ENTREVISTA A EX MINISTRO DE VENEZUELA, MOISES NAIM.

FOTO LINO CHIPANA
ENTREVISTA A EX MINISTRO DE VENEZUELA, MOISES NAIM. FOTO LINO CHIPANA


Se van a definir las primarias en Venezuela. Hay una sola opción.

El gobierno va a hacer todo lo necesario para que parezcan ilegítimas, trampeadas, etc. El gobierno está muy preocupado por estas primarias. Vamos a ver. Yo creo que las va a haber. Yo creo que deben ocurrir. Y si ocurren, todas las encuestas dicen que gana, por un largo margen, María Corina Machado, que viene luchando por este tema desde hace décadas. Es un momento importante y, si el gobierno interviene de una manera brutal, reprimiendo, distorsionando y trampeando las votaciones en las primarias, va a haber un antes y un después. Va a ser un momento muy importante, un punto de cambio muy importante.

¿Qué resultado le convendría al gobierno en un escenario con 13 candidatos? ¿Hay algún candidato topo?

No hay duda de que el gobierno debe haber penetrado a la oposición. Debe haber líderes de la oposición venezolana que se llaman de oposición pero que realmente están muy cerca del gobierno por múltiples razones. Son muchos los candidatos, pero la mayoría son microscópicos. Las encuestas, para lo que valgan, le dan un margen a María Corina Machado que no tiene nadie. Ella lidera el principal movimiento, el apetito de la calle por algo nuevo. El gobierno no se puede dar el lujo de perder el poder. Va a ser todas las trampas necesarias para quedarse. Pero la situación ya es insostenible.

Chávez y Maduro son un autoritarismo atravesado por la criminalidad. Hay niveles de corrupción.

Es muy importante que los electores entiendan que Venezuela es un Estado fallido. Pero su esencia es que está ocupado por una potencia extranjera, que es Cuba. Los cubanos controlan el Estado venezolano, quitan y ponen funcionarios, y saquean al país desde hace decenas de años. Hay una corrupción transaccional, que es la coima. Luego hay el sistema cleptocrático o la cleptocracia, que es cuando el jefe de Estado y sus allegados le meten la mano al tesoro del país. Y finalmente está lo que estamos viviendo ahora, que incluye la cleptocracia y la corrupción transaccional, pero que, además, es un Estado mafioso. Un Estado criminalizado donde el crimen organizado no está fuera del gobierno tratando de sobornarlo. El crimen organizado es el Estado. Hay una criminalización del Estado. Y hay una globalización del Estado criminalizado.

Latinoamérica vive en el pasado. Usted habla de la necrofilia política.

Sucede en todo el mundo. Pero en América Latina aparece de manera notable lo que yo he llamado la necrofilia política. La necrofilia es una enfermedad o una perversión que sufren los seres humanos, particularmente los hombres. Una atracción y un vínculo indetenible por los cadáveres. Y creo que hay una versión política de esto que es un atractivo, un magnetismo hacia las malas ideas que han sido probadas una y otra vez en un país y en otro, en distintos momentos y con diferentes nombres, pero que al final siempre terminan en lo mismo: más corrupción, más desigualdad, más pobreza y más estancamiento. La lucha que hay en América Latina es la de erradicar las viejas ideas que nos tienen detenidos, nos tienen parados.

El mito del pasado y la utopía del futuro, decía Álvaro Vargas Llosa.

Hay una frase muy buena: “No hay nada nuevo, salvo lo que se nos ha olvidado”. Hay esta propensión a la repetición que tienen los gobiernos y los líderes, volviendo sobre lo mismo sabiendo que nunca funciona. Y, bueno, tienen éxito con los votantes. Entonces América Latina tiene un problema muy grave con los líderes, pero también con sus seguidores.

Irónicamente, la élite académica del primer mundo ahora critica la colonia, deconstruyendo la modernidad.

Sí. Es que el mundo ha cambiado de manera inesperada. Pero la disección de las teorías anteriores va a durar poco. Lo que viene no tiene precedentes. El cambio climático va a sacudir a las sociedades de manera muy profunda, va a volver inoperantes muchas organizaciones y empresas. Y el pasado no nos va a ayudar a entenderlo ni a manejarlo. Lo mismo la inteligencia artificial. Esto no es un software más o una tecnología de la información más. Esto es un cambio drástico y profundo.

