El pleno del Congreso aprobó con 70 votos a favor el proyecto de ley para ampliar el plazo de elección de miembros de la JNJ. (Foto: GEC)
El pleno del Congreso aprobó con 70 votos a favor el proyecto de ley para ampliar el plazo de elección de miembros de la JNJ. (Foto: GEC)

Redacción PERÚ21

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La propuesta de paridad de género en la conformación de listas de candidatos al , como parte de la reforma política propuesta por el Ejecutivo, ha generado un debate público con argumentos en contra y a favor.

La “esencia” del proyecto es que las mujeres caminen sobre terreno plano, es decir, que tengan las mismas oportunidades que los hombres y que se logre una representación equitativa en el Congreso, teniendo en cuenta que en nuestro país 50.8% de la población son mujeres (INEI).

La propuesta del Ejecutivo incluye la alternancia. Es decir, que además del 50% de mujeres en las listas, estas sean presentadas de manera alterna. Si bien hasta el momento existe una ley de cuotas que exige que las listas sean integradas en un 30% por mujeres, eso no impide que puedan ser colocadas en el último tercio y de esta manera ser invisibilizadas. ¿Son estos cambios en las reglas de juego los que garantizan que el objetivo se cumpla? Las experiencias en países donde se aplica la paridad y alternancia nos dan una respuesta.

Paridad y alternancia: La esencia de la igualdad de oportunidades. (Perú21)
Paridad y alternancia: La esencia de la igualdad de oportunidades. (Perú21)

BOLIVIA Y COSTA RICA

El país altiplánico ha sido el primero de la región en constitucionalizar la paridad y la alternancia. Antes de ello ya existía una ley de cuota de género del 30%. Después de 2008, cuando la nueva ley fue incorporada, se han celebrado dos procesos electorales: en el primero la representación de la mujer en el Parlamento aumentó a 38.6% y luego a 49%. Bolivia ha logrado que casi la mitad de las curules de su Asamblea Legislativa sean ocupadas por mujeres.

En Costa Rica, el cambio ha sido más impactante. La ley también exigía cuota de género del 40% –más alta que la de Bolivia y Perú–, pero apenas lograba un 14.6% de representación femenina en su Asamblea Legislativa. En 2009 se aprobó la ley de paridad y alternancia y en la siguiente elección, la cifra alcanzó 27%. En la actualidad llega a 45.6%. El salto ha sido notable.

En ambos casos, la implementación de la paridad y alternancia en elección popular ha logrado el objetivo de manera progresiva.

PERÚ: MEJOR DESEMPEÑO FEMENINO

La presencia de los hombres en el Congreso ha sido dominante hasta el año 2000. La ley de cuotas irrumpió en 1997 y el orden cambió a favor de las candidatas. El gráfico adjunto indica con claridad que las elecciones de 2000 fueron el punto de quiebre y la representación parlamentaria femenina se duplicó. Sin embargo, en los siguientes cuatro procesos electorales, la tendencia de crecimiento no ha logrado mayor impulso. Incluso se registra una baja importante, de 29% a 22%, en las elecciones de 2011 y en los últimos comicios logró un 28% sin poder superar la cifra de 2006, lo que podría ser advertido como un retroceso o un nuevo statu quo.

Aún así, la performance de las mujeres ha sido importante desde el punto de vista de producción legislativa. En la actualidad en el Congreso han desempeñado funciones 39 mujeres y 97 hombres. Dado que el número de hombres es superior al de mujeres, estos también cuentan con un mayor total de proyectos de ley presentados (2599 y 1097). Sin embargo, al revisar las cifras per cápita se encuentra que el número de iniciativas de ley presentadas por los congresistas de ambos sexos es muy similar (27 hombres y 28 mujeres).

En el rubro de la efectividad se encuentra algo más de diferencia: mientras que las mujeres en promedio han convertido un 20.6% de sus proyectos en ley (6 de 28), los hombres han alcanzado solo un 16% (4 de 27). Si bien en ninguno de los grupos la efectividad es particularmente alta, hasta el momento las mujeres han logrado un mejor desempeño en lo que respecta a la consecución de leyes.

De aprobarse el proyecto del Ejecutivo, el cambio no garantiza por sí solo el fortalecimiento de instituciones o una mejora en la calidad del Congreso, pero sí un avance en la importante lucha de las mujeres por la oportunidad de igualdades.

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