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COVID, UNA DURA LECCIÓN

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Fecha Actualización
Comando Vacuna: Un aporte indispensable
El Comando Vacuna cambió el rumbo de lo que parecía ser una batalla perdida de nuestro país en la lucha por conseguir a tiempo las ansiadas dosis de vacunas contra el COVID-19.
Mientras nuestros seres queridos agonizaban en las camas UCI de los hospitales, en junio de 2020 —desde el confinamiento estricto instaurado por el expresidente Martín Vizcarra— un grupo de profesionales del sector privado, se unieron, sin ningún interés personal, para aportar con ideas, conocimiento, expertise y propuestas con el fin de que se negociaran y compraran los antídotos lo más pronto posible.
Pero, desde el gobierno vizcarrista, la reacción no fue la misma. La mezquindad de las autoridades de entonces hizo que ese valioso conocimiento y experiencia no sean aprovechados al máximo y se desoyeron los reiterados consejos que les daban para que se aseguraran vacunas con los principales laboratorios del mundo. Martín Vizcarra solo compró vacunas chinas.
En junio de 2020, los científicos de la Universidad de Oxford habían empezado la producción de miles de vacunas contra el coronavirus para aplicarla en una muestra de la población como parte de la fase tres de sus pruebas del antiviral. Oxford proyectaba que tendría listos los resultados para diciembre de ese año. Había prisa.
Mientras este anuncio se daba, nuestros vecinos latinoamericanos ya empezaban a gestionar sus reservas de la vacuna de Oxford, sin embargo, en el Perú solo se informaba de la compra de pruebas rápidas para identificar a los ciudadanos infectados. El gobierno estaba perdido en la crisis sanitaria, pues eran comunes los tropiezos estatales al adquirir respiradores, mascarillas y fármacos.
Frente a este panorama adverso, este diario inició una campaña para sumar esfuerzos y promover la unión del sector privado. Es así que ante este llamado nació el Comando Vacuna.
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EXPERIENCIA DE LUJO
El grupo de trabajo quedó conformado por el ingeniero Raúl Delgado Sayán, el ejecutivo Carlos Neuhaus, el ingeniero Antonio Pratto, el empresario Jaime Reusche y el epidemiólogo Luis Suárez. Todo ellos peruanos, con los contactos en el mundo y la influencia nacional para sacar a nuestro país de la crisis sanitaria.
El Comando Vacuna quedó liderado por Delgado Sayán, entonces director del Georgia Institute of Technology y honoris causa de la Universidad de Ingeniería. Neuhaus, el constructor de los Juegos Panamericanos 2019, contribuyó con su conocimiento en gestión pública y sus relaciones con el gobierno británico que fue clave para lograr la infraestructura de dicho evento deportivo. Antonio Pratto, con más de cuarenta años de experiencia en la industria farmacéutica, apoyó con los contactos y su conocimiento del sector. El empresario Jaime Reusche se dedicaba a dar los mensajes políticos que la ciudadanía necesitaba saber. Luis Suárez era el único médico del grupo y desde su trinchera daba los lineamientos para una política adecuada de salud pública que proteja al Perú del avance del COVID-19.
Sin embargo —y de manera increíble— el ministro de Salud de ese entonces, Víctor Zamora, hacía oídos sordos a las recomendaciones de estos profesionales. Estos profesionales se habían ofrecido a colaborar desinteresadamente en el proceso de negociación para que el Perú obtenga en el menor plazo posible el antídoto, así también su manejo para cuando la vacuna llegara.
Ante la presión de Perú21 y otros medios de comunicación, a fines de junio de 2020 el Ministerio de Salud instaló un grupo multisectorial que tuvo la tarea de explorar, gestionar y buscar financiamiento para la adquisición de la vacuna contra el COVID-19. Para entonces, Brasil ya tenía un acuerdo con Oxford.
Víctor Zamora no tuvo otra opción que aceptar la ayuda del sector privado y antes de acabarse el mes declaró: “Nuestra relación con Carlos Neuhaus y con otras personas del sector privado es muy intensa en este tema”.
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LA ÚNICA ESPERANZA. Nuestro país estuvo muy retrasado en la vacunación, la gestión vizcarrista no solo fue ineficiente, sino negligente.
¿EL BIEN COMÚN?
En agosto de 2020, se especulaba con la idea de que los laboratorios pudieran hacer ensayos médicos en el Perú. Para esa fecha, ya había siete laboratorios en fase experimental, pero solo dos estaban en una fase III: Oxford - AstraZeneca (Inglaterra) y Sinopharm (China). La Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) estaba en conversaciones con el laboratorio asiático para iniciar los ensayos.
Luis Suárez fue designado viceministro de Salud. Parecía que el gobierno acogía las recomendaciones del Comando Vacuna.
En septiembre, Carlos Neuhaus ya advertía de la necesidad de cerrar un acuerdo con Oxford - AstraZeneca para ampliar un portafolio de vacunas por el bien del país. El rumor en las redacciones periodísticas era que el gobierno de Vizcarra buscaba cerrar un acuerdo con los chinos antes de que este termine su gobierno.
“Hay vacunas por las que se tiene que pagar un adelanto, AstraZeneca pedía un adelanto, pero yo no le daría, si no negociaría con ellos, ‘Ok, apenas tengas tu aprobación final, yo te la compro’. Yo confío bastante en los países de occidente porque si hay problemas, ellos te lo van a decir. Tengo algunas dudas con los otros países que están desarrollando vacunas como Rusia y China porque recién están abriendo la información”, sostuvo en su momento Neuhaus.
Para ese mes, arribó al Perú una delegación científica china, presidida por el doctor Bing Zeng, vicepresidente del Grupo Sinopharm. El grupo asiático trasladó al Perú las pruebas para el ensayo clínico Fase III. Eran las primeras dosis contra el COVID-19 que llegaban al Perú. Pero, después se supo que llegó un lote misterioso, un lote VIP con el que Martín Vizcarra se inoculó sin comunicárselo al país.
