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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Al cierre de esta columna, Ipsos concedía un punto de ventaja a PPK sobre Keiko Fujimori. No se podía proclamar virtual ganador. Sin embargo, todos sabíamos que el Perú estaba partido por la mitad luego de una de las elecciones más polarizadas y enconadas de la democracia pos Fujimori. La guerra había terminado y la democracia continúa. La política tiene que recuperar sus fueros y convertirse en el espacio en el cual los adversarios pactan en función de la gobernabilidad. En la hipótesis de un gobierno de PPK, estaríamos ante el gobierno más frágil y débil de la reciente historia. Su bancada parlamentaria es un mosaico impredecible. Si las cosas son así, el pepekausismo, tarde o temprano, enfrentará adversidades impensadas, sobre todo creadas por los aliados de izquierda. En este escenario, el fujimorismo deberá demostrar su voluntad de construir una organización histórica: se deberá convertir en el soporte de la gobernabilidad sin dejarle espacio a la izquierda en el liderazgo de la oposición, del mundo popular. Ya sea en el gobierno o en la oposición, el fujimorismo está obligado a demostrar que ha llegado para quedarse. Tiene la oportunidad de vincular su trayectoria a esta democracia que avanza hacia su quinta elección sin interrupciones.

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