Patricia y Paolo, agredida y agresor, estudiaron comunicaciones en la Universidad de Lima. Ambos frecuentaron el mundo bohemio de los escritores y músicos subterráneos. Y, aunque sus vidas siguieron caminos opuestos, también se cruzaron más de una vez, incluso familiarmente. Quien escribe esto es amigo de ambos, pero no puede ser neutral ante un hecho condenable.
Mira: Universidad de Lima despide a docente que agredió a congresista Patricia Chirinos
Allá por los 90, Patricia Chirinos se juntaba con músicos subterráneos y escritores malditos como Piero Bustos, Carlos Torres Rotondo, Manuel Rilo y Carlos Carrillo. Con los años, Carrillo se convertiría en viceministro de Mype e Industria de Produce. Y Chirinos sería alcaldesa y luego congresista. Como ellos, muchos personajes de la movida contracultural colgaron las casacas de cuero y se convirtieron en empresarios, profesionales, hombres de familia. Otros eligieron quedarse en el limbo de la noche, en sus madrugadas espolvoreadas, idealizando una movida subterránea que de contestataria tuvo más bien poco, porque fue machista (María T-ta), racista (misiopunks) y clasista (pitupunks). Son los revolucionarios de café que se pusieron de costado frente a la subversión, pero que tampoco tuvieron el valor de tomar el fusil y llevar la teoría a la praxis. Quizás es lo que no le perdonan a Chirinos: haber pedido la vacancia de Pedro Castillo. Haber traicionado ese viejo sueño contracultural.
Abogados, activistas y científicos sociales dicen que hay bares vetados, que la agresión se justifica y que la congresista ha cosechado lo que sembró por traicionar a sus electores. ¿Pero los votantes del Callao no se sienten representados por una arrebatada anticomunista gritona? Si alguien ha traicionado a los suyos, es el perulibrista de La Noche, esa oveja negra de familia rica. Ese que aún no se entera de que es de clase media privilegiada. Ese que marcó el lápiz a pesar del desprecio que le tienen Cerrón y compañía. Un marxista diría que es un traidor a su clase social. Un capitalista diría que es solo un tipo confundido. A esos lapicitos hay que recordarles lo que decían de los Ramones en un viejo documental. No es que no se hayan querido vender. Es solo que nadie los quiso comprar.