y Luis Gonzales Posada se conocieron hace más de 40 años. El ex canciller fue testigo de su matrimonio, padrino de una de sus hijas y los unió una gran amistad. “Así como él era palomilla, yo también era palomilla en las bromas y conversamos con mucha amplitud” es parte de los recuerdos que tiene del ex mandatario, quien ayer falleció tras dispararse a la cabeza cuando lo iban a detener de forma preliminar en medio del caso de corrupción Odebrecht.

“A Alan lo han ido matando a plazos, poco a poco”, asegura el político aprista al otro lado del teléfono. Pero también abordamos a la persona detrás del ex presidente y sobre las conversaciones que mantenían.

-¿Cuándo fue la última vez que conversó con el ex presidente?
Hace dos días. Ayer (el martes) lo llamé, pero había sido su última clase con los estudiantes de la Universidad San Martín, que terminó a las 10:30 de la noche. Fue prácticamente su despedida. En esa clase, él insistió en el tema de la libertad, la democracia, el respeto a las personas y, naturalmente, sobre construir un país sustentado en el Estado de derecho. Se retiró a su domicilio y a la mañana siguiente, a las 6:15 de la madrugada, se presentó una turba, así lo tengo que decir. Lo que querían era maltratarlo, vejarlo y enmarrocarlo. Entonces, ahí decidió terminar con su vida, que de alguna manera es un mensaje contra la crueldad, los excesos de adjetivos calificativos y es un mensaje contra una Fiscalía que abusa de su poder, que mete preso a quien le da la gana. A Alan lo han ido matando a plazos, poco a poco, lentamente.

-¿Quiénes?
El odio y la maldad. Él tenía acumuladas como mil carátulas cargadas de insultos y sabe Dios cuántas miles de horas en radio y TV acusándolo de narcotraficante a asesino. Acá también establezco una clara responsabilidad del presidente de la República.

-¿Esa última vez de qué conversaron?
Se encontraba muy entusiasmado porque estaba preparando un libro sobre sus vivencias políticas, desde que comenzó como secretario general del partido.

-¿Notó algún indicio de tristeza o melancolía en él en los últimos días?
Yo creo que estaba abatido, es natural. Prendía todos los canales de televisión y veía a personas cargándolo de insultos. Es natural que usted o yo nos sintamos dolidos por más que tengamos piel dura.

-El martes dio entrevistas en televisión y se le notó de buen semblante, incluso haciendo bromas.
Sí, claro, pero el dolor se lleva adentro. Él ha sido una persona muy alegre, cantaba, recitaba poemas, hacía bromas, chistes, conversaba, tenía una personalidad muy alegre, vital, muy comunicativa, siempre fue así. Es una desgracia para el Perú. El Apra es un partido de paz, de amor, un partido al cual permanentemente se le ha querido destruir y nunca hemos odiado, pero sí llamamos la atención para que el odio no se convierta en un instrumento de ejercicio político. El Apra no quiere venganza, sino quiere reflexión. Que pare el odio, que un fiscal no se sienta dueño del Perú. Todos estamos en peligro. Mañana este fiscal José Domingo Pérez puede decir: “Gonzales Posada es amigo de 40 años de Alan, puede tener documentos en su casa, allánenle su propiedad y deténganlo”.

¿No debió, más bien, afrontar las acusaciones en su contra?
¿En qué circunstancia iba a afrontar las acusaciones?

¿Qué pensaba de su futuro? ¿Quería volver a ser presidente del Perú?
No. En una conversación me dijo: “No sé, nadie me cree, ya terminé una etapa en la vida. Yo solo quiero enseñar, preparar a los jóvenes, impulsar una nueva generación. Tengo sentido de la temporalidad. La vida tiene un principio y un final, yo ya he cumplido un ciclo”.

¿A qué le tenía miedo?
Nunca he percibido algún miedo en él. Pero todos tenemos temores que se acrecientan cuando vemos que no hay Estado de derecho. Tenemos miedo de que nos intercepten teléfonos y correos.

¿Sufría de depresión?
No. Yo, más bien, le decía: “Eres extraño, porque en medio de toda esta tormenta, siempre das un mensaje positivo, te estás riendo y haciendo bromas”. Evidentemente, como cualquier ser humano, la procesión se lleva por dentro. Recuerdo que él un día me habló de su mamá, a quien adoraba. Cuando estaba fuera del Perú, se mantenía en comunicación con su mamá todo el día. Le afligía mucho que ella prendiera un canal de televisión y viera cómo lo insultaban o atacaban.

-Nadie imaginó que el ex presidente tomaría esa decisión.
Una vez dijo: “A través de mí quieren humillar al Apra y yo no lo voy a permitir. A través de mí quieren liquidar al Apra y la figura de Haya de la Torre y eso no lo voy a permitir. Yo no soy Humala, que lo sacaron enmarrocado”.

-Él también decía “el que no la debe no la teme”.
Claro pues, pero tú no puedes actuar con alguien que te apunta con una pistola en el pecho. Es una locura. El fiscal Pérez quería pasar a la historia diciendo que él lo había metido preso, nada más. El final era sacarlo enmarrocado, exhibirlo y decir: “Acá está la fiera”. Es la política del espectáculo de la cual no es ajena el gobierno.

-¿No debió demostrar que era inocente, como él esgrimía que lo era?
Ya lo había hecho 20 veces. ¿Defenderse con qué? Te meten a una cárcel que no es un centro penitenciario sino depósitos humanos. Te meten tres años y ahí te tienen dando vueltas.

-¿El Apra ha perdido a su último mayor representante político?
Sí, pero en homenaje a él, el partido se compacta, rompe fisuras y se une monolíticamente. Nuestra respuesta será un Apra renovado y unido. Puedo pensar que dijo: “No quiero seguir siendo una carga para que sigan vejando a mi partido”.

AUTOFICHA

“Alan fue el espada de honor de una promoción. Ha llevado dos veces al partido a la Presidencia de la República. Fue un inmenso orador de multitudes. Y, más bien, le decíamos ‘tú eres muy bueno, perdonas a gente que te ha hecho un daño inmenso’. Nos decía que ‘malo es odiar, quien odia carcome su alma’”.

“Mi recuerdo de él siempre será el recuerdo de un amigo querido, de un hermano, que se ha ido físicamente, pero que en afecto y en el corazón todos lo recordamos. En el 78 lo conocí. La primera impresión fue de una persona muy inteligente, carismática y alegre”.

“Alan redujo la pobreza a niveles históricos en el Perú. Combatió la anemia, construyó miles de colegios, autopistas, aeropuertos, puso la economía del Perú, según el Banco Mundial o el FMI, como la más exitosa de América. Fue el padre de la Alianza del Pacífico. Llevó al Perú al triunfo en la causa de La Haya”.

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