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Keiko Fujimori deslinda de la violencia que incita López Aliaga
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Ver el mismo día a Keiko Fujimori encabezando una vigilia en plaza Bolognesi y a Rafael López Aliaga liderando un mitin en el Campo de Marte, los rostros más visibles de la derecha política peruana en la actualidad, dejó en claro la existencia de una escisión. Ambos se habían unido en la segunda vuelta para encarar la candidatura de Pedro Castillo, pero el revés electoral y las posturas adoptadas los distanció. Fujimori lo señaló ayer al rechazar “la violencia física y verbal” en esta etapa, en alusión al discurso de odio que sigue incitando López Aliaga.
Ese sábado 26 de junio no apareció frente a las cámaras uno de los principales protagonistas del mitin del dirigente de derecha radical López Aliaga: Erasmo Wong, empresario dueño del canal Willax, quien, sin embargo, estuvo a cargo de la organización de la denominada marcha Respeta mi Voto, que tuvo como figura estelar al excandidato presidencial.
Contactado por este diario, Wong negó que haya tenido alguna participación. “No tengo nada que ver con eso”, dijo escuetamente antes de colgar la llamada telefónica.
No obstante, hay fotos del ingeniero al lado del escenario que se levantó en la Avenida la Peruanidad, en Jesús María, donde López Aliaga, momentos después, lanzó insultos a la prensa y a sus opositores políticos, calificándolos de “porquería” y “putos”.
Fuentes del fujimorismo consultadas por Perú21 indicaron que Erasmo Wong tenía planeada esa marcha con dos semanas de anticipación. En todo ese lapso de tiempo buscó que Keiko Fujimori asista.
Pero desde Fuerza Popular advirtieron que lo que buscaba Wong, en realidad, era que, con su presencia, Fujimori “validara” al popular ‘Porky’ como “el nuevo líder de la derecha” en el Perú.
“Hicimos vigilia porque sabíamos que la otra parte se iba a desbordar con insultos, teníamos que marcar la diferencia, nuestro mensaje era de paz y tranquilidad”, indicaron las fuentes.
En esa vigilia, la lideresa naranja se encomendó a Dios, pidió reflexionar “juntos sobre los pasos a tomar en defensa de la libertad”, y disertó un discurso hasta religioso. Parecía, más bien, que se estaba preparando para aceptar la derrota ante Castillo.
“Muerte al comunismo, lárguense de aquí, comunistas de porquería, han despertado al león, a las calles. ¿Qué pensaban, que solo la izquierda parásita tiene calle?”, expresaba, por su parte, López Aliaga mientras sus seguidores lo celebraban.
Los audios del ‘doc’
Toda esta trama no podía ser contada sin mencionar los audios que protagonizó el exasesor presidencial Vladimiro Montesinos, detenido en el penal de máxima seguridad de la Base Naval, y que fueron difundidos por Fernando Olivera el jueves 24 de junio, solo dos días antes de las concentraciones de Fujimori y López Aliaga.
Fue una maniobra para deslegitimar no solo a los miembros del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), a quienes se mencionaba que debían recibir un millón de dólares en coimas para revertir los resultados, también al proceso electoral y a la propia Keiko Fujimori. El mismo Olivera pedía nuevas elecciones.
En su mitin, el líder de Renovación Popular y excandidato presidencial repetía: “Me han robado los votos, me han robado de manera asquerosa”.
Se acabó el amor
Para los analistas políticos Carlos Meléndez y Gonzalo Zegarra, se evidencia una pugna dentro de la derecha política, al menos desde la parte más radical, por ganar la representatividad absoluta. Fujimori parte con desventaja al tener un acusación penal.
Meléndez identificó cuatro tipos de derechas que se unieron para respaldar a Fujimori: derecha liberal (Mario Vargas Llosa), tradicional (Lourdes Flores), ultraconservadora (López Aliaga) y militar.
“Mientras era viable la candidatura de Keiko Fujimori, esta coalición se mantenía unida, pero ante su desgaste ya empiezan a percibirse las separaciones. Estamos ante el surgimiento de una derecha extrema en el Perú con un nivel de anticomunismo que puede llegar a ser antidemocrático”, explicó a este diario.
Zegarra, por su parte, sostuvo que haber “forzado los mecanismos” al pedir auditorías a las elecciones le ha generado “un costo político ”a la lideresa fujimorista, acusada de lavado de activos por la Fiscalía.
“Suponiendo que Keiko Fujimori termine presa, le facilita la vida a la pretensión de liderazgo de López Aliaga, pero este no la tendrá segura porque es un liderazgo polarizante y conservador”, argumentó.
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