En Camisea, selva de la región Cusco, se encuentran los yacimientos de San Martín y Cashiriari, el Lote 88. Desde ahí van a la planta de separación de líquidos en la planta Malvinas, también en la región. (Fotos GEC)
En Camisea, selva de la región Cusco, se encuentran los yacimientos de San Martín y Cashiriari, el Lote 88. Desde ahí van a la planta de separación de líquidos en la planta Malvinas, también en la región. (Fotos GEC)

La industria, el comercio y los hogares se vieron favorecidos con el aprovechamiento del gas natural de y que determinó un importante cambio en la matriz energética del Perú. Un dato fundamental para comprender esto es que actualmente más del 50% de la energía eléctrica en el país tiene como fuente de generación el gas natural.

Así, en las centrales de generación eléctrica, en la minería, en la industria manufacturera, como para los autos y hogares, el gas natural ha resultado muy útil. El gas natural es la energía más limpia, menos contaminante y con menor contenido de carbono de todos los combustibles fósiles. Sus reservorios se encuentran en el subsuelo y su formación es similar a la del petróleo. Se extrae mediante la perforación de pozos que van desde los 500 metros hasta los 3,500 metros de profundidad.

Es un combustible compuesto por hidrocarburos livianos, siendo el metano el principal. Su combustión emite menos dióxido de carbono que el carbón o el petróleo. El gas natural es más liviano que el aire, lo que le permite dispersarse rápidamente, por lo que es un combustible más seguro.

Si bien la historia del gas de Camisea se remonta a los últimos días del gobierno de Fernando Belaunde Terry y los primeros años del primer gobierno de Alan García Pérez, este recurso es más conocido para nosotros desde finales de los años 90 e inicios de la década del 2000. (Vea en el recuadro la historia de los primeros años de exploración).

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En el año 2000 se convocó a un concurso público internacional para adjudicar la explotación de Camisea y para entregar en concesión el transporte de líquidos y gas desde Camisea hasta la costa, así como efectuar la distribución en Lima y Callao.

Carlos Herrera Descalzi, exministro de Energía y Minas, cuenta que ya en diciembre del año 2000, luego de un convulsionado ambiente político con la renuncia por fax de Alberto Fujimori y la instalación del gobierno de transición de Valentín Paniagua, y mientras él era titular del sector, se suscribieron los contratos para el desarrollo del proyecto. El avance de las gestiones hizo posible que, en agosto de 2004, comenzara la operación comercial de Camisea.

El tendido de ductos para llevar el gas a los hogares se inició en octubre de 2004, con el trabajo de la empresa Cálidda en Lima. Hasta el cierre de 2019, se hicieron 11,000 km de ductos en 29 distritos de Lima y Callao. El tendido de ductos avanzó a un ritmo promedio de 272 km por año entre 2004 y 2012, mientras que entre 2013 y 2021, el progreso ha sido de 1,110 km anuales.

Anthony Laub, experto en derecho energético, explica que el gas natural llega más o menos al 90% de la población a través de electricidad, y eso se debe a que casi la mitad del consumo de esta proviene del recurso. “El gas natural ha permitido que los peruanos consuman un producto, como la electricidad, que les mejora la vida de forma muy eficiente. Permite que ciertas industrias, que son grandes consumidores de energía, tengan acceso a un recurso abundante que les facilita ser más competitivas porque bajan sus costos de producción y eso las hace ser más eficientes y rentables también”, comenta.

El avance del norte y el atraso del sur

Una labor similar a la que se observa en Lima está siendo desarrollada en el norte del país por Quavii, marca comercial de Gases del Pacífico, subsidiaria de la colombiana Promigas, que tiene la concesión de la distribución de este recurso en Cajamarca, Chiclayo, Chimbote, Huaraz, Lambayeque, Pacasmayo y Trujillo. Hasta octubre de 2020, estas contaban con poco más de 100 mil hogares con el servicio de gas natural. La diferencia en la distribución del gas en estas regiones norteñas es que el gas de Camisea llega por medio de un sistema denominado gasoducto virtual. Este consiste en el transporte del gas natural comprimido en camiones cisterna especiales. La licuefacción permite disminuir su volumen 600 veces para poder ser llevado hasta las ciudades, donde es reconvertido a su estado gaseoso y luego pasa a una red de ductos hacia negocios y hogares.

