Anoche, el dominical “Día D” de ATV difundió un reportaje de Richard Apolo en el que se expusieron los nexos entre el —ahora— famoso juez y la organización dirigida por Gilberto Rodríguez Orejuela. ¿El nombre les suena? Resulta que Rodríguez Orejuela fue el cabecilla del Cártel de Cali, la organización criminal que asumió el liderazgo en el mercado de la exportación de cocaína en Colombia una vez que el imperio de Pablo Escobar se hubo derrumbado. Esta es la historia de cómo nuestro país deja de ser un ensayo de República y empieza a parecer una serie de Netflix. 

CALI: LOS INICIOS 

Durante la década de los 70, los hermanos Rodríguez Orejuela (Gilberto y Miguel) fundaron una pequeña organización criminal en sociedad con José Santacruz Londoño. El grupo se llamó “Los Chemas” y tuvo como misión el transporte de pasta básica de cocaína desde Bolivia y el Perú hasta Colombia, en donde —a través de un pequeño grupo de laboratorios— la sustancia era procesada para ser luego convertida en ese producto que se había puesto tan de moda en Miami y en Nueva York y por el que los estadounidenses estaban dispuestos a pagar pequeñas fortunas: cocaína.

La banda encontró en un conocido lavador de dinero llamado Hélmer Herrera Buitrago (Pacho Herrera para Netflix y los amigos) al socio ideal para hacerse del boyante mercado neoyorquino, cuya demanda parecía crecer sin límites al ritmo de una ciudad que rugía por más. El inmenso mercado americano, sin embargo, llamó también la atención de otro de los grupos que se dedicaba a la explotación de rutas entre el Perú y Colombia para luego exportar droga a los Estados Unidos: el Cártel de Medellin, liderado nada más y nada menos que por Pablo Emilio Escobar Gaviria.

Hija de Pablo Escobar
Hija de Pablo Escobar

LA GUERRA DE LOS CÁRTELES

A pesar de que inicialmente las relaciones entre ambas organizaciones criminales fueron de coexistencia y de control de distintos territorios, la ambición de ambos cárteles por controlar un flujo cada vez mayor de droga enviada a los Estados Unidos los llevó a una colisión inevitable que tuvo como marco uno de los momentos más violentos en las historia reciente de Colombia y en donde todo tipo de usos delincuenciales quedaron a disposición de ambos bandos con la finalidad de aniquilar al contrario. Con la ayuda de la DEA de los Estados Unidos y luego de años de arduo trabajo, Escobar cayó.

La caída de Escobar convirtió a los hermanos Rodríguez Orejuela en los jugadores más importantes del mercado de la cocaína colombiana y, por años, impusieron su hegemonía en contra de cualquier intento de competir en el mundo criminal del tráfico de drogas. Es más: fueron los Rodríguez Orejuela, ya operando bajo el rótulo de “El Cártel de Cali” quienes entablaron las primeras relaciones de sociedad con el narcotráfico mexicano, que en los años sucesivos cobraría especial relevancia. Esa, sin embargo, es la tercera temporada de “Narcos” y todavía no se estrena. Volvamos aquí.

¿ QUÉ TIENE QUE VER HINOSTROZA PARIACHI? 

Se sabe que el patrimonio del juez Hinostroza es, por lejos, uno de los mejor nutridos dentro de quienes ejercen la juricatura. Hinostroza tiene dos inmuebles ubicados en cotizadas zonas de Miami y una fortuna acumulada nada despreciable. Cuando al magistrado se le ha preguntado cómo es así que logró reunir esa suma de dinero, él ha explicado que hubo un breve espacio de tiempo en el que no fue juez y se dedicó al ejercicio privado del Derecho. De acuerdo con el propio Hinostroza, fue allí cuando consolidó la importante fortuna que ostenta. Pero… ¿quiénes fueron los clientes del juez?

ALEJANDRO REBATTA PALMA, EL PATROCINADO

El nombre de Rebatta no es uno que suene con especial fuerza cuando se habla de casos de esta naturaleza en el Perú, así que vamos a refrescar la memoria: Rebatta Palma fue el Gerente General de la empresa MAVELA S.A.C. incorporada con la finalidad de exportar conservas de pescado al extranjero. La cuestión está en que autoridades del Reino Unido encontraron un embarque de la mencionada empresa cargado con 300 kilos de cocaína valorizados en 140 millones de dólares. ¿Ya saben quién era el dueño de la coca? Gilberto Rodríguez Orejuela, capo de Cali.

OJO, PARE

Nada tiene de malo que un ciudadano acusado del delito de tráfico de drogas contrate a un abogado. Es más: nuestra Constitución garantiza dos derechos que así se ejercieron con propiedad. Por un lado todos los peruanos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario y, además, todos —así hayan cometido el delito que se les imputa— tienen derecho a un abogado que les procure un correcto derecho a la defensa. La cuestión no está en que el señor Hinostroza haya sido abogado del señor Rebatta; el tema es lo que pasó justamente después de la defensa que hizo de su patrocinado. 

CONFLICTO DE INTERESES 

Una vez que el juez Hinostroza dejó el ejercicio privado del Derecho y volvió al magisterio el caso de su antiguo patrocinado fue asignado —¡Oh sorpresa!— a la sala que presidía Hinostroza. El juez presentó un tímido recurso explicando que él no podía conocer el caso, pero luego de que el resto de miembros de su Sala le dijese que no se haga problemas, Hinostroza tomó el caso y declaró inocente a su antiguo patrocinado. y conocida también por el Tribunal Constitucional (). El señor Hinostroza decidió ser juez y parte en el caso.

Curiosamente, la adquisición de los dos inmuebles en Miami que ya mencionamos, valorizados en medio millón de dólares —una bicoca— fueron pagados casi por completo en las mismas fechas en las que estos hechos se daban. Así, el señor Hinostroza suma a su empachada lista de polémicos fallos y churriguerescas argumentaciones legales el hecho de haber defendido a un acusado de mover droga del Cártel de Cali para haberlo absuelto luego, ya como juez. La única pregunta que nos queda por hacer es: ¿cómo es posible que un señor con esta trayectoria haya seguido en el cargo de juez?