.La Federación de Vendedores de Diarios ha pedido que sus miembros reciban el bono de S/380 del gobierno.
.La Federación de Vendedores de Diarios ha pedido que sus miembros reciban el bono de S/380 del gobierno.

No existe aún una vacuna contra el COVID-19, pero sí una manera de detener su propagación, tan efectiva como el jabón o la distancia: estar bien informados. Lima es hoy una ciudad fantasma, de calles vacías y negocios cerrados por la cuarentena, pero en muchas esquinas, los quioscos continúan su trabajo de llevar los periódicos a las manos de los lectores.

“Pese a todo, no podemos parar, pero tomamos precauciones. Cada mañana, limpio todo con lejía antes de abrir”, dice Dayana Ramírez. Desde hace un año atiende un puesto de periódicos en Miraflores. El quiosco es de su tía, una mujer de la tercera edad que lo montó hace 40 años y que hoy se protege de la pandemia en casa.

“Tenemos que cumplir con los lectores. Como se dice, estamos al pie del cañón”, explica Dayana, oculta tras una mascarilla y con los guantes puestos, un look propio de un hospital o película de ciencia ficción más que de una vendedora de diarios.

Algunas cosas, sin embargo, han cambiado el último mes. Desde el rectángulo del quiosco por el cual atiende cada canillita, casi no se ve gente en la calle. Ellos se mantienen trejos y entregan los periódicos a domicilio.

Ante esta situación, la Federación Nacional de Vendedores de Diarios, Revistas y Loterías del Perú ha solicitado a la ministra de Trabajo, Sylvia Cáceres, que se incluya a sus miembros como beneficiarios del bono de 380 soles que el gobierno está entregando a la población más vulnerable por esta crisis. Una petición justa.

En calle con mascarilla

A las cinco de la mañana aún no amanece en Lima. A esa hora, todos los días, termina el toque de queda impuesto por el gobierno. A esa hora, también, los canillitas salen de sus casas, recogen el paquete de diarios del centro de acopio del distrito donde trabajan y van hacia sus puestos.

Mientras dure la emergencia sanitaria, solo tienen permiso para trabajar aquellos que cumplen una tarea indispensable para la sociedad: médicos, enfermeras, policías, bomberos y periodistas, así como todos aquellos que trabajan en un medio de comunicación y en la cadena de distribución de la información. Por supuesto, los canillitas.

“Hace unos días se reventó la llanta de mi bicicleta, pero ahora no hay quién la repare. Igual, en ella cargo los periódicos y los traigo desde Balconcillo”, dice Elena Trujillo. Cuenta que hace 15 años falleció su esposo y desde entonces trabaja en su puesto de la avenida Canadá.

Bajo el sol, con el calor que produce la mascarilla, con una gorra en la cabeza, se acerca a los pocos carros que pasan por su esquina para ofrecerles el diario. El negocio no marcha muy bien, pero ahora obtiene algo que antes escaseaba: las gracias. “Ahora muchos clientes me agradecen por llevarles el diario. Yo también estoy en el negocio de la prensa escrita con cada diario que vendo. Mi trabajo es informar”, dice.

GREMIO DE CANILLITAS
GREMIO DE CANILLITAS