(Mario Zapata/Perú21)
(Mario Zapata/Perú21)

Hoy amanece en Moscú. Viaja allí, desde Budapest, Hungría, donde vive, para asistir al debut mundialista de la ante . Luego del torneo, que culminará la quincena de julio, iniciará realmente la campaña regional y municipal en Perú en la que, asegura, por sus resultados, veremos qué tan afectado quedó tras los enfrentamientos entre y . En esta entrevista analiza, además, el aumento de la desaprobación ciudadana hacia el presidente de la República, . “Le están pidiendo cosas a un presidente que está allí para completar un gobierno fallido”, concluye.

La desaprobación de Vizcarra sube de 19% a 44% en un mes, según Datum. Y se duplicó de 24% a 48%, según Ipsos. ¿A qué se debe?

Para empezar, hay que considerar que es un presidente por el que la gente no ha votado, ese es un primer condicionante para medir su aprobación porque, en gran medida, el desconocimiento sobre Vizcarra es alto. Si uno revisa las encuestas, en el primer mes de gobierno, según Ipsos, el 30% de peruanos no precisaba estar a favor o en contra. El segundo mes es el 24% y el tercer mes llega a 15%. O sea, en realidad, estamos pasando del desconocimiento a la desaprobación.

¿Por qué pasan del desconocimiento a la desaprobación y no a la aprobación?

Porque es más fácil desconfiar que confiar en alguien, sobre todo después de lo que pasó en el país. Creo que estamos perdiendo de vista que el establishment político en su conjunto ha caído hace unos meses. La gente le está pidiendo cosas a un presidente que no ha sido elegido, que está allí para completar un gobierno fallido. Le estamos pidiendo reformas, que se ponga los pantalones, que no sea pusilánime como si él hubiese sido elegido para ese cargo. Él está ahí por carambola, paradójicamente, por los designios de la vida.

La población desaprueba al establishment en su conjunto pero Vizcarra nunca fue parte de él. Fue ministro, después se fue a Canadá, y volvió. ¿Por qué está inmerso en ese grupo?

Porque partimos de una estructura en la opinión pública de desconfianza sistémica de la política. O sea, por default, el peruano promedio va a desconfiar de quien esté en el poder. ¿Por qué? Porque lo de Lava Jato ha sido terrible, están involucradas todas las fuerzas políticas, un gobierno que se consideraba de lujo se fue al diablo de un momento para otro, el Congreso no logra resolver sus problemas internos sobre todo al interior del fujimorismo. Creo que no somos conscientes del nivel de colapso, de descrédito, al que ha llegado la clase política en su conjunto, y por más que Vizcarra sea alguien nuevo, muy poco conocido, no ha logrado distanciarse de la imagen de que es alguien que pertenece a ese establishment, por eso está en el poder.

¿La desaprobación pasa por involucrarlo en el grupo de malos políticos y no por malas acciones, mensajes o gestos?

Exactamente. Yo sí creo que él ha armado un gabinete en tiempo récord. O sea, diez días para alguien que no es del establishment, para un político provinciano, que no tiene ningún contacto en la pituquería limeña o en la tecnocracia limeña, que no tiene conexión directa con los grupos empresariales en el país, que no tiene partido político, que es un solitario de la política, es un récord y los analistas son muy mezquinos para decir que fue suficiente. Yo creo que Vizcarra está haciendo un poco de mago, porque armar un gobierno de un momento a otro en base a estas consideraciones es un desafío tremendo.

En los dos meses y medio que tiene gobernando ya se le fueron dos ministros. Uno de ellos, el del MEF, nada menos.

Es que él está reconociendo a la tecnocracia de élite del país, no tiene en quién apoyarse para gobernar. Muchos dicen “ok, Vizcarra tiene que construir una coalición política”. ¿Pero con quién? La tecnocracia también viene de un descrédito tremendo, nadie quiere ser ministro ahora. Entonces, es normal que en un contexto así sea difícil encontrar alguien con quien tener química, con quien hablar un lenguaje común. Eso no significa que hay que darle el beneficio de la duda eternamente, lo que creo es que su principal reto, en el corto plazo, es que su gabinete pase de ser un conjunto de personalidades a un equipo. Eso todavía no vemos y sí se le puede pedir.

No tener quién lo defienda lo ha llevado a querer congraciarse con todos, con el fujimorismo, con la izquierda. En ese ánimo, al parecer, no gobierna, no toma decisiones.

Lo que pasa es que las mentalidades en el Perú están polarizadas. Estamos viviendo un mundo de pros y antis, que es una simplificación tremenda del poder, un reduccionismo total, o estás conmigo o estás en contra de mí, y esa es la forma como estamos acostumbrándonos a ver el posicionamiento de los políticos. Yo creo que Vizcarra está intentando algo que en el Perú no es apreciado, que es tener una posición autónoma, independiente, y dialogar con todos los sectores. Eso tiene un mérito, pero, claro, en el Perú si tú tienes una posición independiente ya eres rápidamente catalogado como pecho frío o como alguien que estás en el otro bando. En el Perú ya nos hemos acostumbrado lamentablemente a las pullas, al enfrentamiento, a la sinrazón. Esa polarización es la que no nos permite ver que tenemos que bajar nuestras expectativas con respecto a Vizcarra. Este es un gobierno que está tratando de enmendar un gobierno fallido. Le estamos pidiendo demasiado para la crisis estructural que vive el país.