Habló de necrofilia y el gobierno acaba de usar los 50 años del golpe de Pinochet. Y la Constitución va de izquierda a derecha sin lograr consensos.

Pero hay que reconocer que los chilenos fueron los primeros en ver la importancia de las alianzas en el gobierno. La Concertación fue eso: grupos rivales que se detestaban y que bajaron las armas y se pusieron de acuerdo en algunos puntos fundamentales sobre el futuro de Chile. Y lo lograron. Chile ha tenido varias décadas de crecimiento y de progreso económico y social. Ahora le viene la segunda parte. La integración social, la lucha contra la desigualdad y el manejo de una economía que sea cada vez más competitiva. Yo creo que los chilenos lo pueden volver a hacer; pueden probar otra vez que ellos sí saben trabajar juntos a pesar de tener que lidiar con contrincantes con los que no se llevan bien. Chile tiene mucho que enseñarnos y lo primero que tiene que enseñarnos es que es capaz de volver a hacer un acuerdo nacional, una Concertación. El mensaje a los chilenos, peruanos y demás países de la región es que, en el siglo XXI, solo los países que logren un gobierno de alianzas, acuerdos y pactos van a poder progresar. Los demás se van a quedar estancados o se van a caer. Van a tener que hacer las concesiones necesarias para llegar a un punto medio, el cual le permita al país avanzar. Eso no lo han logrado los peruanos, claramente. Hace falta un gran plan nacional que permita mover al Perú hacia adelante y sacarlo de esta constante inestabilidad política.

¿Cómo ve el gobierno de Dina Boluarte tras la salida de Pedro Castillo?

Veo al Perú con mucha tristeza. Tengo muchos amigos allí y conozco bien el Perú. Perú podría ser tanto mejor que lo que es. Hay tantas barreras para hacer las cosas como se deben. Esta rotación de presidentes… Creo que Perú merece un destino mejor y tiene con qué, pero no va a lograr un destino mejor hasta que hagan alianzas los que se detestan.

Y, sin embargo, se evitó algo peor con Castillo, aunque no estamos en la situación ideal.

Claro, porque el Perú es un poco como Italia en otros momentos. Mientras menos gobierno había, mejor iba. Ciertamente se manejó muy bien la crisis política que se produjo alrededor de Castillo y sus formas tan deliberadamente malas de operar.

¿Cómo vender una alianza nacional? Históricamente en Perú los pactos no se ven como actos de madurez, sino como traiciones, uniones contra natura o ‘repartijas’. Y la gente pide rostros nuevos y despolitizados que terminan en opciones autoritarias.

Hace falta un pacto nacional. Pero no son unos cuantos políticos con empresarios y alguien de la iglesia. Eso es el pasado y la gente sabe que no funciona. El problema no es solo cómo se le vende al público, sino cómo se produce un producto con el que el público pueda engancharse. Tiene que ser algo más. Tiene que ser un movimiento nacional en el cual estén los políticos pero también el sector privado, las iglesias, los intelectuales, las universidades, los estudiantes, las Fuerzas Armadas… Toda la sociedad. Tiene que ser un movimiento social nacional. No pueden ser grupos de élite.

En ‘La revancha de los poderosos’ habla de las tres P: populismo, posverdad y polarización. Un peligroso coctel molotov.

Y está de moda en todas partes. Cada vez que me invitan a un país, me hablan de este libro, que tuvo gran éxito internacional. Todos los países creen que son excepcionales y únicos en cuanto a esas tres P. Pero es un fenómeno global, a pesar de que tiene manifestaciones locales muy específicas. El populismo es hacer promesas que serán incumplidas, contribuir a la antipolítica. Tienes la demonización del pasado y la denuncia a quienes han construido instituciones. Y tienes la vieja idea de ‘divide y vencerás’. La polarización impide que la gente trabaje junta. Y ahora se ha amplificado con las redes sociales. El populismo y la polarización siempre han existido, pero ahora con la globalización se ha hecho un coctel muy potente y negativo.

