Mario Ghibellini.
Mario Ghibellini.

Mario Ghibellini es periodista y hace un balance de esa simbiosis de crisis política y pandemia que golpeó al país en este 2020. Lo que se viene, augura, podría traernos aún más meses de sobresalto e incertidumbre política. Lea Ud. por qué...

Termina el 2020. ¿Cuál ha sido el mayor reto para nuestro país?

El mayor reto tendría que haber sido combatir la expansión del virus afectando en la menor medida posible la economía, pero ha sido un reto en el que el gobierno ha fracasado por partida doble. El virus se expandió al punto de alcanzar el número de contagios y de víctimas fatales un récord mundial, y la caída económica ha sido descomunal y mucho mayor a la de otros países que no tuvieron encierros tan radicales y, sin embargo, tienen cifras menos malas en cuestión de contagios y víctimas mortales.

¿La crisis política compitió con la pandemia?

Hubo una mistura, una simbiosis de una cosa con la otra. La necesidad que generaba la situación de la pandemia fue vista como una oportunidad política para las iniciativas más populistas en el Legislativo y en el Ejecutivo.

Pero se produjo también una vacancia. ¿Ve algún cambio de actitud o seguimos en la misma situación de confrontación y no entendimiento?

Esta confrontación ha tenido intensidades distintas y las seguirá teniendo. Cuando llega a extremos de escándalo, parece que se suspende, mejoran las relaciones, pero la historia reciente nos enseña que eso es momentáneo. En el Congreso ven muy mal que el Ejecutivo les observe las iniciativas calificadas como poco serias o que suponen un atentado contra el equilibrio fiscal y, en consecuencia, cada vez que eso ocurre, arman la revuelta y aprueban por insistencia leyes como las de la ONP o derogan el régimen agrario con mayorías, además, ruidosas de 110, 115 votos, lo que sugiere que, en el Congreso, eso de que hay nueve bancadas es mentira. Hay una bancada mayoritaria –que la he llamado de los gremlins– que atraviesa todos los partidos, y todos, por una confluencia de intereses, terminan votando abrumadoramente a favor de leyes como la que supuso dejar de pagar peajes en el momento más duro de la pandemia, como la que supuso los ascensos automáticos en el sector Salud o la del CAS ahora (…). Esa bancada la componen todos; tiene un poquito de Podemos, de UPP, bastante de AP...

En julio señaló que este Congreso era deplorable y peor que el anterior. ¿Es más crítica su opinión ahora?

Si pudiera, sí, es más crítica. El Congreso anterior fue muy muy malo; este, sin embargo, es sin duda peor, pleno de ignorancia y agresivo con quien se la enrostra.

¿Bravucón?

También, pero el anterior también era bravucón.

“Todas las bancadas terminan alineándose y componen una sola bancada, la de los gremlins”.

A este Congreso aún le quedan unos meses y no se advierte, pese a que se le pidió mesura y prudencia, propósito de rectificación. ¿Qué nos espera en los próximos meses?

Creo que parte del problema es que no saben qué cosa quiere decir mesura, un problema de diccionario, de conocimiento de la lengua, pero, aparte de eso, lo que nos espera es lo que la marea traiga. No veo que este Congreso vaya a cambiar de actitud; una mayoría se entiende, pero es una enorme mayoría, porque todas estas iniciativas irresponsables a las que hemos aludido son aprobadas por 105, 108, 111 votos; eso sugiere que existe una sola bancada de 105, 108, 115 votos que va abrumadoramente a favor de estas iniciativas sin medida ni clemencia.

¿Este nuevo Ejecutivo está dando la talla?

No, no está dando la talla. Es un Ejecutivo acobardado frente a la situación que plantea, por ejemplo, la toma de carreteras. La vez pasada la toma se dio, y después de cinco días, el presidente salió a decir: ‘Ojo, que esto es delito’, cosa que todos sabíamos, pero entre detectar que es delito, anunciar que es delito y tomar las medidas que se espera de quien encarna el Ejecutivo (…) pues no hizo nada, porque está aterrado de la experiencia anterior. Entonces, si están aterrados, si asumir la responsabilidad se les hace una tarea abrumadora, no deberían aceptar convertirse en presidente de la República, me refiero al señor Sagasti.

En el escenario de un Congreso confrontacional, un Ejecutivo medroso, y gente que bloquea carreteras azuzada por sectores radicales, ¿le espera al país un clima de inestabilidad hasta abril o hasta el cambio de gobierno en julio?

No es que nos espera; ya tenemos el clima de inestabilidad, está instalado desde hace más de un año. Creo que esto se va a extender (…) porque la disputa política es natural que se haga más aguda con la proximidad del día en que la gente tiene que ir a votar. Lo que les interesa a los candidatos es diferenciarse los unos de los otros y eso, combinado con lo que pueda ocurrir con la pandemia, de aquí a entonces, es como para decir ‘bueno, que nos coja confesados’.

El gobierno se traza tres metas, las mismas que se trazó Vizcarra: recuperación económica, lucha contra la pandemia y elecciones limpias. ¿Es todo lo que tiene que hacer?

