Este innovador recinto utiliza tecnología que permite procesos automatizados de calefacción, enfriamiento y riego, gracias a sensores y estaciones meteorológicas.
Este innovador recinto utiliza tecnología que permite procesos automatizados de calefacción, enfriamiento y riego, gracias a sensores y estaciones meteorológicas.

A dos kilómetros del futuro tajo minero de Quellaveco, 100 mil plantones de queñua son cultivados en un vivero inteligente donde las condiciones del , frecuencia de riego y luz, son controlados de forma autónoma, gracias a la información que recogen sus sensores fuera y dentro de este ambiente. Con estos plantones se creará un bosque de 100 hectáreas, lo que representará un impacto positivo para la biodiversidad de .

Ya en los dos últimos años se han reforestado más de cuatro hectáreas. La meta para los siguientes años es alcanzar más de 100 hectáreas forestadas, para lo cual actualmente hay 100 mil plantones de queñua en etapa de desarrollo, en el “vivero inteligente” de Quellaveco.

Este innovador recinto utiliza tecnología que permite procesos automatizados de calefacción, enfriamiento y riego, gracias a sensores y estaciones meteorológicas. También puede controlar la cantidad de radiación ultravioleta que llega hasta los plantones, activando una serie de cortinas laterales y en el techo. Este vivero tiene capacidad para producir 300 mil plantones al año, de distintas especies.

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“Este vivero es único en su género. En el país no tenemos un vivero igual, al menos para producir plantones de especies nativas. La particularidad de este vivero es que tiene sensores que activan equipos para regular la temperatura en el ambiente interno, atendiendo la necesidad de la planta. Tiene sensores que miden la humedad y temperatura, para que tenga un crecimiento adecuado”, señala Helmer Vásquez, supervisor de Biodiversidad y Cierre de Anglo American.

Pero eso no es todo. Aplicando el concepto de economía circular, Quellaveco ha creado una planta de compostaje que procesa mensualmente 250 toneladas de residuos orgánicos que se generan en las cocinas y comedores de los campamentos. A estos residuos se le añaden madera, papel y lodos, obteniendo en promedio 22 toneladas mensuales de abono de excelente calidad. La investigación e implementación de esta iniciativa estuvo a cargo de profesionales moqueguanos.

Este abono o compost obtenido es utilizado en los trabajos de propagación de especies en el vivero inteligente y para enriquecer los suelos donde se realizan labores de revegetación y forestación. Una vez trasplantados en campo, estos plantones son monitoreados por especialistas de Quellaveco, a través de un moderno sistema que utiliza drones e imágenes satelitales.

El equipo de Quellaveco se ha enfocado en especies vulnerables de la zona como la queñua, lloque, tola, rodamonte, algunas variedades de cactus, entre otras, con el objetivo de generar un impacto positivo en la biodiversidad. El resultado es un modelo de manejo sostenible de la flora, que podría replicarse en todo el país, ya que sigue una metodología donde se reciclan y aprovechan recursos.

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