Alberto de Belaunde. (Francisco Neyra)
Alberto de Belaunde. (Francisco Neyra)

Ha vivido la política con una intensidad inusual para un adolescente. Mientras su hermano pedía permiso para faltar al colegio cuando era la inauguración del Mundial, lo hizo para faltar el día que se votaba si Valentín Paniagua iba a ser el presidente del Congreso.

Asumió la presidencia del consejo estudiantil de su colegio. En la lista tenía que llevar a gente de cada grado; entonces, fue clase por clase y pidió que le digan quién creían que debía ir en su lista. Una suerte de primarias. Entrevistó a los dos más votados de cada promoción y a partir de eso armó la lista ganadora. Luego fue dirigente en la universidad. Y hoy es congresista de la República. La vena política viene de familia, de su abuelo Javier de Belaunde que vivió 104 años.

 No fuma, pero se come las uñas para canalizar la ansiedad. Suda copiosamente, pero porque vive cada palabra que nos dice. Es zurdo, pero reivindica el liberalismo progresista. Nos recibe en su departamento miraflorino, con una taza de café que dice “lágrimas de facho” y una máquina de escribir Underwood de 1904.

Esta entrevista se dio en el preciso momento en que el fiscal Pedro Chávarry daba marcha atrás y restituía a los fiscales del caso Odebrecht. Le tomamos la temperatura a la coyuntura política, pero también conversamos con la persona detrás del congresista.

Te suele pasar que en fechas clave algo ocurre en la política nacional.
Navidad de 2017 fue el indulto a Fujimori y mi renuncia a la bancada de Peruanos Por el Kambio; el 20 de marzo era mi cumpleaños y salieron los famosos audios que vinculaban a Kenji Fujimori; y ahora la decisión de Chávarry.

¿Con qué sabor de boca recibiste el año?
Al igual que la mayoría de los ciudadanos, indignado. Una maniobra burda, torpe. Actuó como las personas que no tienen moral.

¿Realmente la mayoría del país tiene el nivel de indignación del que me hablas?
Creo que sí. Que las personas hayan salido a manifestarse el mismo 31 y ayer demuestra que sí hay algo en el país que está cambiando. Si se llega a buen puerto en los juicios de Lava Jato y todos los políticos que deben estar presos por sus delitos terminan encarcelados, cambiaremos la historia. Ya no importa la posición ideológica. Nos está uniendo la lucha contra la corrupción.

Aunque cuando sentimos que la corrupción está perdiendo terreno, un corrupto o algún personaje cuestionado gana una elección.
No vamos a superar de la noche a la mañana taras que nos acompañan desde antes de ser república. Pero sí es la primera vez que vemos este nivel de lucha contra la corrupción y de exigir que las personas paguen por sus delitos. A nivel de América Latina, Perú es un ejemplo de cómo enfrentar el caso Odebrecht. Tenemos fiscales y jueces que están demostrando que se puede actuar de manera independiente y contundente contra la corrupción. Quienes no están a la altura es la mayoría fujimorista del Congreso.

¿Por qué entraste en política?
Por esta sensación de insatisfacción y porque vengo de una familia muy vinculada a la política. Mi abuelo fue cinco veces diputado por Arequipa. Llegó por primera vez a la Cámara en el año 39. Espero que muchos jóvenes se animen a entrar en política. Es hora de realizar cambios profundos.

Pero la actividad política es vista como un gran pantano.
Es un discurso que nos han vendido los corruptos y lo hemos comprado. Es un discurso que espanta a la gente virtuosa, comprometida. Hay que reemplazar el discurso de “que se vayan todos” por el que diga “que vengan todos”. Todos los preparados, honestos, los que quieran ayudar al país. En política como en física, es una frase de Henry Pease, todo espacio vacío se llena.

Siendo adolescente ya mostrabas tu inclinación por la política. ¿A temprana edad también te reconociste como gay?
Me acepté en la adolescencia y estuve listo para contarlo cuando tuve 18 años. En mi casa lo tomaron con madurez y ratificaron el cariño que tenían por mí.

Tu padre ayudó a la conformación del Movimiento Homosexual de Lima (MHOL).
Eran los 80, fue uno de los primeros movimientos de América Latina. Mi papá siempre ha sido una persona muy progresista. Fue un alivio en mi proceso. Lamentablemente, en el Perú es un lujo tener el apoyo de la familia.

¿Cuánto de desinformación hay al respecto?
Hay muchos prejuicios y miedos, basados en desinformación. Se lucha, sobre todo, contra quienes están instrumentalizando esos miedos y prejuicios, desde intereses políticos hasta económicos. Siento que algo que aglutina mucho de los temas por los que peleo, que son los derechos de las personas con discapacidad, de los pacientes de la salud mental, cannabis medicinal y LGTB, es que tienen en común que son poblaciones vulnerables que no pueden disfrutar de todos los derechos que les corresponde.

¿Es cierta esta premisa de que tenemos que estar preparados para esos cambios?
Pareciera que los derechos tuvieran que ser sometidos a un focus group. El Estado no crea derechos sino los reconoce inherentes a cada uno. Si vamos a esperar el consenso absoluto, no se avanza. Los derechos no se someten a concursos de popularidad. Los derechos se exigen y conquistan.

Tienes dos perfiles que son complejos de llevar en una sociedad como la nuestra: ser gay y congresista.
Siempre tuve claro que quería ser una persona feliz y para serlo hay que ser honesto. Y me ilusiona mucho y alegra cuando recibo mensajes de familias con chicos o chicas LGTB que dicen que mi visibilidad ayuda a que más gente pueda ser aceptada. Y cada día vivo con mucha gratitud hacia los 29,271 ciudadanos que me permitieron estar acá, en el Congreso, porque es un espacio privilegiado de servicio al país.

AUTOFICHA

- “Tengo 32 años de edad. Nací en Lima, pero tengo doble nacionalidad: peruana y arequipeña, por toda mi familia paterna. Estudié Derecho en la Universidad Católica. Trabajé cinco años como jefe de gabinete de Jorge Muñoz en Miraflores. Si no fuera congresista, quizá ahora estaría en el municipio limeño”.

- “El año pasado publiqué mi primer libro, Más allá del arcoíris (Planeta). Estoy trabajando en el segundo, aunque aún no puedo dar detalles. Debería estar listo para abril o mayo próximo si la política lo permite. Dicen que todo político sueña con ser presidente, pero no es mi caso”.

- “Mi abuelo publicó su último libro a los 100 años. En mis ratos libres me gusta leer mucho. Las lecturas las tengo en mi Kindle (lector de libros electrónicos). Estoy leyendo el libro de Michelle Obama. Pero también leo textos no políticos. Me encanta el teatro y la historia. Me hubiese gustado estudiar Historia”.

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