El Comando Vacuna quedó relegado por los vizcarristas, pues su intención era otra, menos garantizar las vacunas para todos los peruanos. Antonio Pratto hizo una denuncia que remeció al Ministerio de Salud (Minsa). Detalló que el Minsa rechazó una oferta de entre 24 y 30 millones de dosis de parte de AstraZeneca, lo cual hubiera servido para inmunizar hasta a 15 millones de peruanos. Según relató el experto, en ese momento dicho laboratorio era el que más información tenía a disposición sobre su vacuna candidata, pero aun así, el Estado peruano decidió no firmar contrato.
El lote VIP extra que trajo la delegación china se llamó ‘vacunas de emergencia’. Pero todo indica que la única ‘emergencia’ era la de Vizcarra, su familia y los funcionarios de su gobierno.
CAMBIO DE GOBIERNO
Para diciembre de 2020, el Perú no tenía vacunas, mientras que en otros países de Latinoamérica la inoculación masiva ya había empezado. En paralelo, el Comando Vacuna tuvo mejor recepción en el flamante gobierno de Francisco Sagasti.
El entonces mandatario pudo anunciar en enero de 2021 que había cerrado un acuerdo con AstraZeneca, por 14 millones de dosis de la vacuna. Pero también informó la llegada de un primer lote de Sinopharm. En la víspera, el Ministerio de Salud comandado por Pilar Mazzetti había firmado un convenio con la empresa china por 38 millones de dosis.
También la organización Covax Facility se comprometió con el Perú en entregar dosis para los ciudadanos.
Al estallar el escándalo de la vacunación ilegal de los otros funcionarios del gobierno de Vizcarra, el Comando Vacuna reveló algunos detalles que volvieron a remecer al país.
“No podía ser que todos los países: Ecuador, Costa Rica, Panamá –y no digo Chile porque ellos son el ejemplo de cómo hacer las cosas– cerraban contratos y nosotros no. El 17 de septiembre (2020) se firmó un acuerdo con Pfizer y unos días después rechazaron la vacuna de AstraZeneca –que era el laboratorio que más información tenía– y usaron la excusa de la muerte de una persona que tuvo una enfermedad neurológica. Los expertos externos al estudio dijeron que no tenía nada que ver con la vacuna y que siguieran adelante. Pero en el Perú lo rechazaron. Perdimos 30 millones de dosis. Con estos eventos, se presta a la suspicacia de algún interés para que Sinopharm ganara más tiempo para tener su vacuna lista. Eso tendrá que ser investigado”, dijo en su momento Antonio Pratto.
Allan Wagner se hizo cargo de la Cancillería luego del escándalo del Vacunagate en remplazo de Elizabeth Astete –una de las vacunadas en secreto, junto con Pilar Mazzetti y Martín Vizcarra–, y por fin se comenzaron a tomar las decisiones correctas en la política de salud pública de nuestro país.
Para mayo de 2021, el Perú ya tenía aseguradas sus dosis para casi toda la población adulta.
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“El Comité de Expertos del Minsa de Vizcarra era un desastre”
Antonio Pratto, integrante del Comando Vacuna, revela detalles inéditos de la relación de los profesionales privados con los funcionarios del Ministerio de Salud (Minsa).
¿Recuerda cuál era la situación del país, en junio de 2020, frente a los laboratorios que preparaban vacunas?
Había más de 200 prototipos de vacuna que se investigaban en diferentes fases. Había ocho vacunas que estaban en la última fase. Por la cantidad de muertos que había en el mundo, los países de alta vigilancia sanitaria (EE.UU. y europeos) decidieron dar autorizaciones temporales a las vacunas que presentaban suficientes pruebas. Nosotros advertimos de eso, pero acá en el Perú nos decían que no creáramos ‘falsas expectativas’. Recomendamos tener un portafolio de cuatro o cinco vacunas y firmar acuerdos, si no, los laboratorios no nos iban a tomar en cuenta.
¿Cuál fue su relación con el Minsa de Vizcarra?
La presión de la prensa llevó a que el ministro de Salud, Víctor Zamora, nos dé una cita. Se reunió con nosotros de manera virtual, se presentó, estuvo cinco minutos y nos dejó con su Comité de Expertos unos quince minutos más. Nunca más quisieron hablar con nosotros. Con la Cancillería sí se tuvo otro tipo de relación, nos preguntaban cosas, pedían recomendaciones y nos invitaban a reuniones. Pfizer envió una propuesta al Minsa, pero el ministerio nunca respondió. Se firmó un preacuerdo con AztraZeneca, pero nunca se reconfirmó.
¿Y qué decía el Comité de Expertos a todo esto?
El Comité de Expertos manifestaba a cada momento que ellos estaban demorando porque buscaban la mejor vacuna. Y nosotros les decíamos: ‘señores, la mejor vacuna no existe porque hoy existen prototipos de vacuna que se están investigando’. Entonces no podían decir que estaban buscando la mejor vacuna. Hoy día, años después, ya sabemos cuáles son las mejores vacunas.
¿Qué sabían de Sinopharm?
Jamás mencionaron a Sinopharm durante las reuniones. Se mencionó al final cuando justamente llega una delegación de China y dijeron ‘hemos hecho un acuerdo para comprar 38 millones de dosis’.
Cuatro años después, ¿cómo evalúa la actuación del Minsa de Vizcarra?
Lo digo con toda franqueza, el Comité de Expertos del Minsa, como ellos se llamaban, sacaban pecho, pero para mí eran un desastre. Totalmente ineficiente y con total desconocimiento,ideologizado, porque ellos querían resolver todo con COVAX, una iniciativa de Naciones Unidades teóricamente extraordinaria, pero si solo hubiéramos firmado con COVAX nunca hubiésemos vacunado a los peruanos.
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El lado oscuro de la pandemia
Corrupción, ineficiencia, negligencia y la vacunación oculta del expresidente Martín Vizcarra escudriñaron la peor cara del Estado frente a la emergencia. Al Perú aún le cuesta salir del hoyo en el que cayó por la incapacidad de las autoridades.
