Me espanta la intemperancia, la pedantería, la agresividad y la ausencia total de realismo cuando critican. Un poco de humildad a la que obligaría la crisis no les vendría mal. Están hipnotizados por un modelo que tiene más grietas que tierra firme y que exhibe sus pústulas, a la que nuestros iluminados parecen sordos y ciegos, en una Europa que se asoma a la tragedia. En España con una desocupación del 27.2% su gobierno anuncia que habrá 4 años más de sequía laboral. Ello significa hambre, suicidios y una situación prerrevolucionaria. Mientras eso ocurre, un banquero del Banco Santander se retira con una compensación de 88 millones de euros. Cada cual recibe según sus merecimientos y el hombre pertenece a una corporación privada, dirán los iluminados, olvidando que más allá de lo privado y lo público hay una comunidad humana que habita el mismo tiempo y espacio y lo siente como una burla a su dramático sobrevivir cotidiano. Esas son las reglas del juego fuera de lo cual todo lo demás es considerado mamarracho. Esa distancia abismal, esa convivencia de lujo desmedido y hambre desesperado, de yates y ranchos, de hartazgo y anemia es la lógica de este sistema que la prensa vende a sus incautos seguidores. Su última novedad es ofrecer, en formato telenovela, la pelea del embajador ecuatoriano, la respuesta de Correa, la "ofensa" de Maduro a Roncagliolo, o el video de Nadine.