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En el caso de Piura, Sullana y Talara, las primeras conexiones fueron instaladas en abril de 2021 por la concesionaria Gasnorp. En Tumbes la concesión la tiene Clean Energy.

En el sur la situación fue muy distinta. El 25 de julio de 2013, la empresa española Gas Natural Fenosa (Naturgy) consiguió la adjudicación para Arequipa, Moquegua, Ilo y Tacna. El 31 de octubre del mismo año firmó el contrato de concesión por un plazo inicial de 21 años. Sin embargo, debido a los retrasos e investigaciones por corrupción que paralizaron la obra y a la proliferación de competidores que comenzaron a proveer gas comprimido de forma no regulada, la firma española resolvió el contrato en 2020 y se retiró.

Aprovechamiento y retos

A pesar de los beneficios que ha traído el gas para el Perú, Herrera Descalzi considera que el aprovechamiento del gas natural no avanza de la forma como debería ser si se compara la situación nacional con la de países vecinos.

“Cuando se firmaron los contratos de Camisea, la visión de masificar el gas en veinte años implicaba que en ese plazo la gente ya no cocinara con GLP (gas licuado de petróleo en los balones de gas), sino que hubiera una red de ductos que iba a ser la de Camisea y que eso iba a ser válido para todo el siglo XXI (…). Pero esto cambió con la idea de exportar el gas, lo que pasó durante la administración de Alejandro Toledo”, agrega.

Otra etapa del tendido de ductos. Esta vez en las zonas urbanas, para acercar el servicio del gas natural a los hogares. (Fotos GEC)
Otra etapa del tendido de ductos. Esta vez en las zonas urbanas, para acercar el servicio del gas natural a los hogares. (Fotos GEC)

Herrera Descalzi opina que por ello el Perú debería hallar una nueva fuente de abastecimiento de gas a largo plazo. En todo caso, las exportaciones de gas también dejaron un aporte positivo, pues sumaron, aproximadamente, US$18,000 millones hasta 2019, según un informe de la consultora Macroconsult.

En ese contexto, Anthony Laub destaca que las regalías por exportaciones han contribuido más al fisco peruano que el consumo local. “Hoy, lo que ingresa por la regalía por exportación es el doble de lo que ingresa por consumo interno. Esto quiere decir que la exportación es un buen negocio”.

Por otra parte, Laub remarca que, a diferencia de Colombia, cuya estrategia para aprovechar el gas se enfocó en que el recurso fuera consumido directamente por la población, la del Perú fue optar por llevarlo primero a la población y a la industria a través de la electricidad.

“Nosotros optamos por la ruta más lógica. Tenemos un país integrado por una red eléctrica, no tenemos gasoductos y los vamos a construir. La forma más rápida de beneficiar a todos era convertirla en electricidad. Esa fue la primera gran masificación. Hemos llegado al sector eléctrico, hemos llegado a la industria y ahora el tercer reto es masificar el gas físicamente. Es decir, ya no solo hacer que tengamos 1.5 o dos millones de familias en el Perú, sino hacer que llegue a la mayor parte del país”, afirma.

“Es necesario llevar un ducto de Camisea al Cusco. Es sencillo y lo puede hacer el inversionista privado sin un solo centavo del Estado peruano. La segunda alternativa es llevar un gasoducto por la costa, siguiendo la ruta que tenemos hasta Ica, hasta Moquegua o Tacna. De este modo podemos conectar al Cusco, Arequipa, Moquegua y Tacna rápidamente”, agrega sin dejar de subrayar que es importante no sobrecargar la industria gasífera con impuestos.

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En este último aspecto, el problema se encuentra en cómo las regalías llegan a equivaler hasta 38% del valor del gas, una cifra que se queda corta si se incluyen los impuestos que pagan las empresas concesionarias. En ese sentido, Laub precisa: “Por contrato se paga entre 37% y 38% de regalías. Eso quiere decir que de cada US$100, entre US$37 y US$38 van automáticamente para el Estado. Sobre lo que resta, se aplica el Impuesto a la Renta y los demás impuestos que sean de aplicación. Al final, lo que toma el Estado de todo el valor el gas, es casi el 50%”.

