El 23 de septiembre se celebra el Día Mundial contra la Explotación Sexual y Trata de Personas. El miércoles 5, la facultad de Derecho de la Universidad del Pacífico inauguró una exposición multimedia sobre el tema, con fotos, infografías, afiches de diseñadores gráficos y un video de 8 minutos. La curaduría de la muestra está a cargo de Cecilia Larrabure y la información ha sido recogida por Maria Luisa del Río, periodistas ambas, quienes han trabajado los últimos seis meses investigando este delito. Con esta primera entrega, Perú21 se suma a la iniciativa de la UP, publicando información urgente sobre el tema durante las semanas que dure la exposición.

PROTAGONISTAS
La explotación humana encuentra en la pobreza el escenario perfecto para normalizar uno de los delitos más inhumanos del mundo: tratar al otro como si fuera una mercancía. Este delito está directamente relacionado a economías extractivas e informales, sistemas de trabajo precario, victimización por violencia física y sexual contra mujeres en edades tempranas, contextos de marginalidad con brechas de educación y desigualdad. Necesidad extrema, oportunidad cero, o solo una, la peor, la que lleva al ser humano a denigrarse, a ser golpeado, manoseado, ignorado, drogado. Mujeres en su mayoría, niñas en su mayoría, pero de todas las edades y sexos.

El crecimiento demográfico en ciudades intermedias, donde existen o aparecen industrias extractivas y oportunidades de trabajo ilegal que provocan la migración informal (causada por la escasez de trabajos formales bien remunerados y la situación de pobreza), es uno de los escenarios más comunes de la trata de personas y la explotación del hombre por el hombre. Los migrantes suelen provenir de situaciones de pobreza extrema, generada por eventos climáticos como huaycos o sequías, o por violencia, en su lugar de origen. Otros se esconden porque han huido de algo de lo cual han sido víctimas o victimarios.

Estamos hablando de ciudades enteras donde corre muchísimo dinero, nada se tributa y todo, absolutamente todo, se puede. Se puede tener esclavas domésticas, se puede hacer trabajar a un niño haciendo carbón por un plato de arroz, tener niñas empleadas sin comida y sin sueldo, niñas obligadas a tomar cerveza con clientes, a ser usadas sexualmente por ellos, personas abusadas, se vale estafarlas, se vale encerrarlas, quitarles el DNI, se vale matarlas, tirarlas al río y seguir caminando por ahí.

ESCENARIOS
En el Perú el delito ocurre principalmente en Loreto, Cusco, Pucallpa, Madre de Dios, Puno, Piura, Tumbes, pero está en las 25 regiones y la de mayor incidencia es Lima, suponemos que por mayor población o porque es grande. La explotación humana es un delito que sobrevive largamente en escenarios laberínticos y grandes, donde el crimen se esconde, se anonimiza. El crimen organizado en el Perú no es vertical, no existen los capos, se parece más a un contenedor lleno de ratones que a un organigrama. Todos corren hacia donde conviene, no quieren un líder, todos están al menudeo, sobreviviendo y poco más. Solo tienen mucha plata los dueños de las concesiones mineras o madereras, o los distribuidores locales de cerveza, en un país donde la cerveza es monopolio. Los negocios que más dinero mueven en el Perú son ilegales e involucran a millones de personas. La explotación humana es causa y consecuencia de la miseria y el abandono del Estado. Hay esfuerzos en fiscalías, hay voluntad en policías, pero también hay desidia e ignorancia en cuanto a la gravedad del tema.

CIFRAS EN EL PERÚ
El Estado peruano cuenta con cifras iniciales de casos de víctimas de trata, que aún no reflejan la magnitud de este flagelo, debido a que es pocas veces denunciado, ya sea por vergüenza, estigma o temor a la venganza, dado su carácter ilegal –y ligado al crimen organizado- o porque simplemente la víctima no sabe dónde denunciar o no hay dónde hacerlo o, lo que es peor: no tiene conciencia de su condición de víctima.

Pero no son las cifras las que deben movilizarnos, pues uno de los obstáculos para su investigación y el diseño de políticas públicas para combatirlas, es el acceso a datos confiables, las escasas denuncias y las limitaciones de acceso a los lugares donde operan estas redes delictivas. Y sobre todo porque basta que una niña, niño o adulto peruano se encuentre bajo esta condición de captación con engaños, secuestro y abuso, para que destinemos todos nuestros recursos a rescatarlo. Pero todo eso cuesta y según cálculos de la fiscal Paola Hittscher, de Loreto, el estado peruano destina anualmente unos 10 céntimos por víctima.

Existe, oficialmente, un Plan Nacional Contra la Trata de Personas PNAT 2017-2021, un plan de acciones a cargo de los ministerios de la Mujer, Salud, Educación, Trabajo, Desarrollo e Inclusión Social, Relaciones Exteriores, Justicia y Derechos Humanos, el Reniec, la Superintendencia Nacional de Migraciones, Poder Judicial, Ministerio Público, la Policía Nacional, los gobiernos regionales y la Secretaria Técnica de la Comisión Multisectorial. Sin embargo, solo tres ministerios (Interior, Mujer y Trabajo) asignan un presupuesto específico en acciones contra la trata de personas.

Otro dato impactante es el insignificante monto. El presupuesto específico asignado para combatir la trata el 2018 es la mitad del asignado para el 2017, que ya era precario. Son 5’ 658, 954 soles, que representan el 0.0036% del Presupuesto General de la República.

Siete millones de peruanos son pobres. Un millón son pobres extremos. Según el INEI el 40% de personas pobres en el Perú se conforma de niños, niñas y adolescentes en situación de pobreza. Unos dos millones ochocientos mil menores vulnerables a la explotación.

LOS NÚMEROS DE LA TRATA
Existen dos mecanismos que trabajan cifras por parte del Estado.

La RETA, que existió hasta el 2012, y era el registro de la policía. Registraba los casos de trata de personas y eran accesibles a cualquier ciudadano. Pero hubo regiones donde este registro nunca se usó. Y la SISTRA, que es el registro de casos por trata de personas del observatorio de la criminalidad del Ministerio Público.

Ninguno de estos registros llegó a combinarse ni fusionarse. Funcionaron de manera aislada, por lo que las cifras no consiguen acercarnos a un número real sobre la trata de personas en el Perú.

Según el Ministerio Público, entre los años 2009 y 2014 hubo un total acumulado de 2,241 casos de trata de personas. Esta situación implicó, en ese período de tiempo, un total de 3,911 presuntas víctimas y 3,252 presuntos implicados.

SABÍA QUE...
La muestra #ExplotaciónHumana se expone en el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico, jirón Luis Sánchez Cerro 2121, Jesús María. Va hasta el 31 de octubre.