“Si no cambias el entorno de una persona con discapacidad, no se va a lograr un cambio real en sus vidas”, dice Jessica Sánchez (Mi pequeña ayuda - Perú).
“Si no cambias el entorno de una persona con discapacidad, no se va a lograr un cambio real en sus vidas”, dice Jessica Sánchez (Mi pequeña ayuda - Perú).

Hace ocho años, Jessica tenía la vida típica de una joven profesional. Vivía en Lima, trabajaba en la oficina de alguna institución pública o privada y su labor iba entre realizar temas administrativos, crear alianzas y coordinar donaciones. Su vida dio un giro en 2012, cuando viajó a para ser voluntaria de, una ONG en Ollantaytambo que apoya a niños y adolescentes con discapacidad otorgándoles acceso a educación, salud y capacitación.

La posibilidad de lograr cambios en la vida de otras personas la motivó a dejar su oficina en Lima y mudarse al Cusco. Empezó como voluntaria y hoy es la directora de esta ONG que ganó el concurso Próceres del Bicentenario. Conversamos con ella sobre su pasión, la de trabajar junto a chicos, interactuando con ellos en quechua o lenguaje de señas. Se le escucha emocionada por hacer algo positivo en favor de niños y adolescentes con discapacidad.

MIRA: Ximena Prialé: “La discriminación es una herida que marca por siempre”

Hace dos semanas, Jessica retornó a Cusco, pues por nueve meses estuvo impedida de viajar por el COVID-19. Durante todo ese tiempo estuvo en Lima, alejada de los chicos. Empero, se las ingenió y superó las adversidades de la distancia para continuar la labor de educación para los pequeños.

Un gran aliado para dictar clases en estos días ha sido la tecnología...

Sí, en el proyecto de clases de inglés migramos al formato online, enseñamos a través de Internet. Teníamos previsto enseñar a 190 chicos, pero al final fueron 240. Se juntaban primero el niño, luego su amiguito, después el vecino, el primo, la tía. Ha sido algo bonito.

¿Cómo realizaban esas clases en esta coyuntura?

Había limitantes por la tecnología porque los padres no contaban con un equipo que soporte el WhatsApp y las imágenes. Hicimos una campaña para recolectar equipos y se los entregamos. Así pudimos dar clases por un chat, donde cada clase era un grupo de WhatsApp. Por ahí mandamos las tareas, los chicos descargaban la foto y dibujaban los ejercicios en sus cuadernos. Luego tomaban fotos a sus tareas y se las mandaban al profesor.

¿Cómo es el proceso de ayudar a jóvenes con discapacidad?

Nosotros tenemos el concepto erróneo de que por la discapacidad no se pueden hacer cosas. Al contrario, a alguien que le falte un sentido, logra desarrollar otro. Con la correcta estimulación se pueden lograr muchas cosas. A veces los padres no saben de la discapacidad que enfrentan. Por ejemplo, supimos del caso de un niño de 9 años que pensaban que era sordo, pero en realidad tiene autismo. La familia a veces no sabe a qué se enfrenta y aún así, hacen lo mejor que pueden para atenderlo. También hay temas culturales de por medio.

A veces se interpreta que una enfermedad es una maldición...

En hemos trabajado para sensibilizar a las personas de que tener un hijo con discapacidad no es una maldición. Los que acusan son personas que le dicen a los padres “qué habrás hecho para tener un hijo así” o que “es un castigo de Dios”. Justamente esta ONG nació porque uno de los beneficiarios estaba recluido en su casa, no estudiaba. Estaba escondido por el miedo que tenían los padres del “qué dirán”. Por eso es importante entender el contexto cultural y corregir aquellas creencias que no permiten a las personas progresar.

Ellos superan la adversidad y su obstáculo se convierte en una suerte de bendición.

Es la tendencia humana, el sentido de sobrevivencia. Hay personas que han nacido con limitaciones pero no significa que te impedirán surgir. Conocimos un caso en Urubamba, de un chico que no tenía una pierna y escalaba, y era buenazo en ello. Nosotros queremos impulsar eso, que los chicos vean que se puede, empoderarlos y ellos mismos crean que eso es posible.

¿Cuál es la importancia del entorno para lograr eso?

Nosotros trabajamos con tres públicos: el beneficiario, su familia y la comunidad. Porque si no cambias el entorno, no se va a lograr un cambio real en sus vidas. Si el entorno es el mismo, te dicen que eres menos, que eres “así y asá”, y no te dan facilidades, será muy complicado.

Al final, lo que todos necesitamos es una oportunidad...

Exacto y en el tema de discapacidad es muy importante el aspecto emocional. Son temas que tomamos en cuenta porque al final una persona se enferma por temas así. Imagínate, que te da una enfermedad y te da desánimo. Pero el estado de ánimo te ayuda a no sentirte mal. Por eso, si uno no cree que puede estar mejor, no podrá hacerlo. Y eso tiene que creerlo también la familia. Por eso los involucramos bastante para que vean que los chicos no son una carga.

¿A cuántas personas han logrado apoyar con tu trabajo?

En el programa integral de apoyo, alrededor de 40 niños por año. Antes de la pandemia, hemos trabajado con 80. En el programa educativo, alrededor de 230 beneficiarios por año. En el programa de desarrollo comunitario, entre 200 y 300 personas que se benefician de actividades como la construcción de huertos y escuelitas en comunidades. Pero los números son números, así como dinero es dinero. Mi mayor satisfacción es cuando veo a mis niños hablando en lenguaje de señas o cuando me dan un abrazo y me dicen tía.

Muchos vemos que en el país no se trata adecuadamente a las personas con algún tipo de discapacidad. ¿Cuál debería ser el cambio ad portas del Bicentenario?

Me gustaría ver que la población en general sea más sensible con este grupo de personas. Que exista un trato igualitario para las personas con discapacidad y tengan mayores oportunidades porque ellos tienen mucho potencial. Son personas que, con la estimulación adecuada, pueden hacer muchísimo más. Existe un 11% de población con discapacidad en el Perú. Y mucho depende de la familia y la sociedad para ser más conscientes de que todos necesitamos ayuda.

AUTOFICHA:

- “Soy Jessica Sánchez. Soy administradora con especialidad en Marketing, relaciones comunitarias y resolución de conflictos sociales. Empecé en como voluntaria en 2012 y desde el 2014 soy directora de esta organización”.

- “Tenemos cuatro programas de trabajo: un programa integral de apoyo para niños y adolescentes en salud, legal y psicológico; Educativo, donde se enseña inglés; Desarrollo comunitario, en donde construimos y realizamos talleres en comunidades; y campañas de ayuda social y salud”.

- “Anteriormente era fuerte la creencia de que las personas con discapacidad eran un castigo de Dios, pero poco a poco las familias y la comunidad se dan cuenta que es erróneo. Que son personas como uno, con los mismos derechos que todos”.

VIDEO RECOMENDADO:

Jornada de vacunaciones en México se reanuda con 3.900 trabajadores sanitarios 27/12/2020