Luego de conversar con las comunidades de la Amazonia y con el pueblo de , el tenía una cita pendiente. El Sumo Pontífice se trasladó a los exteriores de la ciudad, en medio del inclemente calor, hacia la casa hogar El Principito.

Ahí, niños y jóvenes de diferentes edades lo esperaban con ansias. El encuentro fue muy íntimo, por lo que la prensa permaneció marginada de lo que se discutió dentro de esas cuatro paredes, donde se ha pintado un mural en honor a Bergoglio.

Sin embargo, algo se pudo saber sobre el mensaje que el Santo Padre le transmitió a los pequeños de aquel hogar: Esperanza. Palabra que parece ir diluyéndose en el vocabulario de las personas, pero que es esencial para construir un futuro.

El Papa los mira como lo que son: criaturas inocentes, que aún no han sido tocadas por la sed del poder ni por la malicia. El encuentro no ha durado mucho, pero sí lo suficiente para calar en los corazones de los niños y jóvenes de la casa hogar.

"El Papa significa unión y esperanza para todos aquí en El Principito. Él nos ha dicho que no nos quedemos, que sigamos desarrollándonos como personas, como ciudadanos y como cristianos", cuenta Jessica, una de las niñas de la casa hogar.

Chicos como Jerson también han captado la esencia del mensaje de Francisco y saben que en sus manos está el futuro de los que muchos califican como 'tierra de nadie'.

"Debemos cuidar nuestra cultura e identificarnos con nuestras raíces. Él nos dijo que somos las estrellitas que brillaremos en un futuro", cuenta emocionado.

Francisco partió nuevamente a Lima, pero un pedacito de él se ha quedado en la ciudad, en la mirada de esos niños que ahora reflejan esperanza.