En mayo de 2020, en la etapa más crítica de la pandemia en el Perú, cuando ya se registraban 180,000 muertos a causa del COVID-19 en apenas tres meses, el gobierno de Martín Vizcarra aguantaba inexplicablemente la donación de 20 mil litros de oxígeno semanales de la empresa Southern Perú.
La compañía hizo el ofrecimiento el 22 de mayo para cubrir la escasez de ese recurso en las regiones de Arequipa y Moquegua, como reveló Perú21 aquella vez. Sin embargo, la minera acusó que la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), tutelada en ese entonces por Vicente Zeballos, retrasó la entrega por cuestiones burocráticas.
Southern confirmó la coordinación con Zeballos, quien dos semanas después derivó la propuesta al Centro Nacional de Abastecimiento de Recursos Estratégicos en Salud (Cenares) para su análisis. El Cenares, a su vez, recién avaló el uso del oxígeno en julio, mientras que, en medio de ese proceso, el Ministerio de Salud (Minsa) anunciaba dificultades para la compra de ese elemento debido a su alta demanda en el mercado internacional.
Esa demora fue un escándalo que puso contra las cuerdas a Vizcarra y fulminó la gestión de Zeballos, quien, sin reconocer su falta de liderazgo, responsabilizó de todo al Cenares ya habiendo dejado el cargo.
La directora de la institución, Rocío Espino, declaró luego al Congreso que Zeballos nunca comunicó a su entidad del oxígeno ofrecido por Southern y aseguró que se enteró de eso recién el 4 de junio de 2020, en una reunión con el entonces primer ministro y funcionarios del Minsa.
Vizcarra solo atinó a decir que la demora de dos meses se debió al cumplimiento de “procedimientos técnicos-científicos” para aceptar la donación. Una excusa para tapar la ineficiencia.
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DISPAR. Mientras la falta de recursos golpeaba a la población, Martín Vizcarra en público se preocupaba y en privado se vacunaba.
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Ese episodio puso en evidencia la incapacidad de gestión de las autoridades en un escenario límite como la pandemia, no solo en la reacción a la emergencia, sino también la negligencia para proveer de implementos al Estado. Un pasivo que se ha mantenido desde gobiernos anteriores.
NO SE APRENDE
En septiembre de 2023, Perú21 reveló que una planta de oxígeno comprada en 2021, durante la etapa del coronavirus, por la que se gastaron S/8 millones, estaba abandonada en un almacén del Hospital Rebagliati.
Las explicaciones que dieron desde Essalud en ese tiempo fueron igual de increíbles que tres años antes: cuestiones burocráticas. El comité de recepción de la planta no contaba con un ingeniero, como mandaba la norma, y debido a ello el equipo se disolvió. Hasta contar con los miembros necesarios pasaron 14 meses.
Y lo peor es que, una vez recibido el artefacto en 2022, nunca se puso en funcionamiento. Esta semana, cuatro años después de esa adquisición, el Seguro Social confirmó a este diario que esa planta sigue sin estar operativa debido “a la disminución de la demanda de oxígeno para tratar casos COVID-19".
“Al evolucionar la situación de salud pública también lo han hecho nuestras operaciones y estrategias para el manejo de recursos críticos. Actualmente, la planta no está en funcionamiento, ya que, luego de una evaluación exhaustiva de las necesidades actuales y futuras (...) nuestros recursos se han destinado a atender las actuales demandas de salud de manera efectiva y eficiente”, indicaron en un comunicado.
Es decir, durante el mandato de Martín Vizcarra, Essalud gastó S/8 millones con premura por una planta de oxígeno que nunca operó y que sin uso está camino al deterioro.
¿No hay algún otro hospital o centro de salud en el precario sistema nacional que necesite de ese equipamiento? ¿Así de fácil se almacena una millonaria compra?
Un informe de la Contraloría emitido en 2020 concluyó que el daño patrimonial por corrupción e inconducta funcional durante el primer año del COVID-19 alcanzó los S/22,059 millones. Un equivalente al 3.2% del PBI de ese año, el año vizcarrista.
En este porcentaje no solo entró el rubro salud con sus irregulares adquisiciones, también la educación. Según Comex Perú, con cifras del Ministerio de Educación, la pandemia causó un retroceso de tres años de aprendizaje en escolares.
Las clases virtuales fueron insuficientes en un territorio en donde, a 2021, apenas el 39.4% de hogares tenía conexión fija a Internet, según Osiptel.
Y para 2021, en el segundo año que el coronavirus reinó, el perjuicio aumentó. El país perdió más de S/24 mil millones por corrupción, de acuerdo a la Contraloría.
En total, 213,731 peruanos murieron a causa de la enfermedad en ese periodo de tiempo. El Perú incluso registró la mayor tasa de mortalidad en el mundo.
Y en medio de todo ello, el gobernante Martín Vizcarra no vio mejor oportunidad que vacunarse contra el COVID-19 de forma secreta con las dosis de Sinopharm, junto a su esposa Maribel Díaz y su hermano César.
PROCESO ESTANCADO
Han pasado más de tres años desde que Perú21 informó que Vizcarra, en octubre de 2020, se inoculó contra el coronavirus en Palacio de Gobierno. Y si bien el Congreso lo castigó con su vacancia e inhabilitación por 10 años para ocupar cargos públicos, el proceso penal no avanza.
El 26 de abril de 2023, la entonces fiscal de la Nación, Patricia Benavides, presentó al Congreso la denuncia constitucional contra Vizcarra y la exministra de Salud Pilar Mazzetti por la irregular vacunación que ambos se realizaron. Más de dos años después de los hechos.
La denuncia llegó a la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales (SAC) que preside Lady Camones donde no se ha movido más. El grupo de trabajo ni siquiera ha elegido al congresista que se encargará de elaborar el informe que autorice al Ministerio Público continuar con la investigación para presentar la acusación.
El 26 de febrero último, la SAC puso en agenda votar la acumulación de denuncias que existen por este mismo caso. Pero finalmente no se debatió.
