El discurso les ha quitado armas a los congresistas más recalcitrantes. Ha sido un discurso conciliador, un pedido de ayuda, de colaboración, de aporte para enfrentar una grave crisis de corrupción.
Esta cuestión de confianza es una nueva etapa de diálogo, ha planteado iniciativas que considera fundamentales para combatir eficazmente la corrupción y para que exista un mejor clima democrático y hace un llamado para que los congresistas asuman ese reto, y los legisladores ahora no tienen otra posibilidad que votar por la confianza o estar en contra; los ha dejado en una situación de dirimir, les ha hablado de una urgencia nacional y eso ha sido gatillado por la (actuación de la) Comisión Permanente por el caso Chávarry y por el caso de Edwin Donayre.
Si queremos combatir la corrupción, es necesario discutir estos seis proyectos.
La esencia de los mismos debe mantenerse. El Congreso ha tenido tiempo para ir analizando los proyectos desde el 10 de abril.