Dijo que las promesas de Javier Milei son algunas suicidas y otras irrelevantes por imposibles.

Sí. Milei es básicamente la manifestación de un pueblo harto de lo político. En el libro ‘La revancha de los poderosos’ le dedico un capítulo a la antipolítica. Es creer que todo lo que tiene que ver con la política es malo, nefasto, corrupto, negativo, etc. Y mira la corrupción, la ineptitud y la falta de capacidad del gobierno de funcionar adecuadamente, de proveer bienes públicos básicos. Entonces Milei es simplemente un gran grito de desesperación. El mantra de esta antipolítica es ‘¡que se vayan todos!’. Pero no es fácil que se vayan todos, porque hay que reconstruir muchas cosas. Argentina lleva décadas equivocándose. Cada vez que ha tomado una opción se ha equivocado. Ojalá que el futuro les traiga menos equivocaciones. Pero el futuro nunca será de un líder gritón. El futuro es de un líder que sepa aglutinar esfuerzos, iniciativas y esperanzas entre sus seguidores.

Bukele también define la región. ¿Es un riesgo?

Es muy atractivo, ¿no? Si usted vive en uno de estos países de América Latina donde salir a la calle era arriesgar el pellejo, como Venezuela o México... México tiene una terrible situación con el crimen organizado. En Colombia… En Brasil también hay favelas enteras en las cuales no entra la Policía. Por no mencionar lo que ustedes viven en Perú con los narcotraficantes insertados en los gobiernos. La criminalización de la sociedad es un gran tema en América Latina.

Algunos nombres de políticos latinoamericanos y su opinión sobre ellos. ¿Qué le suscita el presdidente de México, AMLO?

El pasado.

¿Petro?

Oportunidad perdida.

¿Daniel Ortega?

Dictador, tirano, torturador.

¿Alberto Fernández?

Mediocre.

¿Lula?

Presidente de la corrupción o presidente de la salvación de la Amazonía.

¿Díaz-Canel?

Castro.

¿Maduro?

Títere.

¿Dina Boluarte?

Haciendo lo que puede en circunstancias muy adversas.

¿Pedro Castillo?

Creo que los peruanos ya lo han dicho todo sobre él.

Para hacer de zaorí. Yo sé que un mes en Latinoamérica es una eternidad. ¿Qué pasará en un año? Se vienen muchas elecciones. Argentina, Venezuela, México… ¿Habrá cambios de línea significativos?

Yo creo que el péndulo va a jugar nuevamente. Vamos a ver un regreso. Básicamente, los electores de América Latina van a elegir a quienes no han estado en el poder. Y así va el péndulo de un lado al otro. Es una realidad en la que la ideología ya no tiene que ver con tomar decisiones, sino que solo sirve para dar discursos. Hemos visto a presidentes que se presentan como de izquierda que hacen cosas de derecha, como Ricardo Lagos o Michelle Bachelet en Chile, por ejemplo. O presidentes que se llaman de derecha y terminan haciendo cosas de izquierda. Decir que alguien es de izquierda o de derecha ya no nos ayuda a saber qué tipo de iniciativas va a tomar un presidente. Es bueno para dar discursos y y encender a las audiencias de los mitines y de las protestas callejeras. Pero no ayuda a a tomar decisiones que ayudan al pueblo.

¿Qué está escribiendo, además de su columna?

Estoy escribiendo un libro de ficción. Yo escribí una novela que se llama ‘Dos espías en Caracas’, que tuvo mucho éxito. Y entonces ahora estoy escribiendo otra novela que no tiene que ver necesariamente con América Latina. Es una novela que tiene que ver con oligarcas y lo que pasa con la intersección del dinero, el poder y la política. Y, bueno, también estoy escribiendo un libro de no ficción que tiene que ver con los países que tienen líderes malos, pero seguidores tan malos o peores. Seguidores que no prestan atención, no se informan y son capaces de votar por cualquier cosa. ¿Qué es lo que hace a estos seguidores tan vulnerables y ser manipulados por los demagogos?


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