Benavides imputó concusión a Vizcarra, el delito que condena con hasta 10 años de cárcel al funcionario público que obliga o induce a una persona a dar para sí un beneficio.
La hipótesis fiscal indica que el exmandatario presionó al médico Germán Málaga, encargado del programa de ensayos clínicos de la china Sinopharm, para recibir las dos dosis el 2 y 29 de octubre de 2020.
Fuentes de la Subcomisión señalaron a este diario que el proceso es lento porque hay otros casos por atender que hacen “la carga de trabajo alta”.
“Normalmente, la SAC debería sesionar una vez por semana, nosotros lo hacemos dos veces por semana y avanzamos en la medida de lo posible”, indicó una fuente cercana a Camones.
A su turno, el abogado de Vizcarra, Fernando Ugaz, aseguró que la investigación debería ser archivada por la Fiscalía porque, según su versión, Málaga invitó al exjefe de Estado a vacunarse.
“Tenemos un video de la inspección de los ensayos en la Universidad Cayetano Heredia (11 de septiembre de 2020) donde se verifica que, en la conversación que mantienen Málaga y el expresidente, mi patrocinado pregunta si él se puede vacunar cumpliendo con todos los protocolos, y el doctor Málaga contesta ‘por supuesto’; así es como empezó la comunicación, nadie fue obligado (a inyectar la vacuna)”, alegó Ugaz.
En el Parlamento se centraron en anular a un rival político como Vizcarra al inhabilitarlo, en lugar de facilitar a la justicia una pronta condena. Al final, autoridades, técnicos y políticos hicieron que la pandemia noqueara al Perú con un golpe del que aún no se puede recuperar.
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“Recibimos la indicación de colaborar con todo lo que estuviera a nuestra disposición”
Entrevista a Raúl Jacob vicepresidente de Finanzas y CFP en Southern Perú
¿Cuál fue la principal motivación de Southern detrás de la iniciativa de donación de oxígeno e insumos médicos durante la crisis sanitaria?
La motivación principal fue colaborar con la población para enfrentar la pandemia. Un grupo de empresas mineras, junto con la SNMPE, importamos oxígeno desde Chile y, en simultáneo, hicimos los trámites necesarios para que se nos autorizase a donar el oxígeno líquido producido por nuestras plantas industriales. Siendo el oxígeno una gran herramienta de lucha contra el COVID-19, sí nos sorprendió la demora en aceptar nuestro ofrecimiento y generar la normatividad del caso.
En términos de valores corporativos, ¿cómo encaja esta acción de ayuda humanitaria con la misión y visión de Southern Perú como empresa?
La solidaridad es parte de nuestro ADN. Southern Perú es una empresa que siempre ha colaborado con las poblaciones del entorno de sus operaciones y proyectos, es parte de nuestro compromiso con la creación de valor y promoción del bienestar para nuestra gente y entorno. Consideramos que la ayuda humanitaria encaja perfectamente en esta misión que expresa la vocación de servicio de SPCC; en particular si se trataba de una pandemia.
¿Cómo evaluaron el impacto de su contribución durante la pandemia en la sociedad peruana y en las comunidades donde operan?
Consideramos que fue positivo, tanto por las poblaciones que habitan en el entorno de nuestras operaciones y proyectos como por el país en su conjunto. A través de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía, que me tocó liderar en su oportunidad y, por supuesto, con la participación de Southern Perú, se logró que muchos centros hospitalarios dispongan de oxígeno, a través de plantas productoras del mismo o mediante la donación del oxígeno líquido producido en nuestra planta industrial.
Considero que el esfuerzo nuestro y de todas las empresas del gremio minero energético ha tenido un reconocimiento valorativo positivo de la población porque luchamos juntos contra esta terrible desgracia.
¿Cómo se organizaron internamente para llevar a cabo esta iniciativa?
Realmente fue todo un desafío, Southern Perú siguió operando, garantizando el suministro de alimentos y servicios para sus trabajadores y dependientes en circunstancias muy difíciles. Desde el nivel más alto de la compañía, recibimos la indicación de colaborar con todo lo que estuviera a nuestra disposición para mitigar la propagación de la enfermedad. Se dispuso la fumigación de centros de salud, mercados de abastos, plazas públicas donde siempre se presentaba mayor aglomeración de personas, instalamos lavamanos portátiles, distribuimos miles de mascarillas y kits de limpieza, entre otros.
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APOYO. “La solidaridad es parte de nuestro ADN. Siempre colaboramos”.
Credicorp: Cuando el compromiso con la sociedad es igual de grande que los negocios
La pandemia reveló ineficiencias en el sistema de salud y desafíos estructurales, llevando al Holding Credicorp a responder en consonancia con su liderazgo empresarial.
“Teniendo en cuenta que, si uno tiene una posición de liderazgo con un grupo empresarial tan grande, tu responsabilidad debe ir mucho más allá de ti y de tu familia, porque las acciones y las decisiones en un grupo tan grande afectan al final del día a una parte muy importante del país”, manifestó Enrique Pasquel, gerente de Asuntos Corporativos de Credicorp.
Pasquel detalló que Credicorp, junto con sus principales empresas como el Banco de Crédito (BCP), Mibanco, Pacífico Seguros, Prima AFP, Credicorp Capital y Sanna, lanzó un plan solidario para ayudar a personas en necesidad y a héroes durante la pandemia.
Este plan comprendió ocho programas propios y en colaboración con el Estado y el sector privado. Las donaciones de Credicorp superaron los S/135 millones y beneficiaron a más de tres millones de personas. Sin embargo, la ayuda no quedó ahí, y el impacto pudo haber sido mayor, pues hubo acciones y donaciones que no han sido cuantificados ni difundidos públicamente.
ALIVIO A LAS NECESIDADES BÁSICAS
Durante el inicio de la pandemia, muchas personas dejaron de trabajar debido a la orden de inamovilidad, lo que dificultó la entrega del bono solidario del Estado. En respuesta, el BCP y otros bancos ofrecieron sus agencias de forma gratuita para facilitar su distribución.
