Redacción PERÚ21

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El 2017 ha sido un año lleno de sucesos importantes en el acontecer nacional, pero también de momentos emotivos que han sacado lágrimas de tristeza y alegría.

El fenómeno del Niño Costero trajo consigo escenas de lucha y resistencia como la hazaña de Evangelina Chamorro, que con fuerza sobrehumana venció a la furia de la naturaleza y salió victoriosa del lodo que intentó hundirla y alejarla de sus hijos.

El fútbol también trajo gratos momentos. La selección peruana logró la ansiada clasificación al Mundial Rusia 2018 y con ello nos regaló dos fotografías históricas: el gol de Jefferson Farfán y su homenaje a Paolo Guerrero tras la sanción impuesta por la FIFA; y la celebración final del equipo cuando el árbitro confirmó que el partido había acabado y que Perú había regresado a una Copa del Mundo después de 36 años. 

La alegría total llegaría cuando se confirmó que la sanción al capitán de la selección peruana se había reducido a seis meses y que ya estaba habilitado para participar del Mundial de Rusia 2018.

Pero no solo nos llenó de orgullo el fútbol. Fue imposible no inflar el pecho de emoción al saber que Inés Melchor ganó la medalla de oro de los 10 000 metros planos en los Juegos Bolivarianos de Santa Marta en Colombia o cuando nos enteramos que Julio Granda se coronó campeón del Torneo de Ajedrez Senior en Italia. No podemos olvidar el logro de otro compatriota, Víctor Rímac, el peruano más joven en llegar a la cima del Everest.

Las manifestaciones ciudadanas también movilizaron masas e indignación. La problemática de la violencia hacia la mujer nuevamente se vio reflejada en la masiva asistencia a la marcha Ni Una Menos. Los maestros también salieron a las calles y su lucha conmovió a más de uno cuando se vio reflejada en una foto viral que mostraba a un Policía calmando a una profesora asustada por los gases lacrimógenos.

Pero no todo fue felicidad. La angustia embargó los corazones peruanos durante el incendio en la galería Nicolini en Las Malvinas, cuando de una ventana de un containers ubicado en la parte superior del edificio salió la mano de un joven trabajador clamando ayuda. La escena quedará para la historia y será una prueba de las lamentables consecuencias de la informalidad.