Cuando decidí postular a Senati, mi papá buscó la forma de desalentarme, diciendo que era algo duro, que las mujeres no pueden, sino “¿cuántas mujeres estarían ahí?”, “te vas a lesionar” y cosas así. Mi madre de similar forma. Cuando se enteraron de que ingresé y que iba a ser mecánica automotriz, creyeron que en el camino iba a desistir, pero pasaron los años y ‘Chabela’ nunca desistió, al contrario, me empeñé más por aprender… Querían que me dedique a otras cosas. Un día bajé de trabajar en la mina con mis jefes de área, llegamos a mi casa y les dijeron a mis padres que en realidad era muy valiosa. Hacía cosas que los hombres hacían y muchas más. En ese momento decidieron apoyarme en todo, incluso ayudé a reparar el carrito de mi papá, terminé enseñándole un poco a él.