A través del BCP, se entregaron bonos a más de 600 mil familias, y el banco lideró la campaña “Yo me sumo”, que benefició a más de 163 mil hogares. Se recaudaron alrededor de S/126 millones con la donación de S/100 millones del BCP y S/10 millones de Mibanco. Además, Mibanco colaboró con Sodexo Beneficios y la ONG Ayuda en Acción para donar tarjetas de incentivos de alimentación a nivel nacional.
Ambos bancos respondieron a las contingencias económicas con programas de congelamiento de deudas, reprogramaciones y desembolsos masivos de los fondos de Reactiva.
APOYO A LA SALUD
Además, ante la sobredemanda de oxígeno, Pacífico Seguros, Prima AFP y Credicorp Capital contribuyeron al programa Respira Perú con una donación de S/4 millones para la construcción de plantas de oxígeno. Además, al inicio de la pandemia, el BCP cedió todo su presupuesto en inversión publicitaria de 2020 al Ministerio de Salud (Minsa) para que pudiera realizar campañas de información preventiva sobre el COVID-19.
TRABAJADORES DE PRIMERA LÍNEA
Durante la crisis sanitaria, con parte de los recursos de “Yo me sumo”, Credicorp financió ambulancias aéreas y adquirió suministros para el personal médico y las fuerzas de seguridad. Además, Pacífico Seguros donó S/5 millones para un seguro de vida para el personal de primera línea.
APOYO PREVENTIVO
Por último, con la intención de apoyar en la inmunización de la población, Credicorp junto a 20 empresas privadas realizó una donación monetaria para que el Gobierno pueda trasladar 300 mil vacunas desde China.
Con el mismo propósito BCP, Pacífico Seguros y Sanna se sumaron a la campaña “Pongo el hombro” y asumieron la administración de la operación médica del VacunaCar de Chorrillos, permitiendo que miles de personas se vacunen.
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APORTE. El BCP lideró la campaña “Yo me sumo”a favor de más de 163 mil hogares.
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El grupo que brindó su apoyo con los valores de una familia
Intercorp, demostrando valores en pandemia
El propósito del Grupo Intercorp es hacer del Perú el mejor lugar para formar una familia. Y, justamente la contribución de esta organización durante la pandemia reflejó estos valores. A través de sus empresas, Intercorp canalizó recursos por aproximadamente S/35 millones y coordinó esfuerzos para enfrentar los desafíos que surgieron durante estos tiempos difíciles.
Para ello, el grupo definió cuatro ejes de apoyo a las familias y para la contención de la pandemia. Estos fueron: Fortalecer el sistema de salud; Protección a las familias; Protección a grupos vulnerables; y Fomentar la cooperación institucional.
FORTALECER EL SISTEMA DE SALUD
Interbank, Inkafarma e Intercorp contribuyeron con la compra de cinco plantas de oxígeno y donaron más de dos millones de soles en equipos de protección personal para hospitales públicos. Intercorp cedió un terreno para la campaña de vacunación de adultos mayores, vacunando a más de 5,000 personas.
Real Plaza cedió ubicaciones para puntos de vacunación en Lima. Inkafarma entregó 10,000 artículos de higiene personal y Oechsle donó equipamiento para la implementación de la Villa Panamericana como Centro de Atención y Aislamiento para pacientes con COVID-19.
PROTECCIÓN A LAS FAMILIAS
También como parte de su preocupación genuina por el bienestar colectivo, Interbank reprogramó créditos al 44% de sus clientes de la banca personal durante los meses más graves en la caída del empleo, y ante las presiones de liquidez que enfrentaron los peruanos.
Además, con el objetivo de contribuir a preservar la continuidad educativa, Innova Schools y la UTP brindaron 20 mil becas a estudiantes en etapa escolar y universitaria, que representan el 20% y 21% del alumnado de estas casas de estudio, respectivamente.
PROTECCIÓN A GRUPOS VULNERABLES
Con el mismo compromiso de salud y bienestar, Casa Andina destinó más de 4,500 noches de alojamiento en sus hoteles para médicos, policías y bomberos. Inkafarma se comprometió a mantener estables los precios de medicamentos frente al COVID-19.
Supermercados Peruanos incrementó en un 36% las donaciones de alimentos a través del Banco de Alimentos para ayudar a la población más vulnerable.
FOMENTAR LA COOPERACIÓN INSTITUCIONAL
Las iniciativas de Intercorp y las empresas del grupo se llevaron a cabo gracias a la estrecha coordinación con el sector público, en el marco de la gestión de Hombro a Hombro, donde Intercorp participa como miembro del Patronato. Esta colaboración permitió aprovechar la experiencia de diversos sectores en beneficio de la sociedad, lo que resultó en un mayor impacto, escalabilidad y replicabilidad de los proyectos.
“Alineado a sus valores, (Intercorp) seguirá comprometido con el país en situaciones de emergencia; ya se viene trabajando preventivamente con el sector público, sociedad civil, ONG, entre otros”, concluye la empresa.
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“La pandemia fue un momento clave para cumplir nuestra promesa”
Entrevista a César Rivera Wilson, CEO de Pacífico Seguros
Considerando la actividad en la que participa, ¿cuál fue el rol que cumplió Pacífico Seguros durante la pandemia?
En Pacífico trabajamos día a día para proteger a nuestros asegurados, colaboradores y a la sociedad. Para nosotros, la pandemia fue un momento clave para cumplir nuestra promesa de acompañarlos y respaldarlos ante un evento que nadie pudo prever. Dada la coyuntura, desde que empezó la emergencia sanitaria nos enfocamos en adaptarnos a sus necesidades, lo que se concretó a través de la estrategia “No estás solo”, que además de ser un mensaje clave, implicaba el despliegue de una serie de iniciativas para ayudar a los más afectados por el COVID-19.
¿Cuál fuel trabajo de la compañía cuando empezó la pandemia?
