Javier González-Olaechea: “La razón de la tesis es hacer compatible la necesidad de tratar los recursos naturales con la convivencia y la anuencia de los pueblos ancestrales”.
Javier González-Olaechea: “La razón de la tesis es hacer compatible la necesidad de tratar los recursos naturales con la convivencia y la anuencia de los pueblos ancestrales”.

Desde muy joven se interesó en la política, pues quería comprender la compleja realidad del Perú, su hogar. Paradójicamente, para lograrlo tuvo que partir a estudiar a Argentina, en 1976, pues no existía la carrera universitaria de Ciencias Políticas en nuestro país. Allá se encontró con una nación dominada por la represión gubernamental, debido a varios años de conflictos internos. Mientras tanto, aquí se vivía un régimen militar bajo el mandato de Francisco Morales Bermúdez.

Desde entonces, Javier González-Olaechea ha conservado una gran inquietud intelectual que lo ha llevado a desarrollar distintas investigaciones académicas. La más reciente ha sido una tesis doctoral sobre el Convenio 169 y la consulta previa; estos tienen una especial incidencia en el Perú debido a que un importante porcentaje de nuestra economía está soportado por las actividades extractivas. Asimismo, la convivencia entre las comunidades nativas con la minería, extracción de petróleo y generación de energía ha sido un frecuente y complejo punto de conflicto.

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Para realizar esta investigación, González-Olaechea ha invertido cuatro años. Empezó mientras estaba en Buenos Aires como director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para Argentina y el Mercosur, y continuó cuando se fue a cumplir funciones a Turín (Italia) y a Ginebra (Suiza) en Naciones Unidas.

¿Por qué le pareció importante abordar el Convenio 169?

Porque es una realidad mundial y hay más de 300 millones de personas que responden a la categoría de pueblos indígenas y tribales en el mundo que hablan 3,500 lenguas o dialectos; el Perú es uno de ellos y ha ratificado el convenio, pero se ha avanzado muy poco. Solo algunos países, básicamente de la Europa escandinava, han podido avanzar en el espíritu del tratado. Hay un desarrollo muy desigual en el mundo sobre este instrumento.

¿En qué consiste el convenio?

Está muy vinculado a la conflictividad de los países, a los recursos naturales, a la relación con la tierra y a las cosmovisiones ancestrales de los pueblos originarios. El término ‘indígena’ tiene todavía en el inconsciente de la población una calidad peyorativa, cosa que no es así. Es una categoría étnico-sociológica.

¿No ha cambiado nada sobre la percepción hacia las poblaciones originarias?

Lo que primaba hace 30 o 40 años era un criterio asimilacionista, o sea, el concepto de desarrollarlos incorporándolos al cemento. En cambio, la visión actual, que es la correcta, es el respeto de la interculturalidad para construir una forma de la nación política. Las culturas ancestrales y su derecho colectivo tienen una calidad muy importante, tienen categorías sociales en su interior, relaciones de parentesco, sincretismo, una propia concepción de la existencia del hombre, creencias filosóficas, prácticas tradicionales, usos y costumbres, formas de transmitir la tradición oral, formas de curar a sus enfermos a través de medicina tradicional y otras tantas características que hoy permiten hablar de la cuarta generación de derechos colectivos que son connaturales a los pueblos indígenas y reconocidos por el Convenio 169.

¿Cuál es su propuesta respecto a este tratado internacional?

La razón de la tesis es hacer compatible la necesidad de tratar los recursos naturales con la convivencia y la anuencia de los pueblos ancestrales, haciendo una consulta previa conforme lo estipula el convenio. Mi iniciativa surge por una preocupación por el desarrollo socioeconómico de nuestro país y en otras partes del mundo, porque planteo un modelo adaptable a cualquier país.

¿Cómo?

El modelo le da peso al carácter preventivo, vale decir, anticipar los efectos directos, indirectos, colaterales de la actividad extractiva; tomar las precauciones para que se hagan las obras de manera que no se llegue a la disyuntiva de “agua sí, oro no”. La propuesta es cambiar la Ley de Consulta Previa, crear una sola entidad rectora porque ahora hay varias organizaciones que intervienen y se pisan los talones. Hace falta una Autoridad Nacional de la Consulta Previa, que asegure que se cumplan todos los estándares en cada uno de los procedimientos acordes y mandatorios del Convenio 169.

¿Por qué hay tanta conflictividad en el Perú?

El país es un cuerpo viviente con un metabolismo social y uno político. El primero está compuesto por los actores sociales del país, el mundo informal. El metabolismo político está conformado por las instituciones del Estado, los gremios empresariales, sindicales, los partidos políticos.

¿Cuál es la relación entre ambos?

Entre el metabolismo social y el político hay una creciente distancia. El país real camina en una dinámica de supervivencia, mientras que el país oficial –que es un Estado disfuncional– no llega a interpretar las demandas de las brechas sociales; no tiene los mecanismos suficientes.

¿Por qué?

Porque hay un Estado que, por unas zonas, está sobredimensionado; por otros lados, infradimensionado y, en otros sectores, no está presente. Es decir, por un lado hay mucho Estado, por otras partes hay poco Estado y en otros el Estado no existe. Es un Estado que hace lo que no debe y no hace lo que debe. Ahí se produce el distanciamiento que se expresa en los procesos electorales con muy baja participación.

¿Cuál es la consecuencia de esta problemática?

El peruano común no tiene ningún motivo para estar contento ni con la realidad ni con el Estado, lo cual es muy distinto a que no sienta una peruanidad muy profunda. Somos una de las grandes culturas, pero en muchos casos no somos conscientes y no estamos orgullosos de toda nuestra tradición, que es materia de asombro. Hay varios países dentro del Perú; por eso hay que conciliar esos intereses a través de una mirada integral e integradora, respetando la diversidad y solucionando las brechas.

AUTOFICHA

- “Soy Javier González-Olaechea Franco, PhD. en Ciencia Política, experto en gobierno e internacionalista. Estuve un año y medio dedicado exclusivamente a mi trabajo doctoral, presenté la tesis a un jurado de Buenos Aires hace un año. Defendí la tesis el 24 de setiembre vía virtual”.

- “El jurado me exhortó a convertir la tesis a un formato de libro, porque tiene 500 páginas y debería quedar en 300 en un lenguaje distinto, más aterrizado, para que pueda traducirse porque en el mundo hay muy pocas investigaciones sobre el tema que he abordado”.

- “En el Perú hay una cantidad muy importante y creciente de reconocimiento de lenguas indígenas y tribales, y algunos esfuerzos por la alfabetización. Mi investigación era un tema de mucha profundidad para abordar, pero no me quería quedar en la teoría, sino proponer un modelo de gestión”.


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