Victoria Delgado fue acusada de participar en ataques subversivos en los años 90. (Foto: GEC)
Victoria Delgado fue acusada de participar en ataques subversivos en los años 90. (Foto: GEC)

Cuando Victoria Delgado Olivera, una campesina cajamarquina de 63 años, se acercó a las urnas en las elecciones regionales de octubre de 2014, fue detenida por la Policía. Los agentes le indicaron que tenía orden de captura por presuntamente haber integrado el .

Vivía en el caserío Ushushque Chico, provincia de Santa Cruz, en Cajamarca, y a sus ocho hijos y su esposo les dijo no entender lo que ocurría mientras era trasladada al penal de Chorrillos en Lima. Allí permaneció solo por dos meses. “Estaba preocupada, no quería ni comer”, recuerda su hijo Iván Díaz.

Su abogado, Rolando Janampa, encontró en el expediente del caso un acta de reconocimiento fotográfico realizado por el confeso terrorista Felipe Barbarán Tello. En 1993, él había admitido saber de la existencia de Victoria Delgado, pero cuando le mostraron la imagen de la mujer de Cajamarca, dijo no conocerla.

Con la declaración de este testigo, el 11 de diciembre de 2014, la Sala Penal Nacional aceptó variar la orden de prisión por comparecencia con restricciones.

NUEVAS PRUEBAS

Janampa encontró también en el mismo expediente la manifestación de Melanio Cumapa Tuanama, otro confeso terrorista interrogado por la Fiscalía en 1996. Su declaración fue clave: “Victoria Delgado o ‘Vicky’ es mi hermana, pero su nombre verdadero es Lily Cumapa Tuanama. Era combatiente dentro de la organización, pertenecía al destacamento de Yurimaguas o Bajo Huallaga”. Además, dijo que falleció producto de una enfermedad.

También explicó que él era conocido como Héctor Moisés Delgado Olivera o ‘Moico’. Al igual que en el caso de su hermana, los nombres falsos se los eligió el MRTA “para ocultar” su verdadera identidad. Reveló que fue Néstor Cerpa Cartolini quien les puso los apellidos Delgado Olivera.

Janampa les pidió a los jueces que se tome en cuenta el testimonio de Melanio Cumapa antes de que la Fiscalía formule la acusación del caso. “Nosotros presentamos un escrito a la Sala Penal Nacional pidiéndole que se le comunique a la Fiscalía las fojas del expediente donde están las declaraciones en las que se indica que mi patrocinada no tenía responsabilidad”, dijo el abogado a Perú21.

Sin embargo, la acusación fue presentada el 19 de setiembre de 2018 por el fiscal , de la Tercera Fiscalía Superior Penal Nacional. Respecto al pedido de Janampa para incluir las citadas declaraciones, señaló ante la sala que “dichas aseveraciones (...) evidentemente carecen de razonable credibilidad y no se encuentran sustentadas objetiva ni suficientemente”. Indicó que se presentan “con el ánimo de eludir y/o amenguar su responsabilidad en estos graves hechos”.

El fiscal Landa evitó dar detalles del caso. “(Es) un extremo del cual yo ya me pronuncié y no le puedo dar ninguna respuesta (...) Yo no soy la última palabra. La palabra la tiene el Poder Judicial”, dijo a este diario.

La familia advierte que, si la justicia deja de ver las pruebas evidentes, su madre podría terminar sus últimos días de vida en prisión.

¿SABÍA QUÉ?

- La Fiscalía pide 20 años de prisión y S/400 mil de reparación civil contra Victoria Delgado.

- Janampa dijo que solicitar la prescripción del caso es su segunda opción ante la “injusticia”.

José Gil: “Esos eran daños colaterales” [OPINIÓN]

José Luis Gil, exmiembro del GEIN. (Foto: Piko Tamashiro)
José Luis Gil, exmiembro del GEIN. (Foto: Piko Tamashiro)

"Las organizaciones terroristas desarrollaron dos tipos de trabajo: abierto y cerrado. Dentro del cerrado, existían dos preceptos: el secreto y la clandestinidad. Nadie debía enterarse de sus actividades partidarias, violentas, y debían proteger a sus integrantes, eso significaba guardar el secreto. Incluso Sendero Luminoso tenía dentro de sus postulados cinco necesidades y una de ellas era la clandestinidad. De la misma manera, sucedía en el MRTA.

La clandestinidad implicaba abandonar la vida común, adoptar una nueva identidad, encubrir sus acciones para confundir a las fuerzas del orden. Cambiaban de nombres, se quedaban solo con uno, o a veces volteaban los apellidos para confundir. Para todo eso, se basaban en documentos falsos o robados.

No les interesaba lo que vaya a pasar con las personas a las que les sustraían la identidad, que vayan a la cárcel, que pierdan su vida y su familia. Esos eran daños colaterales, efectos secundarios, que tenían previstos. Para ellos, lo más importante era la revolución".

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