Desde el comienzo de la pandemia, aseguramos a nuestros clientes que la cobertura de COVID-19 estaba incluida en nuestras pólizas de vida y salud para brindarles tranquilidad. El primer caso cubierto por COVID-19 en Pacífico fue un seguro Vida de Ley en abril 2020. Aunque no es posible reparar lo que estas familias perdieron, como aseguradora trabajamos para cumplir la promesa a nuestros asegurados: acompañar a los suyos cuando ellos no estén.
¿A las familias de cuántos asegurados indemnizaron?
Cumplimos nuestra promesa con las más de 10,000 familias de nuestros asegurados fallecidos a causa del COVID-19, a los que respaldamos con más S/1,200 millones. Esta es una cifra histórica, ya que es el mayor monto que una aseguradora ha pagado por seguros de vida en el país. Además, fuimos de los primeros en promover y desplegar el copago cero, así como ofrecer una cobertura al 100% y sin límites para emergencias y hospitalizaciones por COVID-19 a todos nuestros asegurados de salud y afiliados a planes EPS.
¿Cómo trabajaron el tema de control a los pacientes con COVID-19?
También habilitamos la entrega de medicamentos a domicilio y seguimiento para nuestros asegurados con sospecha de COVID-19 o síntomas leves, incluso proporcionando pulsioxímetros a aquellos con factores de riesgo. Al mismo tiempo, realizamos seguimiento por telemonitoreo a más de 4,000 pacientes diagnosticados con COVID-19.
¿Qué otras atenciones brindaron?
Considerando las dificultades económicas que podían estar enfrentando nuestros clientes, devolvimos el 50% de las primas de marzo y abril para los seguros vehiculares individuales, lo que significó un retorno de S/11 millones a sus bolsillos. Asimismo, otorgamos facilidades para mantenerse al día en el pago de sus seguros, por lo que reprogramamos los pagos de los clientes, manteniéndolos protegidos incluso cuando no habían podido pagar.
Participaron con otras empresas de Credicorp para apoyar en la pandemia, ¿cuál es de la que se siente más orgulloso?
Una de estas acciones que impactaron en la sociedad fue la donación de S/5 millones en seguros de vida a familias de militares, policías y trabajadores de salud que fallecieron con COVID. Esta iniciativa financió el equivalente a un seguro de vida de S/50 mil para las familias de estas personas que arriesgaron sus vidas por todos nosotros. Gracias a esta contribución, pudimos brindar apoyo a más de 100 familias durante los primeros meses de la pandemia.
“Estábamos comprometidos a hacer nuestra parte para aliviar el impacto de la pandemia”
Entrevista a Alfonso Bustamante
¿Cuál fue el enfoque principal de CFI Holdings durante la pandemia para enfrentar los desafíos que surgieron?
Durante la crisis sanitaria, nuestras empresas Agrícola Cerro Prieto, Qali Fruits y Huaura Power enfrentaron desafíos sin precedentes. Por ello, nuestro enfoque principal fue proteger la salud y seguridad de nuestra gente y de las comunidades donde operamos. Implementamos medidas estrictas de bioseguridad en todas nuestras instalaciones y campos agrícolas para garantizar un entorno seguro para nuestros colaboradores.
¿Qué acciones específicas tomó CFI Holdings para apoyar a las comunidades locales afectadas por la pandemia?
Reconocimos la necesidad de apoyar a las comunidades locales que enfrentaban dificultades económicas y de salud. Estábamos comprometidos a hacer nuestra parte para aliviar el impacto de la pandemia en los más vulnerables. Realizamos donaciones de víveres y suministramos equipos médicos clave como camas hospitalarias, plantas de oxígeno y ventiladores mecánicos. Además, trabajamos en colaboración con la Confiep y la Cámara de Comercio para adquirir pruebas rápidas, mascarillas KN95, protectores faciales, mamelucos, bandejas de desinfección, kits básicos de medicina y canastas básicas de alimentos, entre otros insumos esenciales.
¿Cómo colaboró CFI Holdings con otras instituciones y autoridades para fortalecer la respuesta ante la emergencia sanitaria?
Trabajamos en estrecha colaboración con autoridades sanitarias, municipios, ONG, empresas privadas, el Ejército Peruano y líderes comunales. Desarrollamos planes de desinfección de espacios públicos y organizamos campañas de vacunación en comunidades locales para contribuir a frenar la propagación del virus.
¿Cuáles fueron las organizaciones del sector público y de la sociedad civil con las que realizaron una cooperación institucional y qué acciones específicas llevaron a cabo?
En alianza con empresas como Marks, Citikold, Por Logistics y la ONG Socios de la Salud, entregamos contenedores reefers en hospitales regionales, proporcionando un importante soporte logístico para la atención médica. Trabajamos juntamente con las municipalidades, Senasa y el Ejército Peruano para desinfectar calles en 21 comunidades de La Libertad y 28 comunidades en Lambayeque, contribuyendo a la prevención de la propagación del virus en áreas de alto riesgo.
¿Qué papel jugó la colaboración entre el sector público y privado en la respuesta a la pandemia?
Este trabajo conjunto y articulado entre el sector público y privado fue esencial para enfrentar con éxito los desafíos sin precedentes que nos presentaba la pandemia. La colaboración estrecha y coordinada nos permitió aprovechar al máximo nuestros recursos y conocimientos, maximizando así el impacto de nuestras acciones.
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El proyecto de Antamina que produce historias de progreso
Antamina ejecutó 13 proyectos sociales vinculados al ámbito de salud.
Antamina es una de las mayores productoras peruanas de concentrados de cobre y zinc y una de las diez minas más grandes del mundo en términos de volumen de producción. Sin embargo, la realización de proyectos mineros no es lo único en lo que trabaja la empresa. Otro proyecto, no menos importante, es el de crear historias de progreso en las familias ancashinas.
“Estamos comprometidos con la salud y bienestar de las familias ancashinas, por ello, impulsamos diversos proyectos que nos permiten seguir creando historias de progreso, mediante el acceso a servicios de mejor calidad”, sostiene la minera en su reporte de apoyo durante y después de la pandemia.
