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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

es una organización que busca mejorar la educación pública, articulando esfuerzos del sector privado, del Estado y de la sociedad en su conjunto. Mariana Rodríguez, conocida gestora de instituciones de educación superior en el país, la preside.

En la última CADE del sector, puso sobre el tapete la crisis de valores puesta de manifiesto en los públicos y escandalosos casos de corrupción de autoridades e incluso personajes del mismo sector empresarial. ¿Cómo cambiar el chip en la sociedad peruana? La educación es clave.

¿Qué buscaban con el tema “educar para el Perú que queremos”?

-El tema no pudo ser más relevante. Corrupción en los más altos sectores del gobierno y el empresariado, discrepancias viscerales en redes sociales, numerosas dificultades en la convivencia ciudadana nos revelan una profunda crisis de valores. En el panel donde participé, mi comentario de apertura fue que, como sociedad, estamos fallando en la construcción de una masa crítica de personas con valores de base –empatía, respeto, tolerancia, etc.– que se reflejen en comportamientos ciudadanos “autorregulados”; menos aún podremos formar ciudadanos con la capacidad y disposición para fortalecer la institucionalidad, la democracia y dar solución a los problemas sociales que nos aquejan.

¿Es posible hacer algo?

-Se ha demostrado en la práctica que estrategias bien diseñadas y ejecutadas pueden en efecto cambiar el comportamiento ciudadano. Estas se construyen a partir de tres elementos: autorregulación, presión social, incentivos y sanciones; sumado a dos condiciones de base: institucionalidad y factores habilitantes. Hoy en día usar el cinturón de seguridad es un comportamiento autorregulado. Uno se pone el cinturón automáticamente, sin pensar, y es común escuchar “ponte el cinturón” si no lo haces. Hace unos años esto no era así.

Suena bien, pero, ¿cómo hacer realidad la propuesta?

-La estrategia de cambio pasó por normas claras y bien comunicadas acerca de la obligación de su uso, eso es institucionalidad; combinada con una efectiva aplicación de multas, es decir, sanción; y campañas de sensibilización que mostraban imágenes del daño físico de un muñeco –sin cinturón puesto– en un auto estrellándose contra la pared. Eso es presión social. En este caso no había factores que hicieran difícil su aplicación ya que todos los vehículos traen el cinturón de fábrica. Podemos hacer lo mismo con “si tomas, no manejes”, “ponte en mi lugar, no en mi sitio”, “el carril auxiliar es para emergencia”, “respeto al peatón”, etc. Y así como en el caso del tránsito, hay muchas oportunidades en otros ámbitos para construir ciudadanía que contribuya a una convivencia sana.

¿Es suficiente alcanzar un buen comportamiento ciudadano?

-El comportamiento individual “correcto” e incluso solidario, como el de colaborar con o participar en una causa, no es suficiente para el desarrollo. Se requiere acción ciudadana, aquella basada en un cuestionamiento del statu quo, en la exploración de las causas o raíz de los problemas sociales y que actúa de manera colaborativa en su solución.

Para esa acción se requiere capacidad de análisis y pensamiento crítico…

-Acción ciudadana no es solo dar ayuda al pobre, sino cuestionar la pobreza, explorar sus causas, proponer soluciones, movilizar e inspirar a otros a sumarse a ellas. Acción ciudadana es la actuación del líder que no solo instituye el comportamiento ético en el ADN de su empresa, sino que lo promueve activamente en su sector con una actitud de cero tolerancia. Acción ciudadana es el funcionario o representante del sector público que no solo se pone al servicio de su país con honestidad, sino que implementa normas, regulaciones y proyectos que aceleran el desarrollo, y es modelo de valores democráticos.

¿La escuela es fundamental en la formación de una nueva ciudadanía?

-Con mucho acierto, CADE Educación señaló el rol clave de las escuelas en la formación de ciudadanos capaces y dispuestos a la acción ciudadana. Como lo señaló Joel Westheimer, conferencista de CADE Educación y autor de What kind of Citizen? (¿Qué clase de ciudadano?), “las escuelas deben reconocer que su rol no es solo el de preparar a los jóvenes para el mundo del trabajo, sino el de prepararlos para participar en las instituciones democráticas y grupos que puedan mejorar la sociedad”.

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