Tras un tiempo de receso, inició el debate del Legislativo por la cuestión de confianza planteada  por el Ejecutivo. (Foto: Anthony Niño De Guzmán / GEC)
Tras un tiempo de receso, inició el debate del Legislativo por la cuestión de confianza planteada  por el Ejecutivo. (Foto: Anthony Niño De Guzmán / GEC)

Redacción PERÚ21

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Carlos Meléndez// Analista político

Ha ganado el statu quo. La satisfacción tanto del Ejecutivo como del Legislativo expresa conformidad con la conflictividad entre poderes. El gobierno se satisface con haber pechado al Congreso (y cree que eso le dará réditos) y los congresistas siguen aliviados de permanecer en sus puestos. Da la impresión de que el riesgo de cierre del Congreso fue empleado como un bluff de parte del Ejecutivo, lo cual se manifestó una vez que el premier bajara el tono confrontacional. El voto de confianza manifiesta el instinto de sobrevivencia de un Congreso magullado. Primaron los intereses particulares.

El mismo gobierno ha convertido su autodenominada propuesta sistemática en un plan mínimo, en una minirreforma. Para cierto sector pueden aparecer como derrotados, pero en términos concretos, luego de este choque de poderes, solo han perdido dos parlamentarios. ¿Qué ha perdido el Ejecutivo? Ha deslegitimado su propuesta reformista porque han aparecido más críticos, sobre todo constitucionalistas, que ya no pueden ser estigmatizados como “fujimoristas corruptos”.

Necesitamos terceras fuerzas que nos permitan salir de la polarización. El Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo o alguna institución de este tipo debería mediar y sentar las bases de un acuerdo para la reforma política.

El Ejecutivo debe darse cuenta de que ahora tiene más críticos y que no puede repetir su estrategia confrontacional porque ellos mismos generan ruido político. El Legislativo debería comprometerse más con la reforma reconociendo que no todas las propuestas están diseñadas expresamente en su contra.

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