No, tendría que hacer diez cosas, pero si pudiera hacer esas tres bien, ¡Dios mío, nos damos con una piedra en el pecho! El problema es que no sé si va a poder hacer esas cosas bien. En la de las elecciones limpias todo lo que tiene que hacer es no meterse, y si hay necesidad de trasladar fondos para que las instituciones encargadas de llevar adelante las elecciones cumplan con su labor, es lo que tiene que hacer, pero en recuperación económica y en lucha contra la pandemia, no creo que esté en condiciones de sacar adelante al país, lamentablemente. Yo quisiera que sí, por supuesto, pero, por ejemplo, aquello de lo que acabamos de enterarnos sobre la vacuna es gravísimo. Y la actitud del presidente Sagasti de decir ‘nosotros no miramos para atrás, miramos para adelante’ no se sostiene. Primero porque en el caso de la Policía sí que están mirando para atrás y sí que están buscando sancionar al responsable, y tiene todo el sentido del mundo, hay víctimas mortales, pero por no tener vacuna también vamos a tener víctimas mortales y es importantísimo saber quién fue el responsable. Sobre todo si tenemos a la misma ministra de Salud que estuvo la mayor parte del tiempo al frente de ese ministerio cuando no se cerró el trato de la vacuna. Lo que pasa es que dicen que no quieren mirar para atrás porque asumir el costo político de eso supondría hacer que renuncie la señora Mazzetti, y la verdad es que creo que eso es lo que tendría que ocurrir.

¿Cuál es la responsabilidad de Vizcarra en este tema?

Su responsabilidad es total y completa. Él se encargó de dejar en claro que él era el que gestionaba todo lo que tenía que ver con la pandemia, él nos decía cómo teníamos que lavarnos las manos, qué distancia teníamos que tener, qué precios debían cobrar las clínicas para los tratamientos, etc., etc., etc. Entonces, si se encargaba hasta de esas minucias, ¿cómo no hacerse responsable de lo mayor, que era asegurarse que esas vacunas se consiguieran? Esa excusa que ha dado, ‘justo el día que me vacan estábamos por cerrar...’, es una paparruchada. No es cierto porque, si era así, lo primero que tendría que haber dicho el día que dejaba Palacio, en lugar de decir ‘soy demócrata y respeto la decisión del Congreso’, es ‘pero por si acaso estamos a medio paso de cerrar el trato con las vacunas x, y, z y al gobierno que entre lo invoco a que redondee esta tarea que es importante para que no mueran más peruanos’; eso no lo hizo.

“A José Elice lo han empujado a un campo minado sin el mapa de dónde están las minas”

El Congreso ha tratado de sacar adelante reformas políticas. ¿Ve avances concretos?

Lo de la inmunidad van a tener que votarlo en segunda votación porque es modificación constitucional; creo que más es el ruido que las nueces y esperemos que no voten la carne con el hueso porque la inmunidad es importante en determinados casos, no solamente la inmunidad de opinión y de voto, sino también la capacidad de investigación del Congreso. Creo que, en general, son reformas aisladas. En algunos casos habrá algunos avances, pero no se ha reformado el sistema de elección. La crisis de representatividad que existía y existe por el sistema que tenemos va a seguir en el próximo gobierno.

Ya en el balance general, ¿el 2020 es un año perdido?

Un año perdido significaría un año en el que no hemos avanzado y creo, en realidad, que hemos retrocedido; o sea que es peor que un año perdido. Hemos retrocedido en institucionalidad, en la estabilidad económica del país, que era una de las pocas cosas que todavía podíamos exhibir como un logro acumulado a través de las últimas décadas. Por supuesto que hemos aprendido, es inevitable aprender con la experiencia, el asunto es si ese aprendizaje se traduce en una conducta distinta y yo respecto a eso tengo mis reservas (…). ¿Hemos aprendido? Sí. Que ese aprendizaje se traduzca en una modificación de comportamiento, no sé.

¿No advierte propósito de enmienda en ninguno de los dos lados: Ejecutivo y Congreso?

En el Congreso desde luego que no, en el Ejecutivo lo que distingo sobre todo es temor. Es particularmente irónico que en su primera entrevista el presidente Sagasti haya dicho: ‘A mí no me va a temblar la mano’. No, le tiembla todo. Lo que ha ocurrido con la Policía es clarísimo. Puso a un ministro, sacó a 18 generales y luego a ese mismo ministro, que expresaba esa idea que él tenía de lo que debía ocurrir con la Policía, lo dejó caer a los pocos días. Puso a un general que expresaba políticamente: ‘bueno, de repente se nos pasó la mano, esto es una manera de reconciliarnos con la institución policial’, y luego retrocedió también en eso y puso a una persona muy respetable, José Elice, que es como que lo han empujado a un campo minado sin el mapa de dónde están las minas. También respecto de eso, el presidente, el gobierno en general, se muestra temeroso, timorato, sin una dirección.

TENGA EN CUENTA

Mario Ghibellini Harten es periodista y cultor del liberalismo clásico radical y beatlemaniaco.

Ha escrito cuentos y es coautor de El Otro Sendero con Hernando de Soto y el abogado Enrique Ghersi.

Afirma que la actuación del Parlamento es resultado de lo que Vizcarra promovió a través del referéndum: prohibir la reelección congresal.

“Los congresistas quieren ser populares en este momento y basta; lo que suceda después puede ser el apocalipsis, pero ellos estarán en otro lado”, advierte.

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