En un contexto de crisis sanitaria en que la salud es lo primordial, Antamina ejecutó 13 proyectos sociales vinculados al ámbito de la salud que beneficiaron a más de 230,100 personas.
“Contribuimos en brindar una salud de calidad, oportuna y accesible para todos a través de los distintos proyectos que trabajamos”, indica.
APOYO DURANTE TODA LA PANDEMIA
Durante la pandemia, los proyectos de salud de Antamina tuvieron por finalidad brindar apoyo logístico, equipamiento a los profesionales de la salud para dar una mejor respuesta.
Así, la compañía donó nueve ambulancias, cuatro plantas de oxígeno, 134 nuevas camas hospitalarias, un laboratorio molecular, 16 ecógrafos portátiles, 15 ventiladores UCI y 228 balones de oxígeno.
También, la empresa como parte del proyecto de Fortalecimiento de la Respuesta Sanitaria Local para el COVID-19 (FORS) contó con la organización, capacitación y compromiso de un equipo humano en temas de salud durante la emergencia, a través de 53 comités de COVID-19, 118 agentes comunitarios y 673 profesionales de la salud calificados.
Asimismo, con la finalidad de ayudar a avanzar a Áncash en el desarrollo de infraestructura de salud contribuyó con la construcción de tres hospitales nivel II-1 en los distritos de Llata, Huarmey y Huari, tres centros de salud en los distritos de Ticllos, Independencia y Chiquián y dos postas médicas en Santa Cruz de Pichiu y Ayash Huaripampa. Todas estas obras tienen como propósito beneficiar a más de 219,000 personas.
VACUNACIÓN
En el ámbito de la cobertura de vacunación regional, Antamina contribuyó a través del Plan de Vacunación contra el COVID-19, lo que resultó en que, al cierre de 2022, el 91% de la población de Áncash había recibido la tercera dosis y el 44% había completado la cuarta.
Además, el 96% de los niños de 5 a 12 años completaron las dos dosis de vacunación contra el COVID-19 conforme al protocolo establecido por el Ministerio de Salud.
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El compromiso humanitario de Ocho Sur que lo llevó a brindar apoyo fuera de su entorno
Apoyando a las comunidades
Que una actividad empresarial fuera considerada esencial durante la pandemia generó todo un reto debido a los cuidados que esta debía tener con su personal, así como por los protocolos que estaba obligada a cumplir para poder operar.
Y justamente Ocho Sur al ser una compañía dedicada a la producción sostenible de aceite de palma en la región Ucayali, su actividad fue considerada esencial. Por ello, en línea con sus valores, la empresa afrontó durante la pandemia un compromiso excepcional con la seguridad y el bienestar no solo de sus trabajadores, sino también de la comunidad.
AL INTERIOR DE OCHO SUR
Alfonso Morante, CFO de Ocho Sur, destacó el desafío de aplicar protocolos de salud y seguridad para más de 1,000 empleados, convirtiendo las instalaciones en un lugar seguro. Se realizaron pruebas periódicas, se instalaron instrumentos de desinfección y lavatorios, y se adquirieron balones de oxígeno.
Estas medidas contribuyeron a evitar casos graves de COVID-19 entre los trabajadores, quienes incluso realizaron su cuarentena en las instalaciones de la empresa. Ocho Sur también implementó campamentos de aislamiento y campañas de vacunación para sus empleados, sin liquidar a ninguno durante la pandemia.
APOYO A LAS COMUNIDADES
Alrededor de la planta de Ocho Sur, en el distrito de Nueva Requena, provincia de Coronel Portillo, viven comunidades vecinas con una población aproximada de 10,000 personas en unas 25 comunidades, de las cuales tres son nativas, y enfrentan grandes carencias.
El compromiso con la salud pública y el desarrollo sostenible llevó a la empresa a colaborar activamente con entidades gubernamentales y de salud regional para llevar atención médica y vacunación a las comunidades cercanas. Así, junto con la Dirección regional de Salud (Diresa) llevaron a las comunidades atención médica, pruebas de descarte, medicinas, mascarillas, alcohol en gel, entre otros insumos.
Posteriormente, cuando comenzaron a aparecer las vacunas, gracias a la alianza estratégica que la compañía tiene con la Diresa, se permitió llevar las vacunas de forma gratuita a las 10,000 personas que viven alrededor de Ocho Sur.
Este gesto destacado de Ocho Sur generó que la Diresa reconociera a la compañía.
“Cuando Ocho Sur tocó la puerta de la Diresa para iniciar las articulaciones con el fin de acudir a las comunidades nativas de la zona de Nueva Requena, nosotros no dudamos ningún segundo”, manifestó Juan Carlos Salas, director regional de salud de Ucayali.
Finalmente, en línea con los valores de visión de futuro y compromiso continuo, el gerente general de Ocho Sur, Michael Spoor, sostuvo que la compañía seguirá trabajando por el bienestar de las comunidades, el cuidado del medioambiente y ofreciendo el desarrollo sostenible para la región.
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Nuestros héroes de bata blanca
En la pandemia entendimos que los verdaderos superhéroes llevaban bata médica. Un homenaje a los doctores que perdieron la vida atendiéndonos.
En términos médicos una herida quirúrgica pasa por cuatro fases antes de curarse. Coagulación, inflamación, proliferación y maduración. Simple si hablamos de términos físicos o médicos (y por supuesto, si la suerte anda de nuestro lado). Pero qué ocurre con los otros tipos de heridas, esas que no se ven y resultan más profundas. Esas que se asientan en el alma, lugar a donde la sutura no puede llegar. Cuatro años no parecen suficientes, entonces, para superar la pérdida de una madre, de un padre, de un hijo. Justamente eso ha ocurrido con decenas de miles de familias peruanas que perdieron a alguien a causa del COVID durante esos meses infernales que tratamos de olvidar. Sin embargo, hoy es el momento de hablar de la gesta de 581 nombres. Médicos que fueron arrebatados por la muerte mientras cumplían con su trabajo.
