Cada año el Instituto Nacional de Salud del Niño de San Borja atiende a un promedio de 600 menores de edad que llegan con quemaduras graves de segundo y tercer grado. De ese total el 70%, es decir más de 400 niños, no se quemó con fuego, sino con líquidos calientes que por descuido sus padres dejaron a su alcance.

Así lo dio conocer la doctora Zulema Tomas, directora del referido hospital, quien explicó que, en la mayoría casos, los menores cayeron dentro de una olla con agua hirviendo que fue dejada en el suelo para enfriar, mientras que en otros casos los niños jalaron el cable del hervidor y este les cayó encima con el agua caliente.

“En nuestro país aún persiste esa costumbre de dejar en el suelo las ollas con líquidos calientes, pero se trata de una mala práctica que los adultos debemos eliminar porque los niños no se dan cuenta del peligro que corren. El 50% de los pacientes hospitalizados por quemaduras tienen entre 1 y 4 años de edad y son sus padres quienes debieron protegerlos”, aseveró Tomas.

Precisamente con la finalidad de prevenir este tipo de accidentes, el Instituto Nacional de Salud del Niño San Borja realizará por tercer año consecutivo la campaña No más niños quemados, que busca concientizar a la población sobre los peligros que pueden causar estos accidentes en la salud física y emocional de los menores.

Las consecuencias

Tomas dijo que las quemaduras con líquidos calientes pueden causar quemaduras de segundo y tercer grado, es decir que no solo se quema la piel, sino que en muchos casos se comprometen los huesos y músculos y hasta se puede ocasionar la amputación de los dedos o las manos o pies.

“Si las quemaduras son en la cara o en la espalda, las secuelas pueden ser mayores, pues no solo dejarán cicatrices físicas de por vida sino también cicatrices psicológicas que pueden afectar la conducta y el desarrollo del menor”, manifestó.

Se estima que cada año 15,000 niños son atendidos por quemaduras severas y leves en diferentes establecimientos de salud del país. Al instituto de San Borja solo llegan los casos más graves, de niños que tienen quemaduras en más del 30% de su cuerpo. En estos casos los tratamientos son largos y costosos y muchas veces de por vida.

Un niño quemado, según el grado de intensidad, puede pasar por cirugías o curaciones bajo anestesia en sala de operaciones y acceder a un injerto de piel. Luego de pasar la fase aguda, que puede durar de uno a dos meses, tendrá que someterse a las terapias de rehabilitación física y emocional por dos o tres años más.

Los servicios

El Instituto Nacional de Salud del Niño San Borja cuenta con 24 camas de hospitalización para niños quemados, 6 camas de cuidados intensivos, 3 salas de operaciones, equipos sofisticados y un equipo de personal capacitado, entre cirujanos, intensivistas, anestesiólogos y pediatras.

Además, se ha desarrollado un sistema único de cultivo de tejido para así acelerar la recuperación de la piel del niño y evitar que las complicaciones aparezcan, y también se tiene el taller de mallas elásticas, que sirven para evitar que las heridas se peguen al cuerpo de los niños o que los niños hagan cicatrices deformantes.

“En este hospital los niños reciben un tratamiento integral y gratuito, que es financiado por el Seguro Integral de Salud. El 70% de nuestros pacientes vienen de distintas regiones y no solo vemos sus quemaduras sino que nos aseguramos de que los niños no desarrollen trastornos respiratorios o metabólicos”, refirió Tomas.

Debido a ello, la doctora hizo un llamado a los padres de familia para que nunca dejen líquidos calientes al alcance de los niños. “No hay que permitir que los niños ingresen a esta zona donde hay peligro porque fácilmente se pueden caer y quemar, y es responsabilidad de los adultos que eso no ocurra”, aseveró.