El presidente del Congreso también cae en su aprobación. El 71% desaprueba a Luis Galarreta, antes era 48%. Él tiene mucho más tiempo de gestión que Vizcarra. ¿Su desaprobación también es por el descrédito de la clase política?

No, el caso de Galarreta es distinto. Yo creo que se suman varias cosas. Primero, la baja legitimidad del Congreso. Los congresos son impopulares en todas partes, la aprobación del Congreso de los Estados Unidos es 15%. A esa desaprobación natural se le suma que es un Congreso dominado por el fujimorismo, que tiene el anti más importante en el Perú ahora. También se suma un estilo al momento de gobernar el Legislativo que no ha sido el más cordial y, además, lo escándalos de las últimas semanas.

¿Si el fujimorismo dejase la presidencia del Congreso, ayudaría a que cambie la percepción de la ciudadanía hacia ese poder del Estado?

Mira, gobierne quien gobierne el Congreso va a ser percibido como un Congreso impopular. Es más, aunque el fujimorismo deje la Mesa Directiva va a seguir siendo percibido como un Congreso fujimorista. Yo sí creo que el principal rival del fujimorismo son algunos medios de comunicación, algunos periodistas, algunos opinólogos que tienen la ventaja de acceder a medios nacionales todos los días y que han estigmatizado muy fácilmente al fujimorismo, y el fujimorismo no ha hecho nada para enmendar esa imagen.

¿Con la suspensión de Kenji Fujimori del Congreso, dejará de ser uno de los factores que abonaban a la mala imagen del fujimorismo o la pelea con Keiko continuará?

Va a continuar. Si hay algo que creo que hemos aprendido del fujimorismo en los últimos meses es que ellos pelean hasta el último instante, hasta quemar el último cartucho, valga la referencia patriótica. Eso no se ha resuelto con la suspensión de Kenji, tienen para rato que resolver problemas internos. A mí lo que me llama la atención es como Kenji Fujimori, que representa el ala albertista, el ala que tiene la herencia de lo más perverso del fujimorismo de los años 90, es hoy día apapachado por los sectores más antifujimoristas. Eso te habla del cinismo de ciertas personas.

¿Del antikeikismo?

Sí, es eso. ¿Por qué? Porque tiene poder. O sea, mira, mal que bien el fujimorismo es más exitoso que cualquier otro proyecto político. Han perdido dos elecciones presidenciales pero dominan en el Congreso y ellos son los que dividen la política peruana. En la izquierda no hay proyectos alternativos, el Apra está de capa caída, lo de Barnechea y Guzmán está en pañales, los sectores progresistas republicanos no tienen alguien que pueda sacar más del 1%.

¿Ese proyecto político puede peligrar por este enfrentamiento entre Keiko y Kenji?

Yo creo que los apristas se podrían molestar con la comparación, pero esto ya pasó antes en la historia peruana. Cuando tú tienes una fuerza política popular, antiestablishment, relativamente exitosa, que está cerca de llegar al poder, también hay momentos de división. Cuando el Apra se divide, cuando Haya de la Torre hace su giro ideológico y surge el Apra rebelde, había pungas internas. Eran otros tiempos, ahora son divisiones quizá mucho más personalistas, pero a veces pasan décadas para que un partido político en el Perú llegue al poder. No necesariamente el éxito en el Perú tiene que estar medido en llegar a una presidencia. El Apra dividió el siglo XX en el Perú y solo llegó a la presidencia el año 85, después de más de 50 años de haber sido fundado. Con esto quiero decir que el fujimorismo no creo que se termine el 2021 si no llega a la presidencia. Hay que tener un poco de paciencia histórica para ver la ejecución de estos proyectos políticos. A Keiko le sienta mal estar en Lima tratando de cohesionar a sus parlamentarios pero le sienta muy bien hacer campaña. Vamos a ver. Yo creo que esta campaña subnacional que se inicia después del mundial va a permitir ver hasta qué punto el fujimorismo está muerto o no.

¿Sí ve a Kenji con futuro político para que el 2021 postule a pesar de haber sido suspendido del Congreso?

Yo creo que Kenji y Keiko van a seguir dando qué hablar. A estas alturas no me sorprendería ver a Kenji en una lista parlamentaria o presidencial con los sectores progresistas republicanos.

¿Con la izquierda?
Con los caviares, por lo menos, sí. Yo no descarto eso.

Sería un cambio de 180°.

Es lo que está haciendo. Esta suerte de alianza tácita entre el sector albertista y el antifujimorismo me parece que va camino a eso. Si miras desde afuera, lo que ves es eso, hay una unión. Kenji ahora escribe en La República, está siendo apapachado por los críticos más feroces del fujimorismo. Entonces, bacán, qué bien, se están uniendo.

AUTOFICHA

- Soy socio principal de 50+1 Grupo de Análisis Político. Investigador visitante en la Central European University en Budapest, Hungría, y profesor de la Universidad Diego Portales de Chile. También soy doctor en Ciencia Política por la Universidad de Notre Dame, Estados Unidos”.

- “En una encuesta yo preguntaría ‘¿sabe usted quién es el presidente del Perú?’. Pasó con Paniagua que la gente pensaba que Fujimori seguía siendo el presidente. No creo que eso pase ahora porque estamos en una sociedad globalizada, pero sería interesante”.

- “El alza del ISC es una discusión entre economistas y técnicos, no creo que haya llegado a la asimilación cotidiana de sus efectos. La desaprobación del presidente es por una desafección hacia la política. El presidente es desaprobado, más allá de que sea provinciano y que tenga una imagen de honesto”.