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Es una tarde cualquiera en la cuadra 7 del Malecón de la Reserva y una pareja camina lentamente por el frontis del Colegio Médico del Perú. El sol arroja una luz anaranjada de cuatro de la tarde directamente en las imágenes de los rostros de medio millar de médicos que se alzan ordenadamente en esta calle. Se trata de los galenos que perdieron la vida a causa del COVID. La pareja va leyendo sus nombres, las fechas de sus decesos, cómo si buscase conocer a partir de los ojos de cada fallecido alguna historia. Por ejemplo, en su retrato la doctora María Rodas sonríe, lo mismo que su colega Jorge García. El médico Fernando Calderón tiene una mirada sosegada. La doctora Elena Alencastre permanece seria mientras que el doctor Juan Mere muestra una risa eterna que combina con la rosa que lo acompaña. La fotografía del doctor Henry Tineo tiene un rosario rojo que se mezcla con dos estampas de Jesús. El médico Pedro Martín Fernández habría cumplido años hace unos días, esa debe ser la razón por la cual lo acompaña un pequeño globo de cumpleaños. Las dos filas, interiores y exteriores, parecen interminables. Le han dado a esta cuadra del malecón miraflorino un aire de solemnidad. Nadie transita indiferente por esta vereda. La pareja parece hacer una reverencia y continúa su ca-mino.
Parece lejano, pero hace cuatro años la barbarie se repartía en el aire. Con la sorpresa de los primeros fallecidos poco tiempo paso para reconocer que los médicos — aquellos profesionales donde recaían todas nuestras esperanzas— no eran inmortales. El 8 de abril de 2020 la muerte cobró su primera víctima en la medicina. Waymer Benites Cerna, un liberteño de 66 años graduado como médico cirujano en la Universidad San Marcos se convirtió en el primer médico caído en esta guerra. Contrajo el maldito virus mientras atendía a sus pacientes en un centro de salud en San Juan de Lurigancho.
APENAS SI FUE EL PRIMERO
En la parte superior, a la derecha del frontis del colegio una imagen muestra el rostro serio del doctor Jorge Fernando Ludeña del Águila. Lleva saco y corbata. Tiene a su diestra al doctor Paul Vera y a su izquierda al doctor José Nizama. Tenía 53 años, casado y con dos hijos cuando el virus le quitó la vida el 3 de junio de 2020. Graduado en la Universidad Federico Villarreal, entendió desde muy joven que la vida de médico era lo más parecido a un apostolado, un servicio al prójimo. Por eso que en plena emergencia nunca se le cruzó por la cabeza abandonar a sus pacientes del Centro Médico en Comas. Ni la falta de mascarillas ni de oxígeno, ni la escasez de implementos médicos lo hicieron desistir de continuar su trabajo en primera línea.
Alonso Ludeña, su hijo mayor, cursaba el segundo año de Medicina por aquel entonces. Recuerda cuando su papá vino una noche a casa con la noticia de que varios de sus pacientes presentaban problemas respiratorios combinados con dolores abdominales. Algo muy extraño, al menos por la recurrencia. Eran las semanas en donde se pensaba que el mal que atacaba China nunca cruzaría los océanos. Terrible equivocación. Para la quincena de marzo, cuando las alarmas ya sonaban en todo el país, Alonso confirmaría las sospechas de su padre. Unas semanas más tarde la enfermedad se lo arrebataría para siempre.
CUMPLIR LA PROMESA
Ahora Alonso está a poco menos de un año de su graduación como médico. Por estos días pasa la mayoría de sus horas en la sección de Emergencias del hospital Cayetano Heredia, una zona que durante 2020 y 2021 fue lo más parecido a un hospital de guerra por la cantidad de pacientes COVID que llegaban a diario. En sus pasillos aún hay rezagos de aquellos días oscuros.
—Ahora comprendo mucho más la decisión tomada por mi papá, la de nunca abandonar a sus pacientes. Ahora yo lo vivo —dice Alonso, con la madurez de sus 25 años y ya ejerciendo aquel apostolado del que le hablaba el doctor Jorge.
Sin embargo, hay algo que lo aqueja, una piedra en el zapato. No podrá cumplir con la tradición galena que permite que padres médicos entreguen los diplomas y medallas de graduación a sus hijos durante la ceremonia oficial. “Lo habíamos pensado, imaginado, desde hace muchos años”, reconoce el joven con una voz afligida, apenada. Su madre asiente. Aunque de inmediato cae en cuenta de que en realidad un deseo mayor envuelve su vida, la de convertirse en médico, tal como lo soñó su padre.
—Se lo prometí —se repite, para luego sonreír.
La última vez que Alonso pasó por la cuadra 7 del Malecón de la Reserva fue a finales del año pasado. Vio la fotografía de su padre y más allá del dolor que sintió por no tenerlo cerca, una brisa de orgullo estremeció su piel al caer en cuenta de una certeza: su padre fue un mártir, un héroe que murió sirviendo a los demás. “Como familia nos honra que las personas puedan reconocer el trabajo de mi papá. Quizás son personas que nunca lo conocieron, pero al ver su rostro allí ya saben que dio todo su tiempo por sus pacientes y en última instancia, su vida”, menciona.
El homenaje a los médicos lleva el nombre de Paseo de los Héroes y fue implementado a finales de 2021 en los 200 metros del frontis del colegio, cuando la lista de fallecidos ya era bastante larga, pero aún inconclusa. Un obelisco de mármol completa este circuito de respeto y honor a los médicos caídos, mientras que un busto de Daniel Alcides Carrión parece decirles que la tarea ha sido cumplida. Al día, centenares de curiosos observan y muestran sus respetos a estos médicos.
Quizás esa sea la fórmula. Saber que nuestro más alto reconocimiento y honor a los doctores caídos en pandemia sirve a estas alturas de medicamento para que sus seres queridos poco a poco comiencen a sanar sus heridas del alma.
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TENSIÓN. Fue el personal médico quien contuvo lo peor de la pandemia.
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COMPAÑEROS. Parece lejano, pero hace cuatro años la muerte habitaba en el aire. La unión hizo la fuerza.
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