Urgencias y problemas

Para Pedro Gamio, quien fue viceministro de Energía en el segundo gobierno de Alan García, el gas natural se limita a pocas regiones por falta de gestión, de estabilidad y de meritocracia. “Un ministro se empapa del tema, lanza una iniciativa, el ministro que le sigue no se entera y, cuando lo hace, ya se está yendo. En el siglo XXI no se puede improvisar”, comenta.

El Perú está fallando en encontrar una transición energética inteligente, la cual, según Gamio, es la mezcla entre energía renovable y gas natural, lo cual sucede en Alemania, Corea, Japón, Chile, Estados Unidos, entre otros.

Según el exviceministro, el país debe apuntalar dos sectores importantes para el crecimiento del gas y beneficio del país: transporte y vivienda. El sector transporte, a su juicio el más urgido, podría lograr incluso una disminución del 50% del uso del diésel, elemento caro y contaminante al lado del gas natural.

En el sector vivienda, para Gamio la situación es más clara. Se debe priorizar a los casi 400 mil hogares en los cerros alrededor de Lima. El gas natural se mueve en las zonas bajas y no llega a todos en el cordón de pobreza que rodea a Lima. Para él, “con gas, estas familias podrían mejorar sus vidas sustancialmente. Este gobierno de transición ha iniciado el programa, ojalá el gobierno que se elija lo continúe, ya que se perdieron muchos años”.

Impresionante vista del tendido del gasoducto que atraviesa diferentes geografías. (Fotos GEC)
Impresionante vista del tendido del gasoducto que atraviesa diferentes geografías. (Fotos GEC)

La historia de Camisea y la Shell

En julio de 1981, durante el gobierno de Fernando Belaunde, la compañía angloholandesa Royal Dutch Shell firmó un contrato de prospección petrolífera en los Lotes 38 y 42. En marzo del 84, Shell descubre gas en el pozo exploratorio San Martín 1, en el denominado Lote 42, que posteriormente se volvería lotes 88A y 88B. La empresa continuó con las exploraciones e informó del descubrimiento de gas en los pozos de Cashiriari y Mipaya. Eran 8.8 billones de pies cúbicos de reservas probadas (hoy 8.8 TCF) y 587 millones de barriles de líquidos de gas natural.

En 1988, en el primer gobierno de Alan García, la falta de acuerdo entre Shell y el Estado acabó con el abandono de la empresa del Proyecto de Explotación de Camisea que exigía una inversión de US$2,500 millones. Las inversiones en estos primeros años de exploración se valoraron en alrededor de US$200 millones.

En marzo de 1994, en el primer gobierno de Alberto Fujimori, Shell firmó con Perupetro S.A. un convenio para realizar un estudio de factibilidad del Proyecto Camisea y evaluar el potencial de la reserva, la viabilidad técnico-económica de la explotación y elaborar un plan de desarrollo. En mayo de 1998, el consorcio Shell-Mobil inició las negociaciones para un contrato de explotación. La inexistencia de un mercado en el Perú para explotar el gas obligó a Shell a priorizar la exportación del gas a Brasil.

La negativa del Gobierno de permitir el desarrollo de un proyecto integrado (exploración, extracción, transporte y distribución) motivó que el consorcio abandonara la segunda fase del proyecto. Inicialmente, el proyecto Camisea incluía los yacimientos de Mipaya y Pagoreni; sin embargo, la convocatoria del concurso público del nuevo Lote 88 excluyó los mencionados yacimientos del proceso de adjudicación. Así, el Estado se reservaba una parte de las reservas ante futuras situaciones imprevistas en relación con el mercado interno.

En años posteriores, los yacimientos de Mipaya y Pagoreni, con reservas probadas de 2.8 billones de pies cúbicos y 225 millones de barriles de líquidos de gas natural, ahora denominado Lote 56, se entregaron al Consorcio Camisea (el mismo del Lote 88), que los dedicaría exclusivamente a la exportación. Para hacer viable la firma de un contrato de exportación, el Gobierno autorizó un préstamo de 1.4 billones de pies cúbicos de gas del Lote 88.

Para febrero del año 2000, un consorcio formado por Pluspetrol (Argentina, 36%), Hunt Oil (EE.UU., 36%), SK Corp. (Corea del Sur, 18%) y TecPetrol (Grupo Techint, Argentina, 10%) obtuvo el derecho de explotar durante cuarenta años el Lote 88 de Camisea. Ahí comenzó la historia del gas natural que los peruanos ahora conocemos y cuya demanda es creciente.

Cambios y beneficios que trajo el gas natural

La introducción de esta fuente de energía ha contribuido a mejorar la calidad de vida de la población y la competitividad de nuestra economía.

El gas natural ha permitido mejoras en nuestra economía y en el medio ambiente. Para ilustrar mejor de qué manera se benefician económicamente los peruanos, las familias que usan gas natural ahorran 46% en relación con el uso de los balones de gas (que son de gas licuado de petróleo-GLP) y 70% respecto al consumo de electricidad. El beneficio también se encuentra en los costos del transporte porque el gas natural es 57% más económico que la gasolina, y 50% más barato que el diésel. Durante el periodo 2007-2016, el uso del gas natural en Lima generó un ahorro equivalente al 1.59% del PBI anual.

El gas natural, además de reducir la contaminación, es mucho más económico que la gasolina y el diesel. El ahorro va entre 57% y 50%. (GEC)
El gas natural, además de reducir la contaminación, es mucho más económico que la gasolina y el diesel. El ahorro va entre 57% y 50%. (GEC)

Otros beneficios se encuentran en el mantenimiento de los artefactos que utilizan el gas, ya que, al tratarse de una combustión limpia, aumenta el tiempo de vida de los productos y reduce los costos de su mantenimiento. A algunos les preocupa el aspecto de la seguridad; sin embargo, el gas natural llega a los hogares con una presión muy baja y, al ser más liviano que el aire, este se disipa rápidamente en el ambiente ante una eventual fuga, impidiendo que se convierta en un riesgo para sus usuarios.

El programa BonoGas Residencial tiene como objetivo que familias peruanas puedan acceder al servicio de gas natural en su hogar a través de un financiamiento para la instalación interna con un punto de conexión. Permitió que más de dos millones de peruanos cuenten con acceso a gas natural en sus domicilios con una cobertura de 594,000 hogares atendidos hasta fines del 2020, llevando energía limpia y generando un importante ahorro en la economía familiar. Cálidda, la empresa concesionaria encargada de la distribución de gas natural en Lima y Callao, instala el servicio a más de 100,000 usuarios cada año.

Sostenibilidad e impacto ambiental

El gas natural y el GLP que provienen de Camisea han permitido diversificar nuestra matriz energética atendiendo el crecimiento de la demanda de energía y sostener el crecimiento económico del país. Esta diversificación de la matriz energética ha influido también en una mejora de la balanza comercial energética, reduciendo nuestra dependencia de las importaciones. Más importante inclusive, la reducción en la emisión de gases contaminantes, sin lugar a duda, ha favorecido la salud pública. El uso de gas natural en Lima, por ejemplo, ha evitado que lleguen al ambiente más de 50 millones de toneladas de dióxido de carbono. Lo que equivale a las emisiones de dos países en un año.

Desde el inicio de sus operaciones, a comienzos del año 2000, el consorcio de Camisea ha sido enfático en la importancia de generar crecimiento sostenible, trabajando de la mano con las comunidades locales. Por medio de proyectos de inversión social y otras actividades comunitarias, Camisea busca potenciar el desarrollo humano y socioeconómico de las comunidades de la región.

Es importante también mencionar el beneficio económico que ha significado el canon del gas para la región durante este periodo de quince años; el Estado peruano recibió en total US$8,000 millones por parte del Camisea. Esta suma representa cerca del 0.5% del PBI nacional gracias a la explotación del gas natural en Cusco.

El Consorcio Camisea entregó al Cusco, desde 2004 hasta 2018, US$ 4,000 millones en regalías, es decir, la contraprestación o pago que recibe el Estado por la explotación de los recursos, en este caso, el gas natural. Según la Ley del Canon, el 50% de regalías corresponde a los cusqueños, por ello este aporte va directamente a las municipalidades y al gobierno regional.

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