Foto: Jorge Cerdán / GEC
Foto: Jorge Cerdán / GEC

Creo firmemente que todos los indicios que han llevado a la Fiscal de la Nación a denunciar constitucionalmente al presidente son contundentes y que ella está actuando conforme la Constitución manda, pero su argumentación es la que me levanta la alerta de que no va a prosperar y que no es el camino más legítimo.

Es un poco absurdo que a la opinión pública le parezca más legítimo interpretar forzadamente la Constitución para hacer algo que ya permite la Constitución. Me refiero al pedido de interpretar el artículo 117º conforme a una Convención de la ONU en lugar de usar la vacancia por incapacidad moral permanente contenida en el artículo 113º.

Todo esto se explica porque muchos defensores solapados de Castillo se negaron a aceptar la legitimidad de la vacancia. Varios distrajeron con que el artículo se refería a incapacidad mental y muchos bienintencionados cayeron en la trampa de “no hay votos”. Realmente para nada hay votos.

Si desde el inicio fijan la idea de que no hay votos pues estos no se conseguirán. La vacancia no tiene un problema de conteo sino que se niegan a reconocerla como aplicable. Recuerden que la congresista Susel Paredes dijo que el presidente podrá ser un delincuente, pero no es un incapaz moral permanente. Es increíble que haya que explicar una tautología como que los delincuentes y los corruptos son inmorales.

Nuestra Constitución sí tiene en el artículo 113º la herramienta de lo que corresponde hacer ante un presidente con firmes evidencias de corrupción y en este debate el país da vida a la extraordinaria clasificación de Jorge Basadre sobre los tres grandes enemigos de la promesa de la vida peruana: Los Podridos, los Congelados, y los Incendiados.

Frente a todos los indicios graves y la denuncia constitucional ya aparecieron los Podridos, aquellos que prostituyen palabras, conceptos, hechos o instituciones. Los pueden reconocer defendiendo que es democracia y parte de los “acuerdos políticos” que un gobernante acusado por corrupción pueda reclutar votos en el Congreso para evadir responsabilidad política y ante la justicia entregando a cambio cargos de gobierno, obras, y licitaciones, fiel al estilo montesinista.

A Los Congelados, Basadre los definió como aquellos que se han encerrado dentro de ellos mismos, y a mi parecer hoy los representa la apatía en la que ha caído la ciudadanía ante todo esto: indignándose por todo pero no comprometiéndose con nada, como dice un colega.

Y a Los Incendiados, nuestro historiador los definía como los que queman sin iluminar, y me temo que la preferencia de la denuncia constitucional sobre una interpretación pacífica de la vacancia solo será una gigantesca fogata que no nos sacará de la oscuridad en la que está el país, inertes y sin poder remover a un presidente con palmarias muestras de corrupción.