Para el congresista , hay una clara diferencia entre el origen de la reforma de justicia y el de la reforma política que plantea el Gobierno. Mientras la primera nace de una extensa reflexión con la participación de un grupo de especialistas, la segunda parece fruto de la improvisación y del populismo. Sin embargo, indica que será tarea del Parlamento perfeccionar estas iniciativas que, gracias a la voluntad política del Ejecutivo, ahora son protagonistas del debate.

El Gobierno presentó paquetes legislativos para la reforma del sistema de justicia y la reforma política. ¿Cuál es su análisis de estas iniciativas?
Quisiera empezar destacando lo positivo. El paquete de reformas en materia de justicia es bueno y puede ayudar a reformar de manera integral el sistema judicial. Las iniciativas responden directamente al trabajo de la Comisión Wagner, un grupo de expertos que elaboró recomendaciones para los cambios. Además, (la reforma judicial) es un tema que se viene discutiendo y reflexionando desde que existió el Ceriajus en 2005. En el caso del paquete de reformas políticas no hay una experiencia similar. El presidente no nombró una comisión para esta reforma, ni tampoco se convocó a especialistas en la materia para discutirlo. La diferencia no solo se ve en el proceso, sino también en el resultado. Mientras tenemos una reforma de justicia con una mirada integral, en el paquete político vemos medidas desarticuladas que no van a tener un resultado claro que incluso podría complicar más la situación actual. Parecen medidas más pensadas en las encuestas que en un cambio de fondo.

En la reforma política, el Gobierno plantea el retorno al sistema bicameral y la no reelección de los congresistas...
Como se imaginará, yo soy uno de los más entusiastas sobre este retorno a la bicameralidad, pero la propuesta de sacar una cámara de 100 diputados y una cámara de 30 senadores, para no alterar el número de congresistas, va a generar que no exista una representación adecuada. En el proyecto de ley se habla de elegir dos congresistas por distrito y de mini-distritos, pero si solo va a haber cien diputados, vamos a tener que juntar una serie de provincias y departamentos para que el número alcance y haya una representación proporcional. Esto va a tener un serio impacto en la posibilidad de los ciudadanos de sentirse representados en el Congreso y no será positivo.

¿En cuanto a la no reelección parlamentaria?
Mis objeciones a la no reelección vienen de 2013, antes de postular al Congreso. Acá comparto la opinión de Fernando Tuesta y otros especialistas de que esto no soluciona nada. Varios de los congresistas cuestionados son legisladores que están en su primer periodo. Además, tenemos uno de los congresos con más baja tasa de reelección en toda América. La gente castiga a los malos congresistas y premia a los que considera que sí están haciendo una buena labor. Eso permite tener una combinación de experiencia política e impulso renovador. No podemos restringir a los votantes en su decisión de con quién se sienten representados.

Este tipo de medidas nacen del descontento de la población con la clase política. ¿Cómo solucionar esto?
Yo entiendo el hartazgo de la ciudadanía respecto a la clase política y a cómo funciona el Congreso. Y por eso un poco que estamos dispuestos a apoyar cualquier medida que implique un cambio, pero yo creo que la no reelección va a precarizar más la representación política en el Congreso. Creo que una reforma política con una mirada integral pasa por pensar en una renovación por mitades del Congreso, una bicameralidad con un diseño inteligente, por una acotación y limitación muy radical de lo que es la inmunidad parlamentaria. También es necesaria la democratización de los partidos políticos para que no sea una casta la que nombre a los candidatos al Congreso, sino que sea directamente la ciudadanía.

A pesar de sus observaciones, la opinión de la población tendrá peso en este tema...
Creo que por eso mis colegas están mudos. En los pasillos parlamentarios varios critican la no reelección y argumentan razones técnicas, pero la mayoría de ellos les tiene miedo a las encuestas y no dicen nada. Eso me parece mal. Cuando la gente nos elige como sus representantes, también lo hace para que seamos responsables y tomemos medidas con base en criterios técnicos y de conciencia. Tenemos que explicar a la ciudadanía cuando alguna medida que puede ser muy popular en realidad no es buena para el país. Si el día de mañana hacemos un referéndum para cerrar el Congreso y que no haya ningún congresista, le aseguro que la propuesta será aprobada con un gran porcentaje, pero eso no legitima una medida que creo dañaría profundamente nuestra democracia. Espero que mis colegas hagan sentir su voz y opinen a favor o en contra, pero que opinen.

También se ha planteado la paridad de hombres y mujeres en la elección congresal. ¿Cuál es su postura?
Creo que vivimos un momento de crisis no solo política, sino también social. Todavía tenemos una sociedad muy machista y donde objetivamente las mujeres no tienen igualdad de oportunidades.

¿Cuánto daño hace esto?
Daña los distintos espacios de libertad social. Es necesario incrementar los espacios de participación política de la mujer. Esta medida que puede sonar radical responde a un momento social que necesita ese tipo de medidas para asegurar que las mujeres sean ciudadanas en igualdad de condiciones respecto a los hombres.