Francisco Sagasti se convirtió en presidente de la República a los 76 años de edad. (Foto: Presidencia)
Francisco Sagasti se convirtió en presidente de la República a los 76 años de edad. (Foto: Presidencia)

Mientras aseguraba ayer en el Congreso que una de sus primeras acciones como presidente de la República sería encontrar a los desaparecidos de la Gran Marcha Nacional del pasado sábado, en las redes sociales se anunciaba la aparición del joven Luis Fernando Araujo Enriquez después de estar no habido tres días . Era la señal de un cambio.

A Araujo lo retuvo, como él mismo lo informó, la Policía que estuvo bajo el mando del gobierno ilegítimo de Manuel Merino, quien se encuentra en la clandestinidad desde el domingo, cuando cayó su régimen por el masivo rechazo ciudadano.

Sagasti pudo convocar lo que Merino no; unir lo que Merino separó. Ayer, el Hemiciclo del Parlamento recibió a las altas autoridades que no aparecieron en la ceremonia de investidura del degradado exmandatario.

MIRA: Francisco Sagasti: “Haremos lo posible no solo para ganarnos la confianza de la ciudadanía, si no devolverles la esperanza”

Su juramentación congregó, además, a los miembros de las diez bancadas parlamentarias. A Merino le dieron la espalda legisladores del Partido Morado y el Frente Amplio.

Pero la legitimidad del nuevo mandatario no se la dieron esos funcionarios con su presencia sino los familiares de Inti Sotelo y Jack Pintado, los jóvenes que fueron asesinados por la Policía en la marcha del sábado, que estuvieron presentes en los palcos. Su asistencia consagraba el fin de una disputa entre la ciudadanía y la clase política.

“Sean mis primeras palabras para pedir un minuto de silencio en homenaje a los jóvenes ciudadanos Jack Bryan Pintado Sánchez y Jordan Inti Sotelo Camargo, lamentablemente fallecidos durante las últimas jornadas de movilización ciudadana, realizadas en ejercicio legítimo del derecho fundamental a la protesta”.

Y agregó: “En nombre del Estado, pedimos perdón a sus familiares, a ellos y a todos los jóvenes que marcharon para defender la democracia, y que nos hicieron recordar lo que es la vocación de servicio”. Así inició su discurso.

Los compromisos

El jefe de Estado aclaró que su gestión sería de transición pero que ello no sería motivo para no fortalecer instituciones que durante el gobierno de Merino corrían peligro. Se refirió a la Superintendencia Nacional de Educación Superior (Sunedu), la Procuraduría General de la República y el Instituto de Radio y Televisión del Perú (IRTP).

Anunció cuatro pilares en los que su gobierno trabajará de forma inmediata. El primero y más urgente: el manejo de la pandemia."Reducir el incremento de los contagios (...) pondremos en práctica medidas de emergencia para ampliar y mejorar la atención de los servicios de salud"

Garantizó la lucha anticorrupción. “Apoyaremos el trabajo de los fiscales especializados y fortaleceremos a la Unidad de Inteligencia financiera para luchar contra el lavado de dinero”.

Prometió también darle estabilidad a la economía. “Diseñaremos y ejecutaremos un prepuesto público debidamente financiado y equilibrado”.

Y se comprometió a recuperar las horas de clases perdidas por los escolares en este contexto: “Expandiremos al máximo posible la cobertura de Internet, sobre todo en las zonas rurales”.

En muchos pasajes de su disertación, Sagasti improvisaba. Apenas leía el escrito que tenía en las manos. Le hablaba a sus colegas, les recordaba los irresponsables que fueron al pensar en sus intereses y no en el país y les invocó a cambiar de actitud.

“La clase política no ha estado a la altura ni se ha comportado de acuerdo a las exigencias del momento actual, este momento le pertenece a los jóvenes, a la juventud, le pertenece a la generación del bicentenario que se han convertido en los protagonistas”, expresó.

Mencionó que la beca Presidente de la República se llamará Generación del Bicentenario. Y su último anuncio fue la implementación del plan ‘Hambre cero’.

El que hablaba era un hombre sabio. Con 76 años encima transmitía experiencia. Sagasti demandó al Legislativo a confiar en su administración. Y antes de salir para acomodarse en Palacio recordó a César Vallejo y el poema ‘Considerando en frío, imparcialmente’

Examinando, en fin,

sus encontradas piezas, su retrete,

su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo...

Comprendiendo

que él sabe que le quiero,

que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente..

Considerando sus documentos generales

y mirando con lentes aquel certificado

que prueba que nació muy pequeñito...

le hago una seña,

viene,

y le doy un abrazo, emocionado.

¡Qué más da! Emocionado... Emocionado...

Gabinete

-Alberto de Belaunde reveló que ningún parlamentario asumirá como ministro de Estado. “Se buscará un Gabinete independiente”, dijo.

-Fuentes de Perú21 confirmaron que Waldo Mendoza sería el titular de Economía; y Pilar Mazzetti regresaría a la cartera de Salud. Hoy juraría el premier y mañana el gabinete completo.

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El problema es Rocinante, por Gabriel Ortiz de Zevallos (presidente ejecutivo de APOYO Comunicación)

La calidad personal y profesional de Francisco Sagasti es indiscutible para quien lo conozca. Si es exitoso, adecentará la política. Sus mensajes convocantes ayudan, pero los retos son inmensos porque el Estado peruano funciona pésimo: es parapléjico, nadie sabe si de verdad hará lo que decide. Y cuando hace algo rápido, hay que chequear si no hay trampa. Necesita muy buenos gestores.

El voto de investidura del gabinete tiene que ser muy pronto, porque al Congreso no lo conmueve Vallejo. Sus prioridades anunciadas son más de lo factible en pocos meses.

El Estado tiene que aprender a ser ciudadano-céntrico y menos puede ser más

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