Los presidentes de Chile y Uruguay, Gabriel Boric y Luis Lacalle, por ejemplo, marcaron distancia de inmediato, expresando su disconformidad con las palabras del líder brasileño.
Los presidentes de Chile y Uruguay, Gabriel Boric y Luis Lacalle, por ejemplo, marcaron distancia de inmediato, expresando su disconformidad con las palabras del líder brasileño.

La cumbre regional que organizó el presidente Lula da Silva, en Brasilia, empezó y terminó con el peor pie, el izquierdo. El grosero intento de lavarle la cara al dictador venezolano, Nicolás Maduro, que arrastra un rosario de denuncias en fueros internacionales tales como violaciones de los derechos humanos, corrupción, lavado de activos y similares, cayó como una bombita apestosa entre los mandatarios convocados.

Los presidentes de Chile y Uruguay, Gabriel Boric y Luis Lacalle, por ejemplo, marcaron distancia de inmediato, expresando su disconformidad con las palabras del líder brasileño.

Como se sabe, al recibir con honores al heredero del chavismo, que fue el primer mandatario en arribar a la cita, Lula se despachó con una pomposa alocución en la que parecía aludir a una realidad alternativa: “Yo he ido a países que no saben dónde queda Venezuela, pero dicen que Venezuela tiene una dictadura. Nicolás Maduro, ustedes tienen que deconstruir esa narrativa. Contra la gente se construye narrativas. Ustedes saben la narrativa que han construido sobre el autoritarismo y la antidemocracia. Ustedes tienen los medios para (hacerlo)…”.

Un discursete con giros presuntamente académicos que se salta olímpicamente la cruel realidad que padecen los millones de venezolanos en su territorio y las penurias de los más de 7 millones que salieron eyectados de sus hogares­ hacia países vecinos, para no malvivir en la miseria o la persecución.

Aunque, previsiblemente, los mandatarios de Argentina y Colombia siguieron los pasos del brasileño haciéndole la corte a Maduro, Gabriel Boric declaró que le había manifestado su discrepancia al anfitrión de la cumbre, diciéndole que lo que ocurría en Venezuela no era una construcción narrativa, sino una realidad seria. “He tenido la oportunidad de ver (esa realidad) en los ojos y en el dolor de cientos de miles de venezolanos que hoy en día están en nuestra patria”, puntualizó.

El presidente Luis Lacalle, por su parte, se declaró sorprendido de que Lula alegara que se trataba solo de ‘una narrativa’: “Si hay tantos grupos en el mundo que están tratando de mediar para que la democracia sea plena en Venezuela, para que se respeten los derechos humanos, que no haya presos políticos, lo peor que podemos hacer es tapar el sol con un dedo”.

Una cumbre, pues, que ante tanta disonancia generada por el dictador venezolano, terminó cuesta abajo.

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