos medicinas. En el Hospital de Policía solo hay paracetamol, lo demás hay que comprarlo afuera; no hay camas, todo es recomendación, solo así te atienden con rapidez. La corrupción está desde arriba hasta abajo; si luchan contra eso y hay avances, quizás puedan solucionar la escasez de medicinas, el rancho, la mala infraestructura en comisarías, con eso ya nos ayudan bastante”; comenta.
Otra de sus preocupaciones es la posibilidad de una segunda ola del coronavirus. Afirma que en su unidad le dan 15 mascarillas para un mes. No protector facial, no gel antibacterial, no trajes de protección. Sostiene que en algunas comisarías sí entregan alcohol “porque eso lo maneja la Séptima Región”. ¿Por qué la diferencia? Es algo que no se entiende.
El listado de requerimientos no se agota. Las computadoras son pocas y viejas, muchos baños malogrados en las comisarías, los ambientes de descanso no son los más apropiados y ni qué decir de los colchones.
Julio, al igual que Sandra, no cree que se pueda hacer mucho en los próximos meses. “Para mí la prioridad sería subir los sueldos; segundo, mejorar la atención en el hospital y dotarlo de medicinas y luego el apoyo logístico. Hace más de dos o tres años que no nos dan uniformes y los que nos entregaron la última vez no duraron ni seis meses, eran de pésima calidad”, indica.
En Julio se percibe pesimismo. Hablamos con él justo después de la visita del nuevo ministro del Interior, José Elice, a la comisaría de Laura Caller. “Son visitas de rutina. Nadie va a decir lo que pasa por temor a represalias”, dice.
Lo mismo opina un técnico de segunda que presta servicio en El Agustino. Él, como sus compañeros, prefiere mantener su nombre en reserva, pero sí pide algo: apoyo psicológico para afrontar la pandemia. “Muchos colegas han fallecido, estamos expuestos”, dice.
MUCHO MALESTAR
Carlos Basombrío, exministro del Interior, advierte que hay mucho malestar en la familia policial “por lo que han sufrido durante el coronavirus, por la corrupción en la institución, que los perjudica y porque sienten que se ha generalizado al responsabilizar a todos los policías por las muertes en las marchas”.
Agrega que la reconciliación de la Policía con la población va a ser un proceso duro y doloroso que pasa necesariamente por una individualización de responsabilidades “para que la institución no sea afectada y porque también hay una demanda de conocer la verdad”.
“No es cuestión de decir ‘nos estamos reconciliando’. Hay que trabajar ese tema, una cosa para la foto no va a funcionar. Lo del relevo es una preocupación del alto mando, pero los policías tienen otras necesidades. Hay que escucharlos, reunirse en privado con ellos, sin prensa y por separado, oficiales y suboficiales, es necesario”, subraya.
SABÍA QUE...
Desde el inicio de la pandemia, más de 27 mil efectivos policiales se han contagiado con coronavirus. A esta cifra hay que sumarles los más de 500 policías fallecidos a nivel nacional.
“Hay que hacer un esfuerzo por reconciliar a la población con la Policía y a la Policía con la población. (...) El policía está muy maltratado, en muchos casos por sus propios jefes